Como otras catástrofes ocurridas en la historia de la humanidad, diríamos que el viejo refrán: “No hay mal que por bien no venga”, inicuamente se está cumpliendo, a propósito de esta pandemia del COVID-19 que [no] se vio venir desde principios de enero. En varios países se ninguneó a diestra y siniestra, e incluso recibió un sordo desdén procedente de la 4T. Así fue. Conviene revisarlo invariablemente.
Aunque el tiempo es corto, estamos en condiciones de apreciar parcialmente el rostro que nos está legando esta desdicha mundial. Se me escaparán expresiones que por su generosidad y nobleza sean dignas de mención. Estoy trabajando en ello, pero el don de la ubicuidad todavía me queda lejos. Es por ello que muchas proezas dignas de mención quedarán injustamente fuera. Me arriesgaré con los primeros cuatro incisos; con sus respectivas apostillas, porque nada es perfecto.
Sistema de salud
I. El personal médico, hombres y mujeres; enfermeras y enfermeros; directivos de clínicas, hospitales, centros de salud; laboratoristas; camilleros; personal de limpieza; hombres y mujeres que preparan alimentos; quienes reciben y canalizan insumos de salud; conductores de ambulancias; trabajadoras/es sociales; administrativos; telefonistas y proveedores, todas y todos, están en una batalla y en las trincheras de una pandemia colosal.
II. Las familias del personal de salud que todos los días ven cómo tienen que salir a trabajar sus seres queridos, para luchar contra una pandemia que continúa siendo minimizada en una parte del mundo mediatizado, están enfrentando un desgaste que no será fácil calibrar pero que existe y cobra víctimas invisibles, por ahora.
Ellas y ellos, cónyuges, parejas, padres, madres, hijas e hijos, junto con el resto de parientes saben que en cualquier momento puede sobrevenir la noticia de que el nuevo coronavirus ha afectado a su pariente; que quizá el pronóstico será fatal.
Las cifras ni cuadran, ni coindicen con el diario trajinar de las personas que hacen funcionar hazañosamente cada espacio de salud dedicado al COVID-19, así como a los demás enfermos y moribundos por otras causas. Poco o en casi nada corresponden los magros avances en recuperación con esas diez, doce, catorce horas o más, de arduo trabajo, por demás estresante; invadido de riesgos indecibles. Si los hacen públicos, capaz que la 4T coloca al ese personal de salud en el costal de los adversarios políticos o de los conservadores.
A partir de ahí, nada volverá a ser igual. Sea porque ese familiar entrará a las estadísticas oficiales escamoteadas o negadas. La familia se descoyunta; quedará un dolor imborrable; la historia familiar será otra, por viudez, orfandad, por la pérdida de una hija o por un hijo que cayó en la batalla. Nada volverá a ser igual. La pandemia será perdurable más allá de lo que se quiere admitir. La 4T, en el año 2050, posiblemente será registrada en el crematorio de lo impresentable. Será el juicio de la historia.
¿Muchas camas disponibles que esperan más pacientes con COVID-19 a diestra y siniestra?¿Nuevos respiradores procedentes de China? ¿Más tecnología de respiración vendida por el hijo de Bartlett en plena 4T? ¿Buenas noticias por el “aplanamiento de una curva”? Cortinas de humo para que no pensemos en la crisis del sistema de salud, con todo y el recién inventado INSABI.
El personal de salud que está en la trinchera no debe dar crédito a las cifras que escucha; peor aún, a las noticias edulcoradas con aquellas frases que rezan: “Saldremos de esta porque venimos de culturas milenarias”. En la elección, estuvo la ceguera y la perdición.
Sistema educativo
III. Los más de dos millones de docentes que, al formar parte del sistema de educación básica y normal en México, abruptamente tuvieron que refugiarse en sus domicilios para que, desde ahí, con muchísimas dificultades empezaran a idear cómo tenían que saltar la brecha digital –haciendo de cables y celulares, corazón pedagógico--, a fin de dar cauce al ciclo escolar que comenzaba a mordisquear la segunda mitad del ciclo escolar 2019-2020.
Ellas y ellos, docentes que sostienen uno de los sistemas educativos más grandes de América Latina, también son madres y padres de familia, en la mayoría de los casos. Tuvieron que convertir sus domicilios en sitios de trabajo; transformando sus propios comedores, salas, alcobas o diversos espacios domésticos en improvisadas aulas u oficinas. ¿Quién les ha reconocido algo? El binomio casa-trabajo viajó abruptamente desde el siglo XVIII hasta el pasado mes de marzo de 2020, para instalarse --de un día para otro-- en cada hogar del mundo y de México.
