Con veinticinco años de existencia, la Escuela de Escritores del Estado de México Juana de Asbaje, formadora de escritoras y escritores, entre ellos premios nacionales e internacionales en diversos géneros literarios, dirigida por la poeta Flor Cecilia Reyes, desde hace veintitrés años, atraviesa por una crisis de recursos; sin embargo, su directora está decidida a continuar con el proyecto en el que la están apoyando intelectuales, maestros y alumnos.
Producto de políticas públicas para las que la cultura no es prioridad y tampoco importa, la permanencia de la escuela está en juego, a diferencia de años anteriores en los que el gobierno del Estado de México la apoyaba. Poco a poco le fueron asignando menos recursos y hoy todo el presupuesto lo concentra el gobierno federal para un megaproyecto, en este sentido.
Se sabe, de cierto, que la cultura salva pueblos y los rescata de la barbarie, de la violencia que ahora nos azuela, entonces ¿cuál es la apuesta del Gobierno del Estado de México en este sentido, si siempre había sido un referente en su apoyo al tema? Lo mostró cuando creó la Editorial del Bicentenario, ahora Consejo editorial de la administración pública estatal, CEAPE que publicó a notables escritores.
A la poeta Flor Cecilia Reyes se le hará un homenaje el viernes 24 en la Feria Internacional del Libro del Estado de México por su trayectoria y obra. Ella, quien lucha por seguir adelante con el proyecto.
Escritores como Rafael Ramírez Heredia, Guillermo Fernández, Dolores Castro, Gonzalo Celorio, Eduardo Casar, Javier Sicilia, Alberto Chimal, Alejandro López Rendón, Oscar de la Borbolla, Alfonso Sánchez Arteche, María Elena Aura, entre otros, han dado clase en esta escuela. Esa es su talla y trascendencia.
Los autores cuentan con un recinto donde se estimula la creación literaria, en la que se trabaja sin escatimar responsabilidad ni compromiso para formar creadores que contribuyan a darle un nuevo rostro a la literatura que se escribe en castellano.
“El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”, señalaba Aristóteles. Preguntemos a quienes toman estas decisiones ¿Por qué escatimar recursos a la creación literaria?