Entre la edad de piedra, pasando por la leña, el carbón y la energía eólica han transcurrido siglos. Ayer las energías limpias, los avances tecnológicos en materia de insumos para producir electricidad y el impulso de acciones que frenen el cambio climático, se impusieron. Ganó la cordura, ganó el futuro, ganó la defensa del planeta, ganó el acuerdo firmado con nuestros socios del T-MEC: Estados Unidos y Canadá. Se honró el compromiso con las nuevas generaciones de mexicanos y con los socios comerciales. Se rechazó la Reforma Eléctrica propuesta por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, caracterizada por el retroceso y el uso de combustibles fósiles. Los votos de la alianza opositora ganaron una nueva oportunidad para el país.
Todas las argucias posibles, las visibles y las oscuras se pusieron en práctica: retrasar la fecha de la votación, mandarla al Domingo de Pascua con el que culmina la Semana Santa, generar recesos innecesarios, hacer de la discusión un ejercicio largo, tedioso pero muy importante a fin de “agarrar cansados a los diputados de la oposición de Morena”. No fue así, todas esas prácticas legislativas que no sorprenden, son los usos que todos los partidos practican en México y en el mundo, pero en esta ocasión le fallaron a Morena y a su dirigente Mario Delgado, así como al líder de la Fracción Parlamentaria de Morena; en resumen, le fallaron a AMLO.
La Alianza Opositora integrada por el PRI, el PAN y el PRD actuaron como un bloque sólido, inamovible, al que se sumó el MC, Movimiento Ciudadano, que asumió una postura vigorosa.
En una batalla se gana o se pierde, no hay repechaje y esta vez se ganó, triunfó la alianza opositora, la preocupación por el futuro de niños y niñas, de los jóvenes, así como la lucha por el planeta y un México diferente.
Lo ocurrido en San Lázaro, el Domingo de Pascua, es un antecedente que debe tomarse en cuenta de manera seria para el litigio público que se emprenderá próximamente por la anunciada Reforma Electoral que está preparando el Presidente de la República para acabar con el INE que conocemos. Las dos reformas, no lo olvidemos, son las columnas que sostienen a la Cuarta Transformación así como la eliminación de la corrupción.
