Quizá no todo mundo lo sabe; los Premios Nobel se instituyeron en 1895, derivado de una orden en el testamento del multimillonario sueco Alfred Nobel, estudioso, empresario, entre muchos motes más, pero también inventor, siendo su invento más destacado la dinamita.
Paradójico ¿No? Que el patrocinador del Premio Nobel de la Paz (entre otros) sea justo el inventor de una sustancia que tanta muerte y guerra ha causado.
Pues al final de sus días, Nobel se arrepintió del daño que algunos de sus inventos causaron al mundo y decidió que su fortuna fuera destinada a crear un consejo para premiar anualmente a las personas que hayan aportado lo mejor para avanzar en pro de la hermandad entre naciones y para conseguir la disminución o eliminación de los ejércitos.
Desde la Segunda Guerra Mundial, el premio se ha otorgado principalmente para reconocer los esfuerzos en cuatro áreas principales: control de armas y desarme, negociación de paz, democracia y derechos humanos, y trabajo destinado a crear un mundo mejor organizado y más pacífico.
Entre los más recientes galardonados encontramos a Malala Yousafzai, Juan Manuel Santos, Barack Obama, Al Gore, Yasir Arafat, Rigoberta Menchú, la madre Teresa de Calcuta. Algunos personajes polémicos por sus claroscuros, pero justificados para el comité de selección.
En México tenemos uno: el jurista Alfonso García Robles, quien fuera presidente de la Comisión Preparatoria para la Desnuclearización de América Latina, cuyos trabajos culminaron con la firma del Tratado de Tlatelolco el 14 de febrero de 1967.
También, desempeñó un papel central para promover el desarme general con su trabajo en la ONU (1977-1978). Secretario de Relaciones Exteriores (1975-1976) y, como decíamos, Premio Nobel de la Paz 1982, compartido con la diplomática sueca Alva Myrdal, por su trabajo en las negociaciones de desarme de las Naciones Unidas.
En particular, el premio Nobel de la Paz se otorga a la persona “que haya hecho el mayor o el mejor trabajo por la fraternidad entre las naciones, por la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y por la celebración y promoción de congresos de paz”, de acuerdo con la página oficial de los galardones.
Hoy, a tres meses de su entrega, hay controversia, puesto que la Fundación Nobel retiró su invitación a representantes de Rusia, Bielorrusia e Irán para asistir a las ceremonias de entrega de los premios.
Varios legisladores suecos amenazaron con boicotear las ceremonias en Estocolmo cuando la fundación privada que administra los preciados galardones invitó a Rusia, Bielorrusia e Irán, que antes estaban vedados.
Si a ello le sumamos que, entre las personas y organizaciones sugeridas al Comité Noruego del Nobel para ganarlo, se postulan actores en contra del conflicto en Ucrania, es evidente que este año podría obtenerlo un opositor al presidente ruso Vladimir Putin. Al tiempo.
