En pocas horas el huracán Otis se convirtió en categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson por lo que rápidamente arrasó con el bello puerto de Acapulco la madrugada del pasado miércoles, destruyendo prácticamente todo lo encontró a su paso, causando un impacto devastador para todos los habitantes de este paradisiaco sitio que fue derruido casi en su totalidad.
El paso del cicló Otis, causó una devastación sin precedentes en los últimos 30 años de la historia de huracanes que se han impactado en el legendario puerto guerrerense del que se tenga memora, azotando terriblemente las costas del pacífico mexicano, dañando toda la zona hotelera, decenas de miles de inmuebles, así como de negocios.
Recordemos que las categorías de los fenómenos naturales se dividen de acuerdo con las velocidades de los vientos, las lluvias, así como de las marejadas ciclónicas que provocan el nivel del mar. La escala Saffir-Simpson, mide también el daño que este fenómeno puede causar a la zona donde toque tierra, como fue el caso de Acapulco.
Mientras tanto, los tres niveles de gobierno, (municipal, estatal y federal), emanados de Morena se pasmaron y de antemano no tuvieron la capacidad de informarles a la ciudadanía protegerse y resguardarse ante el embate de este asesino fenómeno meteorológico que alcanzó vientos hasta de 330 kilómetros por hora.
El ciclón Otis que azotó las costas del estado de Guerrero, -principalmente- el puerto de Acapulco, causando el corte de la totalidad de la energía eléctrica, dañando severamente la red satelital, por lo que la comunicación con los habitantes del puerto acapulqueño ha sido limitada.
Decenas de habitantes han afirmado a diversos medios que nunca habían escuchado el soplar tan enfurecido del viento, además del gran oleaje que alcanzó Otis causando pánico generalizado.
Sin lugar a duda, fueron varios errores garrafales los cometidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el mismo miércoles, empezando por su conocido y desbordado autoritarismo, (además que las gráficas no mienten); primeramente, tomó la decisión unilateral (como siempre lo ha realizado a lo largo de su pésimo régimen), debido a su autoritarismo desbordado. Primeramente, tomó la primera pésima decisión de trasladarse a Acapulco por carretera en sus “austeras” camionetas, para su infortunio, tuvo que detenerse por los deslaves ocurridos, por lo que tuvo que cambiar de unidad, un “todo terreno”, pero ¡zas!, que a menos de veinte metros de haberse subido, se atascó en el lodazal, entonces tuvieron que apoyarlo para bajarlo e iniciar una breve caminata por el lodo.
Una pésima logística de baja calidad de parte de su primer círculo de colaboradores que lo expusieron, lo exhibieron y demostraron que ese ha sido el accionar de Amlo, Morena y su cada día más decepcionante cuarta transformación que le siguen fallando a los más de 128 millones de mexicanos.
Lamentablemente, a cuatro días de la tragedia Otis, un huracán que arrasó prácticamente con el paradisiaco Puerto de Acapulco, de prestigio nacional e internacional, una ciudad, hoy municipio que ha sido el centro de vacaciones y descanso de decenas millones de turistas mexicanos y del mundo entero, que hemos disfrutado al máximo las múltiples estancias que compartimos con familiares, amigos y conocidos y que para nuestro infortunio y del centenares de miles de habitantes de dicho puerto, se encuentra en ruinas.
Las escenas son demoledoras, la kilométrica zona hotelera fue destruida en su totalidad, por lo que tendrá que ser reconstruida en el 100 por ciento, las avenidas principales del puerto de igual manera están severamente dañadas, y ni qué decir de las casas y departamentos habitacionales. De acuerdo con el censo de empadronamiento levantado por el INEGI en dicho municipio en 2020 fue de 223 mil 924 casas habitadas, de las cuales 220 mil 34 fueron dañadas en el puerto; es decir, se salvaron únicamente 3 mil 890 hogares que más adelante sabremos qué nivel daño tuvieron.
Hasta ayer hay 39 muertos y un número incontable de desaparecidos.
