Solamente cuatro estados de la República no han tenido alternancia electoral en los últimos 25 años. Se trata de Hidalgo, Coahuila, Estado de México y Guanajuato. En ese lapso se han realizado 130 votaciones y este año los hidalguenses tendrán la renovación en el Poder Ejecutivo; en Guanajuato ya fue el año pasado y las otras dos entidades lo harán el año próximo.
Por eso cobra relevancia lo que vaya a suceder en las elecciones de 2023 en la entidad mexiquense, donde históricamente ha gobernado el Partido Revolucionario Institucional y sus antecesores, el PRM, el PNR y el PST.
La contienda electoral seguramente se definirá entre dos grandes bloques: el que formará Morena junto al PT y Nueva Alianza. El otro gran bloque lo integrarán el Revolucionario Institucional, Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, aunque hay pláticas para incorporar al Movimiento Ciudadano y existen grandes posibilidades de que vayan juntos los cuatro partidos. Parece que el Verde realmente podría ir solo. A eso aspira Pepe Couttolenc, el joven líder.
Parece aventurado en este momento decantarse por cualquiera de estos bloques, sobre todo porque no se conoce a ciencia cierta quiénes serán las mujeres u hombres que los encabezarán y de eso dependerá en gran medida el éxito de las alianzas, más allá de quienes las integren, porque ahora los ciudadanos se fijan mucho en los candidatos o candidatas.
¿Estará listo el estado mexiquense para la alternancia?, esa es la gran duda.
De las últimas 130 elecciones para gobernador, sólo 41 se han definido por la continuidad en el poder, eso significa que 89 han optado por cambiar al partido gobernante. De las últimas 89 elecciones, solo en 24 de ellas los ciudadanos han decidido mantener al partido en el poder.
Pero hay otro dato interesante, en 12 de las 32 entidades federativas, las últimas tres elecciones han cambiado los colores de los partidos gobernantes.
Estos datos fríos nos señalan claramente que los ciudadanos han dejado a un lado la tolerancia para mantener en el cargo al partido gobernante.
Hemos visto en la alternancia en la presidencia de la República que la ciudadanía le otorga su confianza a un partido distinto al que se va para castigarlo, siempre con la esperanza de que el nuevo lo haga de mejor manera. Así sucedió en 2000, cuando votaron a favor de Vicente Fox Quesada, pero sucedió lo inverso cuando votaron a favor de Enrique Peña Nieto, porque no les gustó el gobierno de Felipe Calderón. Más tarde en 2018 eligieron a Andrés Manuel López Obrador, cansados de la frivolidad y presunta corrupción, pero además cinismo, de su antecesor.
En el Estado de México no ha sido así, el PRI hasta ahora se ha mantenido como el partido en el poder y sus dirigentes han sido acusados por usar todo lo legal e ilegal a su alcance, según sus detractores, para que así suceda.
¿Estaremos en la antesala del cambio, de la alternancia o asistiremos a una nueva elección dominada por el PRI, ahora de la mano del PAN, del PRD y quizá de MC, en una inusitada alianza nunca antes imaginada?
Las elecciones del próximo domingo nos darán una idea de cómo podrían comportarse los electores mexiquenses el próximo, aunque hay que considerar que ningún proceso es igual a otro, aun dentro del propio estado.
Oaxaca, Hidalgo, Tamaulipas, Quintana Roo, Aguascalientes y Durango no se parecen en nada al Estado de México. Sus necesidades, idiosincrasia y heterogeneidad de su población son completamente diferentes.
También lo serán las coyunturas y las condiciones políticas, económicas y sociales de 2023. Mucho muy diferentes, eso es verdad.