En medio de la tragedia que representa para todos los mexicanos las condiciones actuales derivadas en buena medida, que no la única, del arribo de la pandemia que ocasiona el SARS-CoV-2, materialmente en todos los sectores; la clase política se prepara para las elecciones del próximo año, considerada la más grande por el número de cargos de elección popular en disputa.
Es la crisis económica, que materialmente ha tenido en jaque a la sociedad desde el inicio de la presente administración federal, la que ha golpeado con mayor severidad y de diferentes formas, especialmente a los que menos tienen. Desde los recursos que la federación destina a los Estados y Municipios con sendos recortes, hasta los que corresponden a su propio funcionamiento.
Esos recortes han hecho sufrir a las administraciones federal, estatal y municipal. Pero son las municipales las que más padecen, por ser las autoridades más cercanas, o que deberían serlo, a la gente, para satisfacer sus necesidades inmediatas.
Estas condiciones han obligado a las autoridades municipales a buscar la forma de compensar el recurso faltante, aunque algunos echan a volar su imaginación y habilidades para lograrlo, los hay quienes sin el menor recato se inventan sanciones, multas, etcétera, y son los ciudadanos los que terminan pagando los platos rotos.
Aunque a la fecha no se descubre cuál es el beneficio para el grueso de la población por tanto recorte y sub ejercicio, en realidad, el impacto lo resienten la mayoría de los sectores, lo malo de esto, es la pésima costumbre a la escasez, cuando debería ser todo lo contrario, pues la promesa del crecimiento no tiene nada que ver con lo que se vive actualmente.
Lamentable, porque en lugar de exigir, el pueblo verdaderamente cree que todo lo que hacen las autoridades es por su bienestar, y caer en el conformismo es el peligro. Así le conviene a quien debería velar por un mejor futuro, y que al parecer hace todo lo posible para generar las condiciones de estancamiento.
De eso se aprovechan ellos que manejan los recursos, porque ponen en condiciones de mendicidad a gran parte de los posibles beneficiarios de los programas sociales para poder contarlos entre los agradecidos y potenciales votantes incondicionales a su favor. Por eso deslizan la idea de que lo apropiado para ser feliz es adaptarse con poco. Un par de zapatos, la ropa necesaria, ¿para qué el lujo?.
Ese discurso soez, ofende a un pueblo que animado por la promesa de verse mejor, feliz acudió a las urnas para votar por la promesa de un cambio verdadero, de acabar con la corrupción, de un crecimiento histórico. Ahora, tiene que aceptar por fuerza que una cosa es robar y otra distinta son las aportaciones, aunque mucho o poco, termina siendo el mismo acto ofensivo.
Ahora todo es un estúpido circo, todo, con tal de no tener que enfrentar la responsabilidad que les corresponde por la crisis en salud, economía, seguridad, desempleo, violencia, etcétera.
Y mientras todos se encuentran entretenidos viendo y criticando un carísimo comercial que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador protagoniza de la no rifa de un avión que no es avión; miles de familias le lloran a sus difuntos, víctimas de una pésima e inexistente estrategia que debería atender los nefastos resultados del Covid-19 y la violencia, y que en las cuentas oficiales suman 120 mil víctimas.
Entre tanto, los Presidentes Municipales se preparan para enfrentar las elecciones del próximo año, con la idea de que muchos de ellos quieren repetir en el cargo, pero sin mucho qué presumir de su administración.
Los acontecimientos, como se han presentado, marcan grandes diferencias entre los que muestran una verdadera vocación de servicio y los que sólo se disponen a cobrar un salario.
Desafortunadamente en el Estado de México no son muchos los ediles que pueden presumir una buena labor en beneficio de sus ciudadanos, pero si los hay. Es cuando se descubren los verdaderos lideres, en los momentos que hay que enfrentar las adversidades.
Hace dos años, el efecto AMLO ayudó a gran parte de los que ahora están al frente de las diversas administraciones municipales, no son pocos los que ni idea tenían de la obligación que representaba estar al frente de ese encargo, les cayó de sorpresa, como aquellos de cuando el efecto FOX. No se necesita mucho para descubrirlo, sin ayuda exhiben esa falta de preparación.
De entre los que han demostrado oficio, son los de Toluca, Juan Rodolfo Sánchez Gómez, de Huixquilucan, Enrique Vargas Del Villar, de Villa Victoria, Mario Santana Carbajal, de Chapultepec, Laura Amalia González Martínez, sólo por mencionar algunos.
Pero están los que difícilmente dan una, y lo peor, es que así sin mayor esfuerzo quieren repetir, los ejemplos sobran, ojalá fueran menos pero no. También están los de mediano desempeño como el de Ecatepec, Fernando Vilchis Contreras, poco tolerante a la crítica.
Pero de entre todos ellos están los inexistentes, los perdidos o extraviados, a los que hay que recordarles que tienen una función qué desempeñar en sus respectivas demarcaciones, como el de Calimaya, Óscar Hernández Meza, quién queda a deber en varios temas, como el de la seguridad, ya son varios los eventos violentos que se presentan en su municipio y parece que ni se entera, y ahora, se le ha ocurrido cambiar los medidores del agua para cobrar por cada toma 5 mil pesos.
Sin contar con la explotación continua de las minas que pueden poner en riesgo varios fraccionamientos como el de Villas del Campo, en ellas trabajan hasta los fines de semana, bien haría solicitar una revisión de sus permisos por parte de la PROPAEM.
Ojalá que la sociedad, toda, haga un análisis serio sobre a quien darle su voto. En sus manos estará deshacerse de los inútiles, o premiarlos con otro periodo más.