El creador del escudo y lema de la entonces Universidad Nacional de México, José Vasconcelos, rector de la máxima casa de estudios ( junio de 1920 a octubre de 1921), le dio un aporte fundamental a la que debe ser el orgullo de todos los mexicanos, hoy Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Nombrado rector el 9 de junio de 1920, José Vasconcelos trabajó incansable por la universidad y la educación del país. Otorgó a la Universidad lo que hoy con orgullo presume como elementos de identidad. El escudo, y el lema: “Por mi raza hablará el espíritu”.
El escudo y la leyenda fueron presentados ante el Consejo para su aprobación, los cuales pretendían significar el despertar de una larga noche de opresión, como alguna vez lo dijo el propio ex rector.
Pero más allá de ésta idea, Vasconcelos colocó bajo una misma identidad a todos los latinoamericanos, como una civilización de identidad única, y por ser muy parecidos necesitamos avanzar juntos.
El lema, refleja una realidad que se vivió en esa época, cuando las esperanzas del resultado de la Revolución mexicana se encontraban vivas. Vasconcelos generó una corriente intelectual que proyectó con una ambiciosa campaña de alfabetización, a la que personalmente le dio seguimiento.
La “raza” es una abreviación de la “raza cósmica”, refiere el mestizaje del continente, como lo señala en su ensayo “La raza cósmica”, en donde describe su ideología de la “quinta raza”. Que es la síntesis de todas las razas del mundo para construir una nueva civilización.
Al ser nombrado rector Vasconcelos dijo: “yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo”. Durante su gestión se preocupó por alejar a la Universidad de una imagen elitista “ésta es la universidad de la nación, del pueblo mexicano”,dijo.
Recordar a José Vasconcelos es parte de respetar el lugar que hoy y siempre merece la UNAM. Como el ex rector, otros incansables personajes han trabajado para darle el renombre con el que hoy goza la Universidad, colocada entre las mejores.
Aunque al día de hoy se encuentra bajo el asedio de quien debería por principio de cuentas, garantizar y respetar su autonomía. Ha sido objeto de injustas descalificaciones.
En los últimos días, el presidente Andrés López Obrador no ha dejado de atacar a la UNAM, señalando incluso al ex rector José Narro como líder de un grupo hegemónico al interior de la institución educativa, a lo que el ex rector salió a negar los señalamientos del presidente, asegurando que no existe un grupo encabezado por él para intervenir en las decisiones de la Universidad.
Pero una vez más vemos como al presidente de México no le importa lo que puedan decir en su defensa a quienes decide ataca a la ligera, con el poder que le brinda la fuerza mediática que utiliza todas las mañanas, y el soliloquio con el micrófono, todo lo inclina a su favor.
Acostumbrado el presidente y acostumbrando al pueblo a dar por cierto lo que se aventura a decidir y enjuiciar desde el púlpito, el mandatario abre un nuevo frente de batalla, esta vez en contra de la Universidad.
Para muchos, la intención del tabasqueño es meter mano para que pueda intervenir en el cambio de rector, y poner alguien a modo. Se debe recordar que no es la primera vez que pretende meterse en temas universitarios, al inicio de su gobierno lo intentó para el ingreso; inevitablemente caería el prestigio de la institución.
Otros cuentan que se trata de otra cortina de humo. Más bien pueden ser ambas cosas; la intromisión es real, le interesa controlar todo lo que no ha podido controlar, y la Universidad es un gran referente de libertades, a las que quiere imponer su ideología, alejado de una realidad que su ceguera e incapacidad le impiden observar con objetividad.
Acusa y señala, y hasta se atreve a pedir que marchen, que no hagan paro de actividades para protestar por lo que el propio presidente les ha dicho. Es similar a su necedad de imponer sí o sí la consulta de revocación de mandato, porque desea estar de nuevo en campaña, que es lo único que sabe hacer.
Los universitarios no tendrían porqué caer en el juego, como no deberían caer los ciudadanos en el perverso juego de la revocación de mandato. Para los primeros, un estudiante que duró 14 años en titularse no tiene mucho qué decir y menos qué presumir de la Universidad.
Para los segundos, no tienen porqué caer en el error de permitirle continuar en su vicio eterno de estar siempre en campaña, cuando en la práctica no ha logrado obtener un solo logro, uno solo. Se enfila para ser lo que por muchos se había pronosticado.
Los Universitarios deben recordar a los académicos que trabajaron con ahínco para darle identidad a la institución, nada más significativo como el legado que dejó José Vasconcelos “por mi raza hablará el espíritu”.
“Hay algo que trasciende, que es el espíritu y es la misión de la universidad, que más allá de cambios políticos y estructuras del país, prevalecerá, y eso se debe rescatar”: José Vasconcelos.