Con quienes soy cercana generacionalmente, seguramente recordaran con cierta ternura y nostalgia, aquella canción que interpretaba Yuri sobre el pequeño panda, que aún no andaba y ya queríamos verlo jugar. Aquella canción que relataba la historia del pequeño panda no sólo era una melodía pegajosa, sino que de alguna manera simbolizaba la amistad y el fortalecimiento de los lazos de cooperación bilateral entre México y China.
A lo largo de su historia, China ha utilizado la singularidad y el encanto de estos osos para impulsar lo que se conoce como "diplomacia panda". Este enfoque se consolidó, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, con el propósito de mejorar la percepción e influencia de China en otros países mediante la donación de estos adorables animales. La "diplomacia panda" ha desempeñado un papel crucial en el fortalecimiento de los lazos políticos y económicos de China con numerosos gobiernos.
A pesar de que para el ciudadano promedio la "diplomacia panda" o la conservación de una especie en cautiverio no despertaban gran interés, el nacimiento de Tohuí Panda en junio de 1981 cautivó la atención general, desencadenando un fervor colectivo, una verdadera "tohuimania". Las interminables filas para ingresar al Zoológico de Chapultepec eran prueba de ello; todos anhelaban verlo, aunque fuera por un breve instante.
Los padres de nuestro pequeño panda, Ying Ying y Pe Pe, fueron auténticos embajadores de una relación especial entre México y China, una alianza fraternal sellada el 10 de septiembre de 1975. Sin embargo, desde la década de los 80, en lugar de obsequiarlos, el gobierno chino optó por prestarlos mediante contratos de alquiler, en los cuales los receptores abonan hasta un millón de dólares anualmente, para el desarrollo de programas de conservación de estos animales en su hábitat natural, incluyendo los bosques de bambú en los que residen.
En septiembre de este año, el Zoológico de Washington celebró un Panda-Palooza, un festival para despedir a Mei Xiang, Tian Tian y Xiao Qi Ji, quienes regresaron a China en noviembre, marcando así el fin de más de 50 años de presencia de pandas chinos en la capital estadounidense.
En los últimos años, varios países también han tenido que devolver sus pandas a China al expirar los términos de los préstamos, incluyendo a Japón y los Países Bajos. Otros países como el Reino Unido y Australia pronto deberán hacer lo mismo. El cese de estas asociaciones coincide con un deterioro en las relaciones entre China y países occidentales, reflejando cambios en su política exterior.
En el caso de los países que tienen pandas en préstamo, incluso los que nazcan en su territorio deben ser devueltos, pues en todo momento los pandas siguen siendo propiedad de China. México no se encuentra en esa situación, ya que recibió a los pandas como un obsequio. Por lo tanto, Xin Xin, la hija de Tohuí, sigue viviendo en el Zoológico de Chapultepec.
P.D. Tohuí, significa niño en tarahumara, murió en noviembre de 1993, sus restos han sido disecados y exhibidos en el Zoológico de Chapultepec junto a sus padres y su pareja Chia Chia.