Lo censurable de las consecuencias de este devastador huracán Otis, fue la rapiña que hicieron centenas de pobladores acapulqueños al saquear todas, absolutamente todas las tiendas de autoservicio, tiendas de conveniencia, y comercios, asaltándose y llevándose todos los víveres´, artículos de primera necesidad y otros que no lo son, como artículos y aparatos eléctricos, sin que ninguna autoridad les impidiera hacerlo.
La ayuda a los habitantes ha sido muy lenta de parte del gobierno federal, porque el autoritario inquilino de Palacio dio las instrucciones definitivas para que solamente el Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, sean los únicos autorizados que estarán entregando despensas y atendiendo a los damnificados.
Por supuesto que la sociedad civil, a la que aborrece tanto el macuspano, (porque en ella sí existe la unión), se ha volcado a apoyar sus compatriotas, -como siempre- lo ha hecho, organizándose en grupos, comprando y recolectando víveres para llevarlos personalmente a los acapulqueños.
Dicha vocación fue cortada de tajo por López Obrador, porque a él le encanta dividir, echar a pelear al “pueblo bueno” con la sociedad en general.
Lo lamentable y detestable de esta tragedia, son que centenas de personas de la sociedad civil y organizaciones llenaron sus autos, camionetas con víveres y en caravanas decidieron desplazarse al puerto de Acapulco para entregar personalmente. -como siempre- como ayuda humanitaria, se lo han hecho en cualquier tragedia, fueran interceptados por gorilas del ejército y la guardia nacional, despojándolos de toda la mercancía, además de robarles sus carteras, celulares y artículos personales, no sin antes agredirlos físicamente, golpeándolos salvajemente, esposarlos y tirarlos boca abajo en el pavimento.
Los militares están asaltando a mano armada en la Autopista del Sol con el pretexto de que nadie puede pasar a entregar ninguna mercancía ellos son los únicos autorizados para repartir lo que les venga en gana. Por supuesto –afirmaron- los ciudadanos despojados de sus pertenencias que llenaron camiones del ejército y de la guardia nacional con muebles, despensas y de los artículos despojados. Existen múltiples testimonios al respecto en videos, grabaciones y declaraciones a medios sobre los abusos de los soldados que sabemos de antemano que el macuspano se encargará de negar y denostar, argumentando lo de siempre: “yo tengo otros datos”.
Sabemos que a esta ayuda que es humanitaria por el lado que se le desee ver y que hará personalmente el ejército y la guardia nacional por “decreto” del reyezuelo de Palacio le querrá sacar beneficio electoral a esta terrible tragedia.
La reconstrucción de Acapulco está valuado en 15 mil millones de dólares, seguramente tardará mínimo un par de años, y en recuperarse más. Lo indignante es que López Obrador y su séquito de diputados federales morenistas y sus rémoras petistas y verde ecologistas, extinguieron e el año 2020, 109 fideicomisos con un total de 68 mil 400 millones de pesos, entre los que se encontraba el Fondo para Desastres Naturales (Fonden), que la secretaría de Gobernación administraba.
Pero gracias a la ambición desmedida de López y al sometimiento de los legisladores de los partidos arriba citados, (poder que tiene bajo control), fueron desaparecidos para que Amlo los maneje a su arbitrio.
El tabasqueño se enfrenta a un severo problema para reconstruir al paradisiaco puerto de Acapulco debido a que no hay un presupuesto para disponer. Pero muy ufano, declaró que hay mucho presupuesto para reconstruirlo, claro está, que tendrá que hacer público de qué partidas presupuestales vendrán los recursos económicos para llevar a cabo dicha reconstrucción.
Por lo pronto, una vez más, Andrés Manuel López Obrador, su decepcionante cuarta transformación, quedaron en evidencia a lo estar a la altura de las circunstancias para poder poner en acción y de inmediato el Plan DN-III, demostraron de nueva cuenta, que lo suyo es mal gobernar. Su régimen está plagado por la ignorancia, la ineptitud, la ineficiencia y la ineficacia. Triste la realidad para los más de 128 millones de mexicanos de un régimen que no le ha respondido, que ha fallado a lo largo de más de cinco años de malas decisiones y pésima administración, comprobado: gobierno fallido.