Todo combate tiene sus altibajos. En el pleito entre Leyda Sansores y Alejandro Moreno Cárdenas todo golpe, genera más y más. Como sabemos la gobernadora de Campeche no ha dejado de luchar en contra de Alito y sus golpes políticos son cada vez más duros y cada vez más constantes.
Sin duda todo dio resultado, la imagen de Alejandro Moreno ha quedado por los suelos: catear su casa, revisar sus cuentas, fue un proceso que notablemente estaba funcionando.
Pero todo peleador tiene un punto débil, parecía que Leyda Sansores tenía “al toro por los cuernos”, pero no era así, se equivocó en el tratamiento del tema y solo bastó sacar de contexto sus declaraciones sobre la supuesta carpeta de fotos de las diputadas priistas desnudas y todo se centró en su poca empatía con las legisladoras.
Soltar un rumor de esa magnitud, afectó a muchas mujeres, que de inmediato fueron atacadas y juzgadas en redes, por personas que desconocen el contexto de la situación y hablan sin fundamento, con ese gran poder que dan las redes y que nos queda claro es incontenible.
La exposición al escarnio público y la circulación de información falsa, fotografías de diferentes diputadas del PRI que supuestamente eran parte de esa carpeta que tenía Alito fueron acciones que comenzaron el alud de protestas de las tricolores.
Todo ello llevó a la denuncia de las priistas ante la Fiscalía General de la República por violencia de género, la cual consiste en toda acción u omisión dirigida a una mujer, por el hecho de ser mujer, que obstaculiza o anula el reconocimiento, goce y/o ejercicio de sus derechos político- electorales o en el ejercicio de su encargo.
Cualquiera de esas vertientes deja en descampado a Leyda Sansores. ¿Y el asunto de Alito? Pierde relevancia, porque así somos en este país. Si algo más escandaloso sucede, lo anterior, pierde importancia.
La gobernadora de Campeche declaró que había fotos de desnudos y recomendó que las diputadas no confiaran en Alito, pues podía usar esas fotos para chantajearlas.
Faltó sororidad, esa palabra que no solo debería ser moda, sino realidad.
No tirarle a una compañera mujer, no aprovechar la oportunidad para que “con toda la buena fe” ponga al descubierto algo que puede perjudicar su imagen.
¿Tienen razón las diputadas? Por supuesto. Porque Leyda Sansores tiene que comprobar que tiene pruebas no solo de las fotos, también de la posible extorsión y hasta donde sabemos sólo son insinuaciones.
Es aquí donde la verdad pierde su eficacia, es como si la escondieran en un juego de suertes, pues al ponerse en duda lo que está declarando sobre las diputadas también se intuye que todo aquello que haya declarado no tiene validez.
Es decir, un error garrafal como mostrarse poco solidaria con su género la hará caer, a ella y no a Alito, al que quería en la lona.
Un final emocionante donde todas las apuestas favorecían a Leyda, pero señoras y señores, la política es un juego que de llevarse a las canchas nos daría más emociones que la selección mexicana.
Los golpes que siguen vienen del lado del tricolor, pueden apegarse a la Ley Olimpia, una reforma legal para imponer penas de hasta seis años de cárcel por difundir imágenes de contenido íntimo y sexual sin el consentimiento de la persona implicada.
La ley está de su lado y amenazar con sacar a la luz esas fotos nunca fue ético, ni moral. Y hasta el momento es un supuesto que ha dañado a muchas, poniendo entre dicho su trayectoria política.