A un día del cuarto informe presidencial, son pocos los que esperan un discurso diferente, o que ofrezca una verdadera rendición de cuentas ante la nación por parte del titular del ejecutivo federal, respecto de lo que han sido los anteriores, incluso, puede adivinarse sin temor a caer en equivocaciones, que más bien, será una copia de aquellos, o de lo que a diario se escucha en las mañaneras.
Los spots que han estado circulando previos al jueves primero de septiembre, adelantan que una vez más el presidente Andrés López Obrador hablará de un país en progreso que únicamente existe en su mente, en el que todo camina de maravilla, aquel en el que las cosas van bien y estarán mejor.
Pero hay insistentemente algo en lo que los mexicanos deberían poner especial atención, porque de las mentiras que se le han contabilizado al mandatario son ya del dominio público. En su discurso, hay una parte que resalta, y es que a pesar de que el próximo 1 de diciembre se cumplirá su cuarto año al frente de la administración del país, aún queda pendiente mucho por hacer.
“No es que cumpla yo 4 años, todavía nos falta muchísimo y vamos a hacer muchas cosas buenas, vamos a celebrar muchas cosas más en beneficio del pueblo. Lo digo por quienes dicen que están contando los días, pero nos falta mucho, el día 1 de septiembre”, dijo.
En efecto, no son pocos los mexicanos que cuentan los días para que termine el sexenio del presidente López, existen muchos agraviados, mismos que es el propio tabasqueño quien ha ido engrosando a la lista de los que irónicamente llama conservadores, y que identifica como sus adversarios, pues al no estar de acuerdo con él, ya que no es aceptable en su mente la posibilidad de la existencia de la diversidad de ideas, se convierten en sus enemigos, irremediablemente.
Ya sean los padres de niños con cáncer; mujeres que reclaman atención; médicos que exigen mejor trato, medicamentos y plazas; científicos; deportistas; artistas; pequeños empresarios; la clase media; medios de comunicación; entre otros. Materialmente la lista crece cada mes, es imposible, bajo estas circunstancias, creer lo que tanto presume, que aún la mayoría del pueblo está contenta con su administración. Porque el pueblo no son únicamente los que reciben algún beneficio de los programas del gobierno.
Pero entonces, apoyándose en “los otros datos” hablará de un país que no existe en la realidad, por lo que no se tocarán temas a fondo como la cantidad de muertos provocados por la pandemia, de los que ha arrojado la violencia; de los desaparecidos; del desabasto de medicamentos; de la deuda externa que ha crecido descomunalmente de acuerdo a las propias cifras del gobierno; de la pérdida de empleos, de inversión; del desastre que significan sus obras emblemáticas; de la suma de más pobres, de los periodistas asesinados; no, de eso no hablará.
Entonces ¿qué debemos esperar el 1 de septiembre? La única novedad es que no habrá mañanera, pero será algo parecido a partir de las 17:00 horas, en donde no se descubrirá nada nuevo de las condiciones en las que se encuentran actualmente la mayoría de mexicanos, será, posiblemente, la oportunidad para arremeter en contra del vecino país del norte. Sin embargo, lo que sí se escuchará, serán una serie de quejas provocadas por “sus adversarios, los conservadores” a quienes les dedicará una buena parte de su discurso.
Pero no dirá a qué se refiere con eso de que aún le “falta muchísimo”, y que remarca que lo dice por quienes están contando los días para que termine su gestión, eso, más bien, debería preocupar. En una entrega anterior mencioné que López Obrador como político, es congruente, ha hecho lo que tenía planeado desde el principio. Sus palabras no deben tomarse a la ligera.
No es de sorprender que el “demócrata” se ha dejado ir con todo en contra del Instituto Nacional Electoral (INE), muchos adivinan cuál es su intención, son pocos los que se atreven a decirlo, pero no por evitar el tema las cosas van a ser diferentes. En la 4t soltar el poder no está en su vocabulario, la alternancia no existe, y, por lo tanto, la legalidad es opcional.
El discurso que el presidente López Obrador ofrecerá el próximo jueves no tendrá sorpresas, tampoco habrá una reflexión a conciencia con base en lo que se ha hecho mal, o se ha dejado de hacer, menos aún, habrá anuncios importantes que dispongan un cambio radical en la forma en la que se dice que se gobierna, o que se ajustará una verdadera estrategia en seguridad para sustituir a la inexistente que ha dejado enlutado al país hasta el día de hoy.
Será en cambio, un repetido desfile de personajes extraídos de la historia, con los que tanto gusta compararse el mandatario. Benito Juárez desde luego, tendrá un lugar especial. Para López ya no hay pobreza, gracias a las entregas de dinero sin intermediarios que reciben directamente los más pobres. Se re victimizará como tantas otras veces lo ha hecho, acusará al pasado, particularmente al expresidente Felipe Calderón como responsable de su fracaso, y dirá que un cambio de la magnitud del que encabeza, aún le falta tiempo para que puedan apreciarse sus “beneficios”
Y mientras López Obrador hablará de su país, los mexicanos deberíamos prepararnos para soportar una de las crisis más complicadas, difíciles, largas y dolorosas de las que se tengan memoria, la inflación (el impuesto más cruel en agravio de la gente más pobre), no tendrá clemencia.
Mientras tanto, el enfrentamiento entre semejantes, continuará, las familias seguirán distanciadas, derivado del desacuerdo de ideas que es cosa de todos los días. No, no se puede pronosticar algo diferente a lo que ya se ha visto hasta la fecha por parte del hombre más poderoso del país. El discurso de López Obrador, será uno más.