El abuso sexual, es uno de los delitos que muchas de las familias prefieren callar y hacer como que nada sucedió; sin embargo, las consecuencias son mayores, además de dolorosas que pueden acompañar toda la vida.
México ocupa el primer lugar mundial en abuso sexual de niñas y niños, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
90 por ciento de este delito se comete en el interior de los hogares y en el entorno familiar, espacios que deberían ser los “lugares más seguros”.
6 de cada 10 de estas violaciones se producen en casa y en el 60% de los casos, el agresor es un familiar o pertenece al círculo cercano a la familia como padrastros, tíos, primos, amigos o vecinos de los menores.
Después de un incidente de este tipo, muchas de las familias prefieren guardar silencio, no denunciar, y menos acudir a un centro de salud, pues por oficio se lleva cabo la investigación, y es lo que muchas veces se quiere evitar.
El protocolo ante este tipo de casos debe ser de manera prioritaria la atención médica para valorar los daños producidos, descartar alguna enfermedad de transmisión sexual, y embarazo.
A la par de la salud física, se debe iniciar con un proceso psicológico, no sólo para la víctima, sino para los familiares de su núcleo.
El denunciar, el alzar la voz es también de suma importancia para aportar todos los detalles del presunto agresor, dar con su paradero y que pague por su delito, además de evitar que siga lastimando vidas.
Según cifras oficiales, de cada mil casos de abuso sexual cometidos contra menores en México, apenas se denuncia el 10 por ciento y de ellos el 1 por ciento recibe una sentencia condenatoria, de acuerdo con cifras de la OCDE.
¡ Alza la voz, denuncia !
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