No puedo volverme cínica ante el amor. Sé que es un constructo social donde el poder económico es lo que realmente importa para que se pueda celebrar con bombo y platillos, lo que todos llamamos fervor amoroso.
Confieso que cada vez que pienso en el amor, me gusta pensar que podemos llegar a amar plenamente sin temor a salir lastimados.
¿Pero cómo hacerlo en un contexto donde todo parece ir en contra de lo profundo? Sin duda, es una tarea ardua encontrar a una persona que profiera sentimientos honestos que lo lleven a entregarse y a no abusar de su poder emocional.
Las relaciones sentimentales conllevan conocimiento, paciencia, tolerancia y aceptación. En esta última consiste el éxito o el fracaso de cualquier vínculo que intentemos con otra persona.
Aceptar al otro con todo su bagaje familiar, social y sobre todo emocional. Estamos tan acostumbrados a las comedias románticas que nos dictan como debe ser una relación que es difícil no tener expectativas que pueden no cumplirse debido al carácter de la persona de la cual nos enamoramos.
Empezando por el 14 de febrero donde gastar, comprar, celebrar con vino, rosas, chocolates, perfumes y joyas se da por sentado. Además de la presión social de exponer todo lo que se viva en las redes sociales, para que no se cuestione si hay amor o no.
Por eso es fundamental saber qué esperamos del amor, y si esa persona que escogimos puede darnos lo que consideramos nos hará felices.
Parece un método fácil, pero no es así. La mayoría de nosotros escondemos las verdaderas intenciones del amor tanto del que sentimos como del que solicitamos. Así que al principio llenamos a esa otra persona de atributos de los que carece y al paso del tiempo, ese amor, ese fervor, se convierte en frustración.
En este momento donde nos estamos empoderando, también deberías reconstruir nuestra idea del amor como algo forzosamente romántico, tal y cómo lo vemos en series y películas.
Veamos a esa otra persona como es y si al develarlo como un ser humano que se equivoca, que trae heridas y también una formación sentimental distinta. Así que si él también va a conocer a una humana llena de defectos, es momento de pulirlos, regularlos, compartirlos e incluso perdonarlos.
Amar al otro es el encuentro de otro mundo. Debemos admirarlo con toda la curiosidad que se pueda y sin el afán de cambiarlo para amoldarlo a un estereotipo que sólo se logra en las telenovelas.
Si lo hacemos, podemos tener el poder de alejarnos en cuanto las alarmas de un ser tóxico aparezcan. O en una feliz situación, podemos encontrar a un ser humano que nos complemente, nos haga sonreír hasta en un día atareado. Que tenga largas pláticas de las cosas más profundas a las más simples. Que nos haga sentir especiales y queridas. Sí se puede. No es que no exista el amor o sea una historia ridícula, es que no estamos mirando con claridad ni con los ojos ni con el corazón.
En nombre del amor, no nos contemos historias que no existen, ni pongamos dones donde no los hay. Encontremos el amor con la razón, porque la felicidad se debe tomar en serio.