Escribo la primera columna de este año con mucho entusiasmo hacia todos mis lectores a quienes desde el agradecimiento me permito desearles un feliz y próspero año 2023. Con ustedes he coincidido a través de este espacio que, desde la gratitud escribo gracias a la oportunidad que una casa editorial de prestigio como DigitalMex y su Presidenta, mi amiga Diana Mancilla, me brindan para escribir los temas que la actividad pública nos convoca. A todas y todos los que hacen posible esto, muchas gracias.
“Ni victoriosa ni triunfante. Honrada”. Con estas palabras asumió la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal la Magistrada Norma Lucía Piña quien luego de un proceso con muchas implicaciones rompió la barrera de cristal para reivindicar el papel de las juzgadoras en México.
Será interesante observar el papel que asumirá el máximo tribunal de justicia de este país en torno a la interpretación de distintos temas que siguen pendientes en la agenda política y jurídica de México. Tiempos nuevos se avizoran en la Corte con esta nueva designación, pues la mujer ha sido factor de cambio y conciencia crítica gracias a las aportaciones que en distintos rubros ha manifestado desde el punto de vista científico, académico y jurídico. La Ministra Presidenta es una mujer de su tiempo, un ejemplo luminoso que de inspirarnos a todos.
No perdamos de vista que nunca antes en la historia de la República una mujer había presidido el poder judicial de nuestra nación, lo cual se convierte, sin duda, en un hecho que quedará escrito en la historia de este país, porque como dijo alguna vez la hoy Ministra Presidenta en la toma de protesta de juezas federales: “ustedes son juezas producto de una acción afirmativa, yo soy ministra producto de una acción afirmativa, estamos hoy aquí asumiendo las invisibles dobles y triples jornadas, superando el desequilibrio en el balance, trabajo y familia como diría el poeta: ‘haciendo camino al andar’”.
La Magistrada Presidenta es el sueño y ejemplo de todas las mujeres juzgadoras de este país, de que sepan que se puede llegar a donde ellas se propongan sin importar las circunstancias y muy a pesar de que carguen con responsabilidades que muchas veces les impide continuar sus objetivos. Su designación es el corolario de la juzgadora que alguna vez renunció a seguir avanzando en su carrera judicial por ser madre. Su asunción es la justicia de aquella jueza que, por una perspectiva errónea de la sociedad renunció a seguir avanzando en su carrera judicial.
Esto merece estar en los libros de historia, en los capítulos donde con mucho orgullo podamos decir que estamos construyendo un tejido social donde mujeres y hombres tenemos las mismas oportunidades de desarrollarnos profesional y personalmente.
Este es el camino por el que debemos seguir transitando y que esto se replique no solo en el poder judicial, sino que trascienda como una marea sin fin hacia otros espacios donde estoy seguro, se generarán los esquemas adecuados para que, en cada ámbito de la vida política, jurídica y social exista una mujer tomando decisiones no por cuestión de género, sino por capacidad.
Hoy, en su oficina, el cuadro de Benito Juárez García la mira de frente y le dice: “Ni victoriosa, ni triunfante. Honrada”.