Recuerdo mi época de estudiante donde ir a la escuela caminando por la calle o en transporte público era tan normal y cotidiano que nadie hablaba de ello. En los camiones de las diversas rutas que convergían a los centros escolares viajaban los jóvenes de manera confiada y hasta con familiaridad pues no sentían el riesgo de un asalto o las compañeras el acoso o peligro de ser privadas de la libertad y hasta el transporte que circulaba por la noche era seguro.
Como no recordar esas caminatas de la escuela a la casa, saludando a los vecinos de la misma colonia o la zona en la que se encontraba nuestro plantel sin temor a ser atacados.
¿Qué le ha pasado a la sociedad? Ahora para ir a estudiar, nuestros jóvenes tienen que ser acompañados por adultos o monitoreados a cada minuto por sus padres hasta que llegan a la escuela o a su hogar.
La vida ha cambiado, la sociedad se ha vuelto extraña y sin interés por los jóvenes, que tienen que cuidarse para realizar sus actividades cotidianas y por eso ahora tenemos que hablar de reglas de seguridad en el camino y hasta en los centros de estudios.
Los programas de seguridad escolar deben estar planeados en conjunto, la participación de los padres de familia, los alumnos, los maestros y la sociedad en general son de gran importancia. La tranquilidad y convivencia armónica en escuelas seguras es responsabilidad de todos.
Hace algunos años se puso en marcha el programa “SENDERO SEGURO” y su objetivo era cuidar a los niños y jóvenes en el camino de su casa a la escuela y esto no sólo era responsabilidad del policía, la participación de quienes vivían o tenían sus comercios en el sendero a la escuela daba el verdadero valor a este programa, desgraciadamente sólo duró un corto tiempo.
Los programas de seguridad escolar no deberían ser por trienios o sexenios, la tranquilidad de nuestros niños y jóvenes debe rebasar las barreras de las administraciones y perdurar en el tiempo. El sendero seguro es una responsabilidad social y moral de quienes habitamos un núcleo poblacional.
A la mayoría nos toca una calle donde pasan niños o jóvenes a la escuela y no nos cuesta nada estar al pendiente y observantes. Lo más importante será intervenir en caso de que veamos actitudes sospechosas o actos que vulneren la seguridad de los estudiantes. Nos hemos vuelto una sociedad fría y despreocupada de lo que sucede a los demás, debemos cambiar.
Como padres de familia estudiemos el camino de nuestros hijos a la escuela y analicemos el peligro, podemos cambiarles las rutas y sobre todo buscar puntos seguros para que se refugien en caso de peligro.
A los jóvenes que viajan por más tiempo en transporte público, aconsejémosles que busquen estos lugares seguros y las rutas menos atacadas por la delincuencia, que no viajen con toda su atención puesta en el celular o la computadora, que sean siempre observantes de lo que sucede a su alrededor y sobre todo busquemos palabras claves con nuestra familia para identificarnos en caso de emergencias.
Podríamos dar consejo tras consejo, sobre reglas de seguridad pero creo que lo más importante es que nos cuidemos entre todos, una sociedad unida puede vencer, sin temor a equivocarme, a la delincuencia.
Por cierto: ¿Hace cuanto tiempo no visitas la escuela de tus hijos, sabes que sucede alrededor de la misma?
