Ante la sopa del otro “vampiro”

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Ante la sopa del otro “vampiro”

Domingo, 10 Mayo 2020 10:30 Escrito por 
Ante la sopa del otro “vampiro” Los Sonámbulos

Mientras esforzados hombres y mujeres de ciencia procuran la medicina para combatir el coronavirus, presuntamente proveniente de las sopas de murciélago de la provincia china de Wuhan, otros científicos, estos sociales, han animado el tema en torno de otro “vampiro”, chupóptero como el que más, silencioso pero más violento y funesto que su par asiático: el capitalismo financiero, cuyos colmillos no dejan de succionar hasta la última gota de sus víctimas.

Y es que, en efecto, los saldos de los últimos acontecimientos son propios de una novela macabra protagonizada por la vieja avara de Fiodor Dostoievski, donde la existencia significa nada menos que una deuda con la mismísima muerte: los cerca de 7 mil millones de seres que habitamos el planeta debemos, cada cual, 32 mil 500 dólares como consecuencia de la deuda mundial, según cifras del Instituto de finanzas Internacionales (IFI, con sede en Washington D.C:), con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco de Pagos Internacionales.

La bola alcanzará la cifra récord de 257 billones de dólares en estos meses, lo que significa que se debe 3.2 veces la producción económica anual del mundo. Una barbaridad envuelta en trapos civilizatorios.

Contra la eternidad y con el tóxico arsenal teológico del capitalismo depredador, todos estos datos resultan realmente insignificantes pues van a tono con la narrativa de que “la deuda de los consumidores es la sangre de nuestra economía”, así estén endeudados por igual los mismos que están en el centro de la debacle, los inversionistas (mediante las bolsas de valores) y sus aliados, los que aparecen como gobernantes.

Para dimensionar la gravedad de la situación, hay que decir que deberle al sector financiero tres veces todo lo que se produce al año a nivel mundial (PIB), es un hecho que ni siquiera se había dado tras la Segunda Guerra Mundial, cuando la deuda del mundo alcanzó cerca de 150 por ciento del PIB, conflicto bélico que por cierto fue engendrado por hitlercitos quienes, coincidencia, a su vez fueron prohijados por desastres financieros, como fue con el crac de 1929 en Estados Unidos.

Contra el presente y a manera de guisa, en nuestro país esos pasivos significan que en pesos contantes y sonantes la deuda de cada uno de los más de 120 millones de mexicanos (35 mil 500 dólares) es de alrededor de unos 769 mil 275 pesos, esto conforme al tipo de cambio del viernes pasado, que los especuladores dejaron en 23.76 pesitos tras intenso golpeteo que rondó los 25 pesos.

Supongamos el imaginario “mundo de ensueño” neoliberal donde incluso los niños y adultos mayores tienen un empleo “digno”: si todos los mexicanos percibieran 11 mil 200 mil pesos mensuales (sólo 3.7 por ciento, de alrededor de 56 millones de personas ocupadas, los gana, según el INEGI), cada uno necesitaría casi seis años para pagar (y hacer de fakir, caminando sobre vidrio rotos o brasas ardientes, además de andar con hoja de parra).

La cosa sería peor si sólo tuvieran que pagar los cerca de 20 millones 421 trabajadores formales (que son los que obtienen más de 11 mil pesos), y mucho peor si el fardo se lo dejaran a los 31.3 de trabajadores informales, de los cuales 11.5 millones perciben poco más de 3 mil pesos al mes. (aquí ya ni tragar espadas o antorchas parecerían un acto de ascetas, sino medidas drásticas para escapar a la situación, retornando varios siglos en el tiempo).

Se supone que a partir del último timo especulador (hipotecas Subprime, en el 2008) se habría de generar un amplio debate en el mundo sobre las formas para corregir a los incorregibles, así como respecto de la función de los organismos financieros internacionales (El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc.,), más propensos a cuidar que los prestamistas no dejen de saquear las haciendas públicas en perjuicio de los habitantes que en fomentar el desarrollo de los mismos.

Pero los campeones de la libertad y la democracia, empezando por los propios dirigentes de esos organismos internacionales y sus agentes en cada país, como sucede en el nuestro, han guardado un espeso silencio sobre el problema y, por contra, insisten en continuar engordando al insaciable mamífero, buscando imponer sopas epidémicas harto conocidas (es evidente que en economía y finanzas “ningún almuerzo es gratis”. Tampoco en épocas virulentas, desprovistas de cualquier “espiritualidad” como las que se están viviendo).

Después de los frecuentes y cada vez más devastadores “crac´s” financieros de las últimas décadas, sólo queda esperar el cumplimiento de viejas profecías para que entre los mismos hematófagos financieros y económicos terminen por devorarse, a menos que suceda algo increíble y las propias sociedades presionen a los gobiernos para que se asuman como tales.

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Jesús Delgado

Los sonámbulos