Después de los resultados que arrojó la jornada electoral el 6 de junio pasado, al presidente Andrés López Obrador se le ha visto un día sí y el otro también, muy molesto con la clase media del país. Razón por la cuál han sido constantes los ataques en contra de su nuevo, o al menos el que acaba de descubrir, adversario.
Es increíble escuchar todos los días a quien ocupa la tribuna más importante de México agredir a un ente que silenciosamente se eleva imponente ante la incredulidad del que se dice representante del pueblo.
Razones las hay para no dejar pasar la expresión que se manifestó en las urnas. Es un hecho conocido por todos que al tabasqueño no le gusta que nadie le diga qué es lo que debe hacer, acomodado en una difusa idea de tener las respuestas para todas las preguntas.
En ese sentido y enfocado en su soberbia, se le nubla la visión para darse cuenta que se está echando de enemigo nada más y nada menos a quien representa el alma de México. Sí, le parezca o no, pero esa importante franja de la sociedad es la que encierra un acertijo incomprensible para quien ha juzgado a un mundo binario.
De esta forma, el mandatario parece extraviado porque las cosas le pintan una cara diversa a la comodidad de su discurso de ricos contra pobres. Su duda es: ¿cómo enfrentar a esa parte social tan rebelde y tan terca de querer superarse, de ser “aspiracionista” cuando sentía que todo, hasta lo que parecía no estar de su lado, lo acomodaba a su favor.
Por lo que su nueva ocurrencia es la de crear una nueva clase social media diferente. ¿cómo? Sencillo; elevar a clase media a la clase pobre, pero con mejores virtudes, menos egoísta, como por ejemplo.
Aunque parece exagerado, no lo es; la intención manifiesta de López se ha repetido en otras manifestaciones. Cuando algo no le gusta, hay que cambiarlo para que embone en lo que al señor presidente le acomoda. Por eso se le puede escuchar sin rubor proponer que ya no se debe medir el crecimiento interno bruto, sino la felicidad.
Aunque en esta ocasión, no se puede ver por ningún lado la brillantez que no pocos le adjudican. El pleito que ha emprendido contra la clase media no lo llevará a ninguna parte, pierde la brújula y lo peor del caso; es que no quiere darse cuenta y no quiere escuchar a los que seguramente le recomiendan dejar en paz a su nuevo enemigo.
Pero ya se sabe que López únicamente se escucha a sí mismo, por lo que no puede vérsele corrigiendo el nuevo rumbo que ha tomado. Aunque es el propio presidente que surgió de esa clase que hoy desdeña, por difícil que parezca, pero no la conoce.
Una de las quejas recurrentes del habitante de Palacio Nacional es que esa clase aspiracionista y sin escrúpulos de ninguna índole como la moteja, es la que soporta el mayor peso de las contribuciones, aunque es precisamente la que hoy exige porque ese esfuerzo no se ve reflejado en lo que debería recibir del gobierno.
Peor aún; que haya dicho el presidente que quiebre quien tenga que quebrar como resultado de la pandemia y del nulo apoyo por parte de su administración, llegó como dardo envenenado a esa parte tan importante de la economía nacional.
¿Que quiebre quien tenga que quebrar? Eso; de entrada no contribuye en nada para que al presidente se le vea de la manera como exige ser visto. México ha sido catalogado como uno de los peores países para la atención de la pandemia; la inseguridad ha rebasado a los cuerpos de seguridad. Han desaparecido fideicomisos con el pretexto de que se había detectado corrupción, y es la fecha que no existen detenidos o investigaciones serias que así lo demuestren.
Pero además, hasta el momento son pocos los resultados que puede presumir la administración lopezobradorista, y entonces; ¿De dónde considera López Obrador que verdaderamente la clase media le debe algo? ¿por qué cree que debería ser reconocido, cuando se la ha pasado insultando y culpando a otros sin aceptar ninguna responsabilidad?
En efecto, la clase media es la que mejor se informa, es la que sí puede enterarse de lo que se dice de México en el extranjero y no toman las mañaneras como referente, en las que por cierto se cuentan arriba de 80 mentiras diarias, para informarse de las condiciones actuales del país.
Porque simplemente es la que no cree a ciegas que las remesas sean un logro de la 4t, o la rebaja de la gasolina en la época de mayor intensidad de la pandemia algo tuvo que ver López, o las muchas otras cosas que presume son un logro personal.
Simplemente en corrupción el gobierno está reprobado. No puede terminar por decreto.
Sí, la clase media es difícil para convencer, pero no porque se dejen manipular por los adversarios del presidente, sino porque cuentan con un pensamiento y criterio propio.
Pero eso no es todo; es precisamente de esa franja social de donde nacen las asociaciones de ayuda, del cuidado al medio ambiente, del cuidado a los animales; entre muchas otras.
López Obrador se encuentra muy lejos de comprender lo que en verdad significa y representa la clase media en país; pero llegado el momento, le dará una lección que nunca olvidará.
