La Retórica de Aristóteles

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La Retórica de Aristóteles

Lunes, 21 Febrero 2022 01:50 Escrito por 
Gilda Montaño Gilda Montaño Con singular alegría

La Retórica de Aristóteles está conformada por tres libros, estructurados de la siguiente manera: el primero se ocupa de la estructura de la retórica, de la concepción de los argumentos y de las especies de retórica; el segundo libro se dirige al público, no sólo en cuanto que es capaz de razonar, sino también en cuanto que es sujeto de pasiones y tiene un determinado modo de ser; y el libro tercero estudia la forma más adecuada de los discursos con vías a la persuasión.

Una apreciación general de La Retórica de Aristóteles nos la brinda James J. Murphy, en los siguientes párrafos:

La mayoría de los estudios realizados sobre la Retórica de Aristóteles se centran exclusivamente en este texto, ya sea porque examinan sólo la Retórica o porque si citan otras obras de Aristóteles, lo hacen solamente para apoyar una interpretación particular de la Retórica.

Esto es desacertado por dos motivos. En primer lugar, el lector está a merced de unas citas selectivas utilizadas únicamente como pruebas de un argumento. En segundo lugar, y aún más importante, el lector puede llevarse la impresión de que la Retórica es un texto aislado y que como tal es posible entenderlo completamente.

Para Aristóteles, la retórica se basa en la observación empírica de que algunos hombres no quieren, o no pueden, responder a la lógica o a la dialéctica. Así como la dialéctica está alejada de la lógica formal debido a la necesidad de discutir, basándonos en la opinión, la retórica está alejada de la dialéctica debido a la necesidad de discutir ante "un oyente de poca valía, que presta audiencia a lo que está fuera del asunto".

También afirma que los asuntos externos afectan a los resultados "a causa de los vicios del auditorio" y que "en lo que toca a algunas gentes, ni aun si dispusiéramos de la ciencia más exacta, resultaría fácil... lograr persuadirlos".

Hay que tener en cuenta que, mientras que los “Tópicos” trata del "razonamiento", la Retórica habla de "convencer". Lo que Aristóteles ve como intrínseco a la situación retórica, es la condición humana del orador y de su público, y no los principios de la argumentación; estos principios, ya establecidos por el Organon, sólo se toman prestados o se modifican en la Retórica.

La mayoría de los retóricos ven en la Retórica simplemente un manual práctico para el aspirante a orador. Yo pienso que también es posible verlo como el intento de Aristóteles a lo largo de su vida, de justificar un fenómeno observado en la naturaleza.

Como extranjero en Atenas, Aristóteles no podía tomar parte activa en la vida pública, pero su agudo poder de observación le permitía claramente intentar analizar el comportamiento lingüístico de los que sí participaban. Su análisis eleva la discusión en torno a la retórica a un nivel de abstracción sin precedentes.

Finalmente, veamos la conclusión de Arantxa Capdevila Gómez en la página 13 en su artículo que es el segundo capítulo de su tesis doctoral, en el apartado sobre La Retórica de Aristóteles. La investigadora escribe:

[…] hay que destacar la definición que ofrece Aristóteles de la retórica. Aristóteles afirma que la retórica es “…la facultad de considerar en cada caso lo que cabe para persuadir (...) sobre cualquier cosa dada, por así decirlo, parece que es capaz de considerar los medios persuasivos, y por eso decimos que no tiene su artificio acerca de ningún género específico”.

Esto es, la retórica se centra en el estudio de los medios hábiles para conseguir la persuasión al margen de los contenidos que trata; Robrieux recoge esta idea y afirma que: “Con Aristóteles, esta ciencia de la persuasión ya no viene a sustituir a los valores, sino que deviene un modo de argumentar, con la ayuda de nociones comunes y de elementos de prueba racionales, a fin de hacer admitir ideas a un auditorio”.

Esta definición es sustancial para entender el modo en que la retórica se recupera en el siglo XX y se puede decir que mantiene íntegra su validez en la actualidad.

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Gilda Montaño

Con singular alegría