Los medios convocados a la conferencia que ofreció el ex titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubón, impacientes esperaban capturar lo que parecía podría ser “la nota” que determinaría el futuro del político controversial.
No obstante, la expectación que causó el supuesto rompimiento del suspirante por la candidatura de Morena a la presidencia de México para el próximo año con Morena y desde luego, y principalmente, con el presidente Andrés López Obrador, quedó en lo que varios habíamos adelantado, ni se fue de Morena, ni aceptó una candidatura por parte de MC, ni se unió al bloque opositor, menos aún, decidió su futuro en busca de una eventual candidatura independiente.
No debería causar sorpresa que el también ex jefe de gobierno de la Ciudad de México, haya salido a decir que le da un mes de plazo a su instituto político para que, una vez resuelta su queja y en el caso de que no se reponga el proceso, entonces, ahora sí, ya en serio, dejará al partido marrón.
Bien sabe Ebrard cuál será la determinación de lo que parece más ser un berrinche que una inconformidad seria, por lo que anuncia, que por respeto a sus “fieles” seguidores, que, a decir verdad, no son pocos y ni mucho menos como para que no sean tomados en cuenta, emprenderá una incansable gira por el país para agradecer a los miles de simpatizantes que lo apoyaron.
Aunque todo suena más a una treta de las que se gastan los políticos, porque si bien la idea era romper con el partido, pero sobre todo con el presidente, ¿para qué darle tantas vueltas al asunto?, no es, sin embargo, más circo del que desafortunadamente ya estamos acostumbrados desde el inicio del este gobierno, no porque solo exista en éste, sino porque no ha habido, en ningún momento de la administración, alguna otra cosa.
No existe seriedad, y tampoco la hay en lo que declara Marcelo Ebrard, por lo que es fácil suponer que todo es para quebrar la posibilidad de enfrentar al partido oficialista con una coalición poderosa en la que se unan todos los opositores al régimen que pretende implantar por los siglos de los siglos López Obrador.
Sonriente lo declaró el propio mandatario (el que no se iba a meter en la contienda por la candidatura de su partido), si Ebrard decide ser candidato independiente, “a los que se están frotando las manos no se dan cuenta, ¿en dónde tiene más jale Marcelo? En la clase media, o sea, en una de esas la candidata de Claudio (Xóchitl Gálvez) se queda en tercer lugar o en cuarto”.
Es esa la intención de López y Morena, dividir para vencer a la oposición, porque sencillamente Claudia Sheinbaum no cuenta con mayores luces que las de mimetizarse con el tabasqueño, repetir hasta el hartazgo los dichos y las formas que tiene éste para dirigirse a los morenistas y al “pueblo bueno”.
Y entonces, ¿qué sucederá con Marcelo Ebrard? Pues bien, hará lo que sea necesario y que le resulte útil al inquilino de palacio nacional, recorrerá el país, ofrecerá declaraciones, se presumirá indignado ante la ofensa que le causó ser víctima de tantas trampas que se presentaron en su contra; ignorando casualmente el hecho de que bien sabía que la elegida siempre había sido y fue Claudia.
Hace varios años, Marcelo Ebrard lideró momentáneamente un movimiento de afectados por una caja de ahorros en el Estado de México, cuando lo conocí, al mismo tiempo que Salvador García Soto cubría parte de la nota, no pasó más porque en el momento en el que las cosas se pusieron difíciles optó por abandonar la causa, ¿por qué habría de ser diferente ahora?
En el 2012 el ex canciller dejó pasar como candidato presidencial a López Obrador, con la promesa de que en la próxima él seguiría en el caso de no ganar en esa elección, pasó 2018 y repitió el originario de Macuspana, entonces, es de suponerse que consideró Ebrard que la tercera sería la vencida, pero no, y no por la simple razón de pensar y actuar con cierta independencia, pero, sobre todo, por contar con carrera propia, lo que parecía ser peligroso para el interés del mandatario.
Y así, como con música de fondo que tanto le gusta al dueño del micrófono matutino, parece escucharse a Paquita la del Barrio decirle a Marcelo: “tres veces te engañé…”
El melodrama apenas empieza; para el presidente es de suma importancia ganar el próximo año la silla del águila, condición que son pocos, actualmente, que dudan que será él quien guíe la política desde donde se encuentre, la postura de Sheinbaum lo deja en evidencia, y por eso mismo, hará lo que sea necesario para retener el poder.
Las condiciones no son nada favorables para la candidata opositora Xóchitl Gálvez y partidos que la cobijan, pero eso ya lo sabían, enfrentarán una elección de Estado, con todo lo que eso representa, y el obsequio que le ofreció Alfredo del Mazo al morenista número uno, minó irremediablemente la esperanza de millones de mexicanos que aún creían en una carrera parejera por la presidencia.
¿Hasta dónde alcanzará el aliento para los miles de manifestantes que marcharon por las calles de la Ciudad de México y otras al interior del país, y aún más allá de las fronteras?
¿En qué condiciones quedó el ánimo de quienes defendieron al Instituto Nacional Electoral para después ver cómo, sin aparente oposición, se permitió la llegada a la presidencia del instituto de una persona tan identificada con el obradorato, en la persona de Guadalupe Taddei Zavala?
La decepción no es propia de un personaje en particular, la misma frase de la clase política del “tres veces te engañé” se acomoda también para la ciudadanía.