En los últimos años de la historia de México se han escrito páginas negras con el protagonismo de la violencia generada por la delincuencia organizada. Los enfrentamientos entre bandas rivales, las ejecuciones de sus miembros así como de elementos de corporaciones policiales y militares son cotidianos en la vida de nuestro país. En el sexenio pasado, se recrudeció la batalla contra el crimen organizado, hubo muchas voces en contra de esa política y en algunas administraciones la falta de combate presupone una complicidad del gobierno. Lo cierto es que la sociedad Mexicana vive en constante temor ante la acción de estos grupos criminales y exige la restauración de La Paz y la tranquilidad que, debo subrayar, es derecho de cada habitante en este hermoso y productivo país.
Sin temor a equivocarme este problema que nos aqueja desde hace varias décadas no es una responsabilidad solo del Gobierno; la descomposición social provocada por una serie de factores relacionados con la economía, la educación, la falta de valores y hasta la disfunción aliada en las familias abona directamente al crecimiento de la delincuencia.
¿Cuál es entonces la solución?, ¿mantener en la calle a las fuerzas armadas aún en contra de su razón de ser? o ¿será como se ha propuesto ya, negociar con la mafia y dar la vuelta a la hoja para iniciar la vida de nuevo?
Yo creo que ninguna de las dos, el ejército tiene una misión especial y es proteger al país en conflictos que van más lejos de los intereses de los delincuentes.
Cuando el ser humano decidió vivir en sociedad y entregó parte de sus libertades para convivir, entregó al estado una porción de su libertad para que este a travez de la ley obligará a una convivencia armónica pero sobre todo al respeto de los derechos de los demás, esto se llama
“Estado de Derecho y en éste, el control social lo ejerce la autoridad civil, es decir, debemos pugnar por lograr que la fuerza pública,que es la potestad del estado para obligar al ciudadano a cumplir con la ley, recaiga en autoridades civiles capaces y decididas a cumplir con su encomienda sin corrupción, sin impunidad y con una retribución justa a su actuar, pero también con una ciudadania que apoye a esta autoridad, no la menosprecie y mucho menos la orille a realizar actos fuera de la ley.
Estoy convencido de que es posible tener policías honestos y eficaces y que también es posible lograr una sociedad capas de respetar el Estado de derecho pàra dar un ataque frontal a la delincuencia sin que sea necesario el ejército en las calles y lograr como mucho se ha pedido que regresen con todo honor a sus cuarteles a realizar la labor que el estado y la ley les encomendó originalmente. Por lo que también creo firmemente que una ley de seguridad interior que pretende justificar el uso de las fuerzas armadas en la calle es totalmente innecesaria.
En cuanto a lo que hace a la amnistía en la delincuencia organizada, es poco lo que se puede decir, con la mafia no se conviene, no tiene palabra de honor y como alguien dijo, que lo consulten con los familiares de los que han muerto en esta guerra sin cuartel, sería tanto como aceptar la máxima profesada por Maquiavelo de que el fin justifica los medios.
Por cierto, ¿sabías que que la delincuencia organizada en México tiene una gran relación con el delito a nivel internacional y que por ejemplo en África se venden vehículos robados en nuestro país?
