Solo es una reflexión que pretende impulsar el
mundo de las ideas, los valores y las actitudes.
“Demostremos que nosotras enriquecemos la política, porque sabemos hacerla de forma constructiva; con ideas y no con descalificaciones. Con contrastes sí, pero NO CON ATAQUES VILES. Con diferencias, pero NO CON VIOLENCIA”. Así se oía, antes de iniciar formalmente su campaña por la gobernatura del Estado de México, a la candidata de la alianza, Va por el Estado de México. Se trató de un autodirigido diálogo para deprecar a su contrincante, la Maestra Delfina Gómez Álvarez, debatir con ella.
Con el sello de la casa, lanzaba el anzuelo, invitándola públicamente a hacerlo de forma civilizada. “Delfina no tengas miedo, soy una mujer solidaria antes que tu adversaria, debatamos con respeto por el bien de los mexiquenses”. Aunque me queda claro que se trataron de expresiones sin convicción alguna; pudieron ser mejores si se hubiera incluido en aquellas palabras, el compromiso real para evitar, a toda costa, el engaño y la hipocresía.
Como era de esperarse, la cosa cambio. Se optó por seguir la guía y el consejo de la nueva escuela priista, producto de la experiencia de su principal mentor y tutor (por abandono) del priismo mexiquense (a) Alito, Moreno. La escuela enseña que las palabras se las lleva el viento y que no existe valor alguno para respetarlas cuando surgen riesgos que afecten a sus intereses personales.
El gran filósofo griego Sócrates, solía decir, “cuando el debate está perdido, la calumnia es el arma del perdedor”. Y lo sigue siendo hasta nuestros tiempos. La calumnia, las injurias y los chismes siempre traen consigo un gran poder destructor, sobre todo en épocas electorales, porque se echan a andar abiertamente, sin ningún tipo de tapujo y de frente a la sociedad. Son las acciones más sencillas para menoscabar la fama pública y la manera más pronta para ensuciar la reputación de una persona.
Pronto se acabó para la candidata aliancista, su embeleco deseo por enriquecer a la política; porque, sucedió todo lo contrario. Empezó comparando a su contrincante electoral, con una marioneta que es dirigida a través de un titiritero. Son palabras altamente ofensivas que no tienen nada de constructivas, ni mucho menos alcanzan valor alguno de sororidad de género. Por cierto, aquellas palabras, según la revista Proceso, también alcanzaron al presidente Andrés Manuel López Obrador. En eso acabo la idea de construir y se dio paso al plan B, destruir a la adversaria que lleva la delantera.
También, no tardaron en llegar los contrastes, tal y como se propuso al inicio. La periodista Sabina Berman le pidió, en una entrevista, a Del moral que se contrastara frente a su contraparte, inmediatamente contesto: la edad; Alejandra se considera muy joven y para ella, la maestra no lo es. Otro contraste que menciono fue que ella es funcionaria pública y Delfina Gómez, solo es maestra. Qué valiosas diferencias encontraron, no cabe duda de que son de fondo. ¡Vaya forma de contrastar, es una maravilla! Sus contrastes dejan ver un desesperado afán por ver a su contraria en desgracia. Tienen toda la intensión, de lesionar la dignidad y de atentar contra la propia estimación de la candidata del partido Morena.
Ahí no paro la violencia en contra su adversaria, pues además señalo que, “me encantaría ver a una mujer que aspire a gobernar el Estado, LIDER. Si no te asumes como candidata jamás te vas a poder asumir como gobernador”. Por donde le veas y a pesar de la dulzura del tono, se trata de una dura delación de ineptitud y mediocridad. Es un ataque directo para la Maestra Delfina, cargada de una fuerte violencia verbal hacia ella qué, de acuerdo con las declaraciones iniciales Del Moral, dijo estar dispuesta a evitarlas; porque, según ella, la respeta y es solidaria. Entonces, yo me pregunto, hasta donde llegaría si no lo fuera.
Todo esto entraña una intención real y directa, por desvalorizar y denigrar a quien va ganando la candidatura para gobernar el Estado de México, la Maestra Delfina Gómez Álvarez. Decía el maestro Sigmund Freud, la calumnia es una defensa psicológica contra la propia sensación de ineptitud e incompetencia.
La escuela política de noventa y seis años mexiquense, se ha ganado a pulso la animadversión ciudadana, el desdén y la malevolencia de los votantes. La desconfianza en ellos es tan absoluta, que basta con que Alito, manifieste sus valiosas indicaciones sobre la orientación y rumbo de la campaña de su candidata Alejandra y continúe determinando que compromisos se cumplen y cuáles hay que decirlos que no, para que todos quienes los ven y escuchan se lleven las manos a la cabeza y entiendan que va a pasar justamente, todo lo contrario, a lo que se comprometen.
Luego, entonces, en resumen, hacer política constructiva, significa destruir a la política; hacerla con ideas, significa, envolverla en insultos; los contrastes, significa la desvalorización y denigrar a la oponente; decir no a los ataques viles, significa hacer escarnio público sobre quien va adelante; buscar diferencias, significa saber la edad del rival político. Como dijo el filósofo: a donde vamos a parar.
Ahora, mis preguntas finales, respecto a escarnio público, ¿De verdad creen que, con el escarnio, la desvalorización y el insulto cambiaran su circunstancia de segundo lugar? ¿A poco ya abrieron las escuelas de tiempo completo de Alito, Moreno? ¿Lo que bien se aprende jamás se olvida?
Hasta aquí con una más de: Mis preguntas finales, nos leemos en la próxima.
Guillermo Calderón Vega. Profesor Universitario, abogado, exfuncionario público, Experto en operación, negociación y concertación política. Twitter: @gmo_calderon / Facebook e Instagram: Guillermo Calderon Vega