¿Qué sabemos de sus cuitas cotidianas de los docentes para tratar de contactarse con una diversidad de estudiantes; unos conectados; otros alejados por causas económicas y culturales? ¿Unos interesados otros no? ¿Unos perezosos, otros distraídos? Que a nadie se le ocurra reprobarles porque le entregarán malas cuentas a TV-Azteca, perdón, a la SEP y también al presidente AMLO.
Sería interesante saber qué informe entregará el actual Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán. Moctezuma, desde luego que no el del siglo XVI, aquel prehispánico de apellido Xocoyotzin, sino el actual, el de la 4T. Ha de recordarse que el actual secretario fue un notable priista; luego Secretario de Gobernación y tiempo después, titular de la Secretaría de Desarrollo Social, cuando su jefe era el presidente de México Ernesto Zedillo Ponce de León. Gajes de la 4T, AMLO y Bartlett mediante.
Poco después, Esteban Moctezuma, ocupó la presidencia de Fundación Azteca; de ahí que Banco Azteca le esté ayudando generosamente a AMLO a distribuir dinero público a los más necesitados. Por el bien de todos, primero la empresa TV-Azteca. A los pobres, más vale que no se les vaya a olvidar quién les está entregando el dinero que les está mandando AMLO.
¿Cuáles han sido los avances y tropiezos pedagógicos; apoyos y estrategias para enfrentar esta pandemia? ¿Cómo van los docentes y estudiantes del sistema de educación básica; quienes estaban atendiendo, hasta el pasado mes de marzo, a 25.4 millones de estudiantes a lo largo y ancho de un México tan desigual? Ya nos enteraremos. Poco a poco, ¿cuál es la prisa?
Yo les voy a decir cuándo no salgan
Si bien se vio venir la pandemia global desde los primeros días del mes de enero, docentes y la población en general, aguantaron hasta el agraciado banderazo, cuando el presidente AMLO les mandara decir cuándo dejaran de salir a trabajar o bien, pasear por las calles.
El pasado 22 de marzo, AMLO decía a voz en cuello, previo a degustar platillos preparados en un restaurante de Ixhuatán, Oaxaca, denominado “La Teca”, con su pausado ritmo tabasqueño, lo siguiente:
…Nuestro pueblo es poseedor, heredero de culturas milenarias; de grandes civilizaciones. Y en eso estriba nuestra fortaleza. No apanicarnos. Vamos hacia delante. Y, ¡no dejen de salir! ¡Todavía estamos en la primera fase! Ya nosotros… Yo les voy a decir cuándo no salgan. Pero, si pueden hacerlo… eehh… y tienen posibilidá económica, pues… Sigan eehh… llevando a la familia a comer a los restauran, a las fondas, porque… eso es fortalecer la economía familiar, la economía popular… https://www.youtube.com/watch?v=sFbhMuL-zcA
Mentiritas, mentirotas y estadística
IV. Estimaciones van, cálculos certeros o fraudulentos se niegan o, sesudos indicadores son desacreditados por unos y otros, pero la danza de las cifras oficiales continúan sin informar con mediana claridad, cuántas personas se considera que efectivamente se quedaron en casa. Mucho agradecimiento a diario, pero nada de nada en indicadores.
¿Cuántas de ellas fueron a consecuencia de que perdieron su trabajo? ¿Cuántas de esas cabezas de familias, mujeres y hombres, han tenido que comenzar a vender, endeudarse o, peor aún, a perderlo todo, ante la crisis que nos ha impuesto el nuevo coronavirus? ¿Ya los salvó la 4T con la friolera de esos 25 mil pesotes nunca imaginados?
¿Cuántos más no hallan la puerta de salida de cara a una pandemia que amenaza con rebrotes en los próximos meses? ¿Cuántas personas de clase media baja, que no pertenecen a los ultravalorados “pobres” de este país amlovariano, recibieron la noticia de que solamente recibirán un porcentaje de su salario; que si lo declaran al gobierno, serán despedidos de manera definitiva? Ellas y ellos están aguantando, si no es que ahogándose en un país que se mueve en el pantano de la pandemia del COVID-19.
Desde luego, todas estas personas o familias no tienen tiempo para salir en la tele ni en las mañaneras que se dictan desde le púlpito de Palacio Nacional. Por cierto, ese es un lugar donde se puede vivir modestamente. Sin embargo, ahí no tiene cabida “el pueblo bueno” de: Tepito, la Narvarte, Iztapalapa, o bien, de la colonia Gustavo A. Madero, de la Ciudad de México. Sí somos pobres, pero hay unos más que otros.
Seguiré…