Lo bueno, lo malo y lo serio… Los candidatos, como producto de mercadotecnia

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Lo bueno, lo malo y lo serio… Los candidatos, como producto de mercadotecnia

Miércoles, 03 Enero 2018 00:10 Escrito por 

Empieza un nuevo año en el que habrá un proceso electoral y su máxima expresión tendrá lugar el primer domingo del mes de julio; por tal motivo, e inevitablemente, los medios de comunicación serán inundados con propaganda política de candidatos y partidos, por lo que en adelante desayunaremos, comeremos y cenaremos con miles de spots que remarcarán la benevolencia para elegir a uno o a otro, como si fuera un producto esperado por muchos años.

A este concierto de promesas que veremos en cada anuncio, se le puede comparar con cualquier producto que de antemano no nos interesa comprar, pero que quienes lo promueven harán todo lo posible para convencernos que es lo que necesitamos, lo que estábamos esperando, el mejor en su especie, y que seremos muy felices eligiéndolo por todos los beneficios que traerá con él.

Por lo mismo, hablemos pues de la promoción del voto como un producto de la mercadotecnia.

Para lo cual echaremos un vistazo a los más visibles, a los contendientes por la presidencia de México y que seguro estarán en la boleta, así tenemos al que según las encuestas, va punteando la preferencia de la ciudadanía; Andrés Manuel López Obrador, por el Movimiento de Regeneración Nacional; después, Ricardo Anaya Cortés por la coalición Por México al Frente y José Antonio Meade Kuribreña por el PRI, ¿cuál producto es el mejor?

Es precisamente aquí donde viene la intervención y el ingenio de los encargados de promover a cada candidato como el mejor producto, no necesariamente la mejor opción capaz de llevar a un mejor futuro a nuestro país.

Y es tan simple, como que ninguno puede garantizar que cumplirá todo lo que promete, por eso, hagamos una pequeña comparación con algunos productos conocidos y que tienen éxito a nivel mundial. Empecemos por el refresco de cola que se vende en todo el mundo; ese, el de la “chispa de la vida”, sus comerciales tienden a convencer que es necesario tomar la bebida para sentirse feliz, con una presentación comercial donde aparecen personas divertidas o deportistas de excelencia y un envase al que le escurren gotas frías, promueve ese deseo de salir a la tienda a comprar una de esas gaseosas; o ¿qué tal el iPhone 8 y después el X? Las filas eran inmensas cuando su lanzamiento, parecía que todo el mundo quería, necesitaba, un equipo de la marca de la manzana.

Pues el convencimiento de elegir a tal o cual candidato no es diferente, y no tiene porqué serlo; a final de cuentas, en principio, el producto (candidato) es conocido por unos cuantos, pero para poder posicionarlo por encima de sus contrincantes deben de convencer a un gran número de ciudadanos de que el producto que promueven es el mejor, que en este caso serían los consumidores.

Bueno, vemos a un adelantado AMLO, que es el resultado de una campaña vieja, que ha tratado de convencer que es la mejor opción, aunque no precisamente por el tiempo que lleva en promoción, por eso quiere decir que lo sea, pues es como un vehículo viejo y desgastado, que quien lo vende, lo ofrece como el automóvil que necesitábamos, que es austero, que no gastará gasolina de más, que no necesitará de mantenimiento, que nos ahorraremos mucho dinero, y muchos etcéteras, pero que, maliciosamente, ocultan sus múltiples defectos, no se trata de un vehículo de última generación, utiliza gasolina con plomo, echa humo, tira aceite, y le suena la carrocería, y por ser un modelo antiguo no traerá nada nuevo.

Para el caso de Ricardo Anaya, podemos compararlo con la marca de las hamburguesas, esa que se representa con una gran “m”, que se promueve en diferentes partes del mundo, habla varios idiomas, se manifiesta como joven y diferente, pero, contiene muchas características que nunca dirá su promotor, la hamburguesa es pequeña, la consistencia es blanda, no tiene todos los ingredientes prometidos, es insípida.

Por lo que respecta a Meade Kuribreña, puede que sea comparable con un reloj suizo, de última generación, con una maquinaria de la mejor del mercado y que marca las horas con exactitud, sin embargo, la marca que lo promueve, está muy desgastada y actualmente no pasa por su mejor momento, así que, es poco el atractivo del que pueda echar mano su promotor, no levanta y es evidente.

Sin embargo, todo transita por la misma condición, pretender convencer de que necesitamos un producto que no hemos pedido, es la labor de mercadotecnia, no tanto que se apegue cien por ciento a la solución de los múltiples problemas sociales, sino, cómo llegar al sentimiento del publico objetivo, por lo que, utilizar un sin fin de argucias para convencer al electorado, puede ser, lo más importante.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio