A una de las mañaneras del presidente Andrés López Obrador se presentó la periodista Nayeli Roldán del medio informativo “Animal Político”, quien cuestionó al mandatario acerca de la utilización del software Pegasus, que únicamente se vende a gobiernos, toda vez que reporteros de ese medio habían sido espiados, lo que pudo comprobar Citizen Lab, de la Universidad de Toronto.
La respuesta del confundido mandatario fue, en primer lugar, la de negar, como ha sido su costumbre todas las mañanas durante cuatro años, y lo hace cada vez que se toca algún tema espinoso en el que se acusa a su gobierno de realizar actos indebidos y desde luego, que no le convienen; pero esta vez fue aún más delicado, pues si se comprueba que existe espionaje a los periodistas, se estarían vulnerando los derechos humanos de estos, por consiguiente, el ejército tendría que dar cara y explicar al respecto.
La periodista arrinconó al mandatario federal, quien titubeante afirmó que no se trataba de espionaje sino de labores de inteligencia, así como se lee: labores de inteligencia. Cabría entonces la pregunta ¿contra periodistas? Pierde la brújula el tabasqueño, porque por un lado, si son labores de inteligencia, ¿por qué no se ven resultados en contra de la delincuencia? ¿O, son más peligrosos los periodistas y defensores de los Derechos Humanos?
Ahora bien, los involucrados de los medios casualmente investigaban al ejército mexicano respecto de violaciones de los derechos humanos. Lo anterior, salió a la luz a partir del hackeo de los activistas de “Guacamaya” que permitió tener acceso a la información señalada.
La evidencia se le sale de las manos al presidente, ya que la información que fue extraída por los hackers revela muchas cosas ocultas del gobierno de López Obrador y que salen a relucir confirmando su amasiato con las fuerzas armadas. Sin embargo, parece que el tabasqueño aún no mide las consecuencias de tal invasión, pues se trata de los secretos más delicados que habían sido guardados, supuestamente con extremo cuidado, y de a poco se van revelando los alcances que tuvo. Lo que ha salido a relucir apenas es la punta del iceberg.
No obstante, y muy a pesar del grave problema que representa descubrir lo señalado; el originario de Macuspana hace pensar que cree que todo se reduciría a conocer la verdad sobre su estado de salud, que tampoco es cosa menor, pero de serlo, que diminuta es su visión si así la considera.
Sin tomar con seriedad el cuestionamiento de acuerdo a las respuestas que ofreció, aprovechó también el momento para victimizarse, al tiempo que con descaro decía que lo de su enfermedad ya se conocía. Con lo anterior deliberadamente hace a un lado sus propias declaraciones, las que habían sido en el sentido de negarlas porque decía estar más fuerte que nunca, obligando a la señorita Vilchis a hacerlo también, por lo que ambos quedan en medio de mentiras.
En tanto la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) negó que realice labores de espionaje y, en la misma sintonía del presidente, aseguró que se trata de “labores de inteligencia” para detectar generadores de violencia y delincuentes.
“Esta Secretaría, con estricto apego al Estado de derecho, ratifica que no realiza actividades de inteligencia y mucho menos de espionaje de índole alguna en contra de sectores de la población, como defensores de los derechos humanos, activistas sociales y periodistas, entre otros” Informó la Secretaría de la Defensa.
En el comunicado, la Sedena señaló que las leyes mexicanas facultan a las Fuerzas Armadas para realizar labores de inteligencia contra la delincuencia organizada. ¿Y luego? Todo se enreda de un lado y del otro, tanto presidencia como los militares desearían que todo esto pasara sin mayor contratiempo, difícil que así sea, la fuente de información de los activistas les parecerá interminable.
Por lo que “El propósito principal de las actividades de inteligencia es llevar a cabo la detención de líderes de organizaciones delincuenciales y generadores de violencia, la ubicación de instalaciones empleadas como centros de producción y acopio de drogas, además del aseguramiento de armamento y otros resultados importantes en materia de seguridad pública”, como se lee en el documento, solo alimenta más la perspicacia.
Según la Sedena, en este tipo de actividades se “prioriza la inteligencia sobre el uso de la fuerza, para garantizar un mayor margen de seguridad en la actuación de las tropas y otras fuerzas de seguridad pública”, aunque reconoció que la compra de Pegasus se utilizó entre junio de 2011 y agosto de 2013, única y exclusivamente, para mantener la seguridad y capacidad operativa del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Lo anterior no se ha visto en imágenes que se comparten en las redes sociales, en las que claramente se observa otra cosa muy distinta.
Aunque, en su respuesta, la Sedena no menciona a la empresa Comercializadora Antsua, SA de CV, representante en México de NSO Group, dueña de Pegasus, y tampoco responde de ninguna manera a los señalamientos del medio informativo “Animal Político”, respecto de los periodistas afectados, porque negarlo así nada más, no es lo que merece el pueblo.
¿Labores de inteligencia y no de espionaje?
Entonces también puede ser que se confundan otras cosas, como: son técnicas de investigación, no es tortura; son aportaciones para fortalecer el movimiento, no son moches; las cifras de muertos depende de cómo se diga, entre muchas otras barbaridades similares.