El 23 de octubre de 2019, la mayoría legislativa de Morena y aliados celebraba con bombo y platillo la desaparición del Seguro Popular para dar paso al INSABI, institución que, de acuerdo a lo prometido por ellos, daría paso a un sistema de salud, similar al de Dinamarca y que según las promesas estaría operando el 1 de diciembre del 2020 con gran eficiencia, nada más falso que eso. Vale la pena recordar que, en este mal experimento de migrar de un instituto a otro, se recortaron 40 mil millones de pesos de los 100 mil con los que contaba el Seguro Popular.
Surgido en 2004 con el objetivo de prestar servicios de salud a quienes no contaban con seguridad social, en su inicio el Seguro Popular contaba con un padrón de 5.2 millones de mexicanas y mexicanos, cifra que ascendió a 52 millones, hasta antes de su desaparición, es decir este programa incrementó su espectro de atención ¡10 veces!, si bien esto era perfectible, la solución no estaba en aniquilarlo y dejar en el olvido a sus afiliados, la gran mayoría en condiciones de gran vulnerabilidad quienes pasaron de contar con acceso a operaciones, revisiones periódicas, atención de urgencias y acceso a medicamentos, a tener que desembolsar grandes cantidades de dinero que en poco tiempo afectan considerablemente el patrimonio familiar.
La pesadilla no concluyó aquí pues en plena pandemia y resultado de su mala planeación y estrategia, decidieron recortar 33 mil millones de pesos al Fondo de Salud para el Bienestar, es decir, los recursos etiquetados para la Salud ya llevaban un recorte del 73%, dicho fondo estaba destinado para la atención de más de 60 enfermedades de altísimo costo que ponen en riesgo la economía de las familias. ¿Cómo explicarles a los familiares de pacientes con cáncer cervicouterino, de mama y cáncer infantil o a las madres de los más de 200 mil bebés prematuros que nacen al año en nuestro país? Que ya no se cuentan con recursos para atenderlos pues el gobierno decidió gastar ese dinero en estadios de beisbol, trenes y refinerías.
El resultado de la improvisación se ve reflejado en los más de 300 mil muertos que dejó el COVID en nuestro país, ¿dónde estaban todos esos recursos, cuando se necesitaba equipamiento, vacunas y atención para quienes se debatían entre la vida y la muerte? Su falta de responsabilidad y humanidad nos colocó como el tercer país con mayor número de decesos a nivel mundial.
Las decisiones ineficientes e improvisadas suelen tener malos resultados, pero esta combinación se torna catastrófica cuando hablamos de salud y este gobierno es el claro ejemplo de ello, ¿la muestra? el fracaso del INSABI, sí, de ese Frankenstein, que ellos mismos “pusieron en marcha”, ese que nunca supimos como operaba, pero que sirvió de coladera para miles de millones de pesos que han sido utilizados en todo, menos en la atención a la salud de millones de familias, sobre todo de la población más pobre, esos a quienes ellos prometieron esperanza y transformación, que se ha convertido en un retroceso humanitario, un saqueo a costa de la vida de las y los mexicanos. La historia habrá de juzgarlos…
Mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Twitter: @LauraBarreraF
Instagram: laurabarrerafortoul
Facebook: Laura Barrera Fortoul
