La semana pasada, mi estimado lector, no tuve ni tiempo ni cabeza para escribir unas líneas: mi hija sufrió un accidente grave por la imprudencia de dos conductores; hoy ella goza de la vida y está en proceso de recuperación.
Este suceso me ha hecho pensar en lo que es la prudencia y lo que es la imprudencia. Muchas madres, en generaciones pasadas, regularmente ante alguna travesura que ocasionaba algún daño, nos reprendían diciendo: “qué imprudente”, o bien, nos mandaban a algún mandado y alertaban con la frase: “se prudente al cruzar la calle”. Pero ¿qué es la prudencia y qué es la imprudencia?
La prudencia es el actuar y el decir de manera cautelosa, esto es, reflexionando en el resultado que se puede obtener: si ofendo a otro quizá se enoje y me golpee. Esta reflexión permite actuar con moderación, sensatez y cautela, lo que da como resultado: el bienestar. A diferencia de ofender a otro sin pasar por el proceso de reflexión, de manera intempestiva, impulsiva y en la mayoría de los casos agresiva, este actuar trae un resultado negativo, ofensa, lesiones, quizá la muerte. La fractura de una relación, un disgusto o enojo.
En la imprudencia encontramos la ausencia de prudencia respecto de alguien o algo. En la prudencia, lo que se enfatiza es la reflexión y el análisis de lo que un impulso puede traer como consecuencia. Justamente esa característica necesaria es la que permite, en la mayoría de los casos, tomar la decisión correcta, justo en el momento preciso. Así tenemos que ser impulsivo no permite el pensamiento, por consiguiente, no hay reflexión y los errores que se cometen traen consecuencias graves.
Cabe señalar que cuando alguien actúa de manera imprudente, está carente de sentido de la responsabilidad y de compromiso, primero para con su persona al no percatarse que el primero que se daña es el mismo por el resultado obtenido y, en segundo, el daño a terceros; por consiguiente, no existe un sentido de responsabilidad social.
Aquella persona que es reflexiva ante el actuar es prudente y aquella impulsiva es imprudente.
La prudencia es una virtud y quien se precia de tenerla seguramente la mayoría de las ocasiones actuará de manera adecuada y justa. Actuar de manera imprudente es hablar sin reparar en el daño que se causa a otro por un comentario inadecuado; circular a alta velocidad y echando carreras con otro sin prever el resultado.
Esto fue lo que pasó con el vehículo que conducía mi hija en el carril central y en donde ninguno de los dos conductores de los vehículos laterales consideró el daño y por consiguiente el resultado que causaron, todo ello derivado de su actuar imprudente. En materia jurídica se le denomina imprudencia temeraria cuando existen daños o peligro a terceros provocados por una negligencia.
Así que, mi querido lector, le invito a la reflexión de lo que es la imprudencia para que en la manera de lo posible seamos virtuosos actuando con reflexión y cautela. Esto es ser prudentes.
¿Y por qué no decirlo? La obligación de cuidarnos es de todos.
¡Los abrazo de corazón!