La ligereza con la que el presidente Andrés López Obrador hace acusaciones y señalamientos sin prueba alguna, desafortunadamente, es algo que se ha vuelto cotidiano. El tabasqueño es hábil también para insultar y denostar, lo que ha repetido en sus apariciones mañaneras desde el comienzo de su administración, que, al parecer, entiende como su única función, así como la de tergiversar la realidad en su favor y como mejor le parece para ofrecer una propia.
La oposición, el pueblo, los partidos, los periodistas, todos, han dejado de señalarlo con la contundencia que se supondría; sin embargo, el mensaje que más resonancia tiene en todo el país mantiene su penetración en diferentes sectores de la sociedad, ya no con la misma fuerza, pero tampoco ha disminuido tanto como consecuencia de 5 años de gobierno.
El aburrido y desgastado discurso ocupado por la mayoría de opositores y periodistas habría de ser jubilado definitivamente. La diatriba de: ¿qué diría López Obrador si siendo opositor hubiese presenciado alguno de los terribles errores que ha cometido como gobernante? Enfrenta un ridículo síntoma de falta de imaginación.
No es, ni por asomo, autocrítico de las cosas que no le han salido bien, pero tampoco, se asume como el líder que debería porque navega en la idea de la candidatura eterna, es él el presidente, y pareciera que no únicamente él lo desconoce, sino sus detractores también; a ello, se suma la actividad casi imperceptible de la candidata opositora al régimen, Xóchitl Gálvez, es verdad que aún falta camino por recorrer, pero la estrategia vista hasta hoy, es sosa, falta de creatividad e ingenio; su imagen moderada choca con una que exigen los tiempos. Más frontal.
Para muchos, es urgente sacar al presidente de la campaña, pero se trata de un personaje que lo es todo, y hasta parece increíble que no se quiera ver de esa forma, ¿qué no han bastado todos estos años que se ha presentado de la forma como realmente es? ¿cómo ignorar el talante autoritario del mandatario? Estratega, candidato, jefe de campaña y niño del bautizo, refleja la renuencia por el abandono de los reflectores.
Cualquier cosa que diga el mandatario distrae a la oposición, pero, son los insultos los que más lo hacen. ¿Cómo piensan contrarrestar esa lógica que beneficia a López y a su candidata? En primer lugar, Xóchitl dispondría de participar más con su opinión y comentarios respecto de los candidatos a gobernadores, diputados, senadores y planillas municipales de la coalición que la impulsa, su deslinde, permite a los líderes partidistas mantener la idea arcaica que, por cierto, deberían jubilar también, imponiendo una participación más activa de la ciudadanía, que en esas cuestiones se encuentra en pañales.
La campaña que se avecina no será de propuestas o de proyectos bien acabados, pensados y desarrollados por la gente que sí tiene los conocimientos y la habilidad para hacerlos; sino de ideales y del interés por conservar el apoyo de los beneficiados de programas sociales.
¿Qué representa Claudia Sheinbaum?, continuidad, solo eso, lo que ofrece Xóchitl es más interesante, pero no se ha sabido vender como la aspirante que puede darle rumbo a una nación que ha perdido lugares en el contexto internacional, y que, calificaciones como la del Programa para la Evaluación de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), ponen al país en donde le corresponde en este momento, al retroceder en matemáticas, lectura y ciencia.
Lo que es de llamar la atención, es el cinismo con el que se maneja Mario Delgado Carrillo, líder morenista, quien, un día sí y el otro también, se la pasa insultando a diestra y siniestra, como si no tuviera un pasado del que no se puede deslindar. Aparte de traicionar a Marcelo Ebrard, él, particularmente, tiene mucho que explicar respecto de los recursos de la famosa línea dorada del metro, o acaso ¿se debe aceptar que es impoluto?
Recién salió a descalificar, con mofa de por medio desde luego, al equipo presentado por parte de Gálvez Ruiz. También nos hemos acostumbrado a ver en los políticos esa falta de sencillez, humildad, y, sobre todo, de respeto; en cambio, ya es de lo más natural escucharlos hablar con sobrada soberbia, sello que los caracteriza.
Por su parte, Claudia también presentó a los que la acompañarán en su candidatura, Carlos Loret de Mola en su columna para el Universal, que tituló: “Claudia recicla el disfraz de moderada, pero Xóchitl…” refiere que Sheinbaum eligió cuidadosamente a quienes la acompañarán en el camino de la conquista para la presidencia, con personajes de reconocido prestigio, identificados como moderados, haciendo a un lado al radical Gerardo Fernández Noroña; aparecen nombres como el del doctor Juan Ramón de la Fuente, Gerardo Esquivel, Olga Sánchez Cordero, Tatiana Clouthier, las dos últimas fueron maltratadas por el propio López, ¿qué les hace pensar que con Claudia será distinto? Se ha cansado de mostrar que será igual o peor que su líder, ¿por qué no le creen?
Independientemente de ello, bastaría con uno o dos de los fracasos con los que cuenta el gobierno actual para abanderarlos y repetirlos con insistencia y, con ello, conquistar a los desconsolados y arrepentidos; capitalizando los errores que son pieza fundamental en la campaña de cualquier país por parte de los opositores. En México, sobran estas joyas para hacerlo, únicamente habría que enfrentar a la administración obradorista con la realidad.
El problema, es que no se vislumbra una campaña que vaya a lucir precisamente por propuestas bien planteadas, o por proyectos bien pensados; será, en cambio, una guerra de insultos, de acusaciones y señalamientos; vaya pues, eso y una guerra sucia sin precedentes, y por supuesto que el presidente continuará en campaña violando lo que le prohíbe la Constitución y todo lo que le quiera impedir el INE o el tribunal, ¿Quién lo duda?