Hace unos días el presidente de México, Andrés López Obrador, salió sonriente y se dijo muy contento por el resultado de una encuesta que lo coloca con el nivel más alto de aceptación de su gobierno, sin embargo, el 84% que presume de aprobación, más parece haberse hecho en una reunión ordinaria del Movimiento de Regeneración Nacional, su partido, que de un verdadero sondeo.
El mismo personaje que hace no mucho se lanzaba en contra de algunas encuestas que destacaban el crecimiento que ha obtenido la senadora Xóchitl Gálvez Ruiz, presumió que éstas habían sido infladas o inventadas, desmereciéndole el hecho de que la posible candidata de la alianza opositora a su gobierno pueda haber despegado gracias a su posición de enfrentamiento, y también, hay que decirlo, gracias a que es el propio tabasqueño que parece impulsarla a la candidatura señalada.
Pero ahora es distinto, porque hoy le toca presumir una increíble encuesta que lo coloca por las nubes; no obstante, el 84% representa una simple ilusión, pues de estar acorde con la realidad no alcanzaría, ni en sus sueños, tal porcentaje, porque los resultados, o más bien, los nulos resultados de su gobierno reflejan una realidad que el titular del ejecutivo se niega a ver.
Y mientras que el mandatario presume sus números, el país entero se encuentra en llamas, los bloqueos de carreteras, los enfrentamientos del crimen organizado, los cobros de piso, las muertes violentas que se han multiplicado en este sexenio aterrizan en un México distinto al que presume el inquilino de palacio nacional.
La tragedia se apodera del sentimiento generalizado, los poblados fantasmas cada vez son más, son también más los mexicanos que pretenden alcanzar el sueño americano, y, por cierto, son más las voces de las autoridades del vecino del norte que alertan sobre el comportamiento de López y piden adopten sus ciudadanos medidas de seguridad para el caso de hacer un viaje al sur de su frontera.
En el mismo sentido, más que en ningún otro momento de la época moderna, la relación bilateral con los Estados Unidos se encuentra en su punto más complicado desde que se abrió el libre mercado entre ambas naciones, el riesgo de una ruptura está latente, y de darse, los dos países sufrirían graves consecuencias en su economía, y sobra decirlo, el más afectado sería México.
Lo peor de todo, es que no se guarda la mínima esperanza por un cambio de posición del gobierno mexicano, por cuanto a su estrategia en política exterior; además de las que son consideradas las más delicadas del país, principalmente en el tema de la seguridad que ha generado grandes reacciones y fuertes enfrentamientos verbales, uno de ellos, es el del fentanilo que, se acepte o no, el país representa un riesgo permanente para los norteamericanos por el control que de este ejercen los grupos criminales mexicanos y, que de acuerdo a las últimas noticias, con presencia en gran parte del mundo.
Materialmente, el crimen organizado se ha hecho de un gran ejército, y sin el menor recato lo han presumido en redes sociales, incluso, y como si de una gran empresa legal se tratase; invitan a otros grupos a sumarse con ellos porque “la cobija es bastante amplia”.
Y por otro lado, el poder adquisitivo de los mexicanos, cada vez más pierde ante la inflación, y, la falta de empleo, obliga a la gente a aceptar “cualquier chamba”, orillando incluso a quienes prestaban sus servicios en empresas pequeñas o medianas, y que por la falta de apoyo y debido a la pandemia tuvieron que cerrar sus puertas, se ven en la necesidad de aceptar lo que les ofrezcan, ganando lo que sea, o colocando algún negocio ambulante, sin que éste pueda ofrecerle lo que un empleo formal le otorgaba.
Esto, necesariamente los lleva al camino que presume y que más le gusta a López Obrador, que se acerquen a los programas sociales de su gobierno, esos que no tienen forma de cómo comprobar gastos, o cómo acreditar el número de personas que han salido de la pobreza gracias a ellos, porque la idea, es mantenerlos ahí, con la finalidad de que sigan recibiendo y dependiendo del gobierno y estén “agradecidos” con quien les ofrece unos pesos, con la obligación, eso sí, de salir a marchar en su favor y seguir votando por el partido en el poder.
Aunque esa fórmula no haga que mejore su condición, y ahora, con libros de texto dirigidos a controlar a los infantes a través de inculcarles su “ideología”, evitando con ello que aprendan a pensar por sí mismos, los pequeños estudiantes estarán siendo obligados a venerar a un caudillo como si éste fuese bajado del cielo manejando una verdad única; lo más triste, es que ni siquiera sabrán a lo que están renunciando sin habérseles preguntado, los que sí lo saben, son los padres de familia, pero, muchos por no saber o porque les da igual, no harán nada.
Y mientras todo eso sucede en la vida cotidiana de los mexicanos, el mandatario nacional continúa exponiendo sus “grandes ideas”; en esta esta ocasión, salió con la grandiosa novedad de colocar un almacén o farmacia gubernamental con “todos los medicamentos del mundo”, pero en cantidades razonables.
Surgen de entrada muchas dudas: ¿a qué se refiere con cantidades razonables? un local con todos los medicamentos ¿en dónde será instalado? ¿a cuánta gente piensa atender? ¿cómo se hará la valoración para ser considerado como potencial merecedor a tales medicamentos? ¿habrá abasto para los enfermos de enfermedades como el cáncer? ¿en manos de quién estará la estrategia de compra de medicamentos? Recordemos que desde el inicio del sexenio el desabasto de medicamentos estalló como nunca, ¿qué hará para que deje de ser un problema? Y existen infinidad de preguntas elementales ante tan maravillosa idea del mandatario.
Pero para el tabasqueño, lo que más importa es que se encuentra en el 84% de aprobación y eso que va de salida, según presumió; al respecto, cabe una evidente pregunta, que sería: ¿eso, de qué les sirve a los mexicanos? La respuesta podrá tenerla cada quien, en su mente, y mientras el rey va desnudo y continúa peleando con molinos de viento, el país se acerca peligrosamente a la ingobernabilidad.