Divagaciones: Sobre la calle y los automóviles de detectives, espías, inspectores de policía y otros personajes de ficción