Lectoras/es inicio este año con renovados bríos y ánimo de contribuir con mis reflexiones, sobre aspectos de la vida social y política en nuestro Estado y en el país, para que ustedes tengan mayores elementos de análisis. Si celebraron las fiestas decembrinas e hicieron su lista de deseos, les cuento que a mí me funciona concentrar la lista en un solo propósito general, haciéndolo por escrito, que se base en acciones sencillas, distribuidas a lo largo del año, pero con una planeación mensual, semanal y diaria. Y, claro, antes de entrar al tema de este texto, quiero desearles el mayor de los éxitos en los próximos 365 días.
Ahora sí, vamos a aprovechar esta primera colaboración de 2023 para presentar diversos pronósticos políticos. El primero que viene a mi mente se relaciona con el grupo político que detenta el gobierno federal. Me uno a quienes sostienen que “no tienen pruebas, pero tampoco dudas” de que seguirá incrementando sus beneficios, ya saben, recurrirán a contratos sin licitaciones (asignaciones directas) concedidos a sus familiares, compadres y amigos cercanos. La corrupción seguirá su rumbo, más por ser el quinto año de gobierno. Casos como SEGALMEX seguirán impunes y por otra parte, continuará el ataque a los opositores, el bloqueo de cuentas y presiones fiscales a quienes empiecen a sobresalir en la lucha por las candidaturas. Este mismo grupo incrementará su lucha contra la sociedad civil, tampoco dudo que los enfrentamientos con quienes piensan diferente se incrementarán.
El grupo gobernante sabe que su derrota puede venir, justamente, de una sociedad organizada que se manifiesta y actúa. La élite que gobierna este país exigirá que no se le cuestione nada, que todos los grupos organizados estén bajo su dominio absoluto. El combate a los periodistas libres seguirá marcando la agenda, y la violencia contra estos profesionales continuará. La lucha también será contra los grupos ambientalistas pues sabe que son malos para sus negocios, pues le impiden hacer obras al margen de la ley. Esta élite buscará afanosamente cortarles cualquier tipo de financiamiento, nacional o extranjero, y una de sus estrategias será decretar como seguridad nacional aquellas obras públicas que violen normas ambientales. Podría apostar que nuestros destacados gobernantes argumentarán que las organizaciones civiles (no sólo las ambientales) se oponen al desarrollo del país y son traidores a la patria, causantes de los peores males que nos aquejan. Bueno, también puedo apostar que la crisis hídrica hará mayor presencia en amplias zonas urbanas y los malos del cuento, ¿adivinen quiénes serán?
En contraste, se incrementarán sustancialmente las organizaciones oficialistas, muchas de ellas podrían ser falsas, un membrete creado desde la Secretaría de Gobernación, para apoyar las ocurrencias gubernamentales que, si han sido abundantes hasta ahora, no nos darán tregua en los casi 23 meses que le restan a este gobierno. Las instituciones como Comisión Nacional de Derechos Humanos, Auditoría Superior de la Federación y el IFAI, se verán sumidas en el poco activismo y menos difusión de sus objetivos.
Los ataques a la democracia seguirán vigentes, un día sí y otro también. El INE continuará en el ojo del huracán, verá fuertes ataques a su autonomía y se reducirá su eficiencia debido al ajustadísimo presupuesto que le han asignado. Y la renovación de cuatro consejeros, incluido el Presidente/a, puede poner sus decisiones fundamentales al servicio de uno de los jugadores. Un árbitro parcial, objetivo máximo del populismo. La idea es muy clara: dar amplias facilidades al grupo gobernante y el exterminio de los opositores. El litigio que se espera en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ante la aprobación de las anticonstitucionales reformas de leyes secundarias en materia electoral, marcará el futuro tanto de este órgano como de la democracia en nuestro país.
Morena por su parte incrementará ilegalmente los actos anticipados de campaña desafiando al INE y al Tribunal Electoral. Quienes aspiren a una candidatura de este movimiento político, para cualquier puesto de elección, distraerán tiempo, fondos y personas del servicio público para cumplir su aspiración. Mientras, claro, exigirán que a sus opositores se les dificulte, con artilugios legales, sus propios actos de proselitismo. La oposición buscará atraer la simpatía de una sociedad civil agraviada, especialmente la clase media, que quiere un mejor futuro, y posicionar ante la opinión pública tanto una narrativa creíble como una candidatura única.
En materia económica lamentablemente nuestra situación estará vinculada a la recesión que podrían tener los Estados Unidos, que todavía no sabemos qué tan grave será. La disputa por el T-MEC generará un clima de incertidumbre, se traducirá así, en mayor desprecio a la inversión privada y presión mayor a los inversionistas que harán unas finanzas públicas más vulnerables.
En materia de seguridad los grupos criminales intentarán aprovechar los procesos electorales para incrementar su poderío ante la ineficiencia gubernamental.
A pesar de todo, ante este panorama poco alentador, soy optimista porque la apuesta para corregir todos esos problemas es la sociedad civil. Si usted amigo/a lector/a se decide a participar, y convence a las personas cercanas de hacerlo, puede contribuir a cambiar la realidad y ser el arquitecto de su destino. Si en lugar de que sólo sea un deseo de inicio de año asumimos la determinación de participar como una forma de vida y nos ponemos en acción para motivar no los partidos, no las/os candidatas/os, sino a la familia, las/os amigas/os, las/os vecinas/os, las/os compañeras/os de trabajo, nosotras/os mismas/os construiremos un mejor futuro inmediato.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.