El Fútbol como componente sociológico

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Publicado en Opinión

El Fútbol como componente sociológico

Miércoles, 26 Octubre 2022 00:30 Escrito por 
Jorge Olvera García Jorge Olvera García Inventario

Me siento muy orgulloso de ser futbolero y de cómo este puede incidir en la vida de los demás, porque es, en este tipo de deporte donde se rebela la grandeza de una persona. Uno se comporta en la cancha de la manera en la que se conduce en la vida. No perdamos de vista lo esencial, el futbol es pasión bien entendida, es la vida misma en su sentido más racional sin olvidar que en lo fundamental es simplemente un deporte.

El practicarlo me ha brindado la oportunidad de fortalecer aquello que se llama categoría, principio que queda mucho más expuesto en los momentos de adversidad que en los momentos de abundancia. Hago mías las palabras de Villoro, el cual, en su libro: Balón dividido ejemplificó que en la franja que divide Corea del Norte de Corea del Sur: “la tierra de nadie… en la cerca del lado sur hay papeletas con consignas de paz y reunificación, escogí una al azar y le pedí a mi interprete que la tradujera: “Quiero jugar al fútbol con un niño de Corea del Norte”, decía la pancarta”.

Eso es el fútbol, una peculiar forma de vivir y de unir, pues este nos recuerda que para existir debe coexistir el otro. Es unidad, solidaridad, disciplina, dedicación y esfuerzo. En la vida como en la cancha se puede ganar o se puede perder, pero la honestidad y tus convicciones no se negocian, como decía el Premio Nobel de Literatura Albert Camus: “todo lo que sé de la moral y obligaciones del hombre se lo debo al fútbol”.

El éxito envilece y la derrota nos hace mejores personas, conviene recordar las palabras de Marcelo Bielsa, entrenador argentino: “Tengo claramente visualizado que en los procesos negativos todos te abandonan. Los medios de comunicación, el público y los futbolistas. Y eso es natural, es propio de la condición humana. Esto no es un reclamo, es la descripción de algo que llevo 30 años viviendo y que se repite en cualquier actividad humana. Nadie te acompaña para ayudarte a ganar y todo te acompañan si has ganado. Es una ley de vida”.

No hay espectáculo deportivo más apasionante ni más arrebatador en todo el planeta que el fútbol. Este deporte armoniza, une y vincula, solidariza, emana y alegra. Es una interpretación de la libertad y también de la igualdad entre hombres y mujeres, pues lo mismo desata pasiones en el país de Mandela que en el de Churchill, y que es misticismo, luz, casi poesía en el país de Borges y maravilla en el país de Chico Buarque.

Por ello, considero que el fútbol es cohesión, diversión, espectáculo y no la vida misma como nos quieren hacer pensar algunos que cada tanto nos reafirman que el universo de la pelota es un reflejo de la sociedad. La violencia tiene un componente social muy importante, se elige al futbol para manifestarla, en primer lugar, porque se escuda en el argumento del supuesto “amor” por los colores, el cual invita a tener una excusa solidaria ante miles de personas que ven, en esta oportunidad un pretexto para cometer actos impunes.

Uno se vuelve anónimo en medio de la gente. Hay un elemento sociológico que conviene no perder de vista. Ser aficionado a un equipo de futbol se convirtió en una excusa perfecta para volverse conocido, en donde el acto violento, irrespetuoso y visceral se convierte en un acto de consideración pública. Por fortuna en nuestro país aún existe la posibilidad de acudir a un estadio de fútbol y convivir durante 90 minutos entre aficionados de distinto equipo, cosas normales que son anormales en países de Sudamérica, claro, salvo sus excepciones aquí y en esa parte del continente.

En ese orden de ideas, conviene ejemplificar lo acontecido el sábado por la noche durante el juego de vuelta de la semifinal entre el conjunto americanista y el Toluca en la cancha del Estadio Azteca. El coloso de santa Úrsula vibraba y latía por la efervescencia de más de 90 mil espectadores que acudieron a ver el encuentro entre dos grandes instituciones. Cuando la suerte parecía esquiva para el cuadro escarlata en los últimos minutos de dicho encuentro apareció la justicia a través del VAR que, como emperador romano bajo el pulgar para decretar sentencia y por consecuencia el triunfo del conjunto dirigido por Ignacio Ambríz.

Los Diablos Rojos del Toluca se han convertido en una parte fundamental e imprescindible de nuestra ciudad, es un sentimiento que está incrustado en el tejido social de la capital. Diría incluso que, a la manera del Futbol Club Barcelona, es más que un club en esta parte del centro de la República, un movimiento popular sin precedentes que no lo tiene ninguna institución pública, política, privada o social y que, cada tanto puede congregar a más de 30 mil personas en un día laboral.

Es un fenómeno indisoluble y parte de la identidad toluqueña donde conviven familias de arraigo y abolengo que generación tras generación transmiten el amor por este club, porque Toluca va más allá de un simple equipo de fútbol, Toluca para muchos es ese abrazo con su abuelo con un gol de Cardozo, es el beso con su padre con una atajada de Cristante, es la emoción y convivencia familiar en la disputa por un campeonato.

Soy orgullosamente azul y oro, de cantera, hecho en C.U de los Pumas de la UNAM, pero nada me daría más gusto y emoción que el Toluca se alzará con el campeonato que le daría el tan anhelado título número 11 de su historia. Felicidades a Don Valentín, con quien tuve el privilegio de coincidir durante mi paso por la Rectoría de la Casa Verde y Oro, le deseo el mayor de los éxitos en esta final del fútbol mexicano, todo mi aprecio, reconocimiento y admiración a un hombre que, al igual que su Sr. Padre han dado mucho por esta ciudad que ve en el Deportivo Toluca un componente cultural, sociológico y familiar muy importante.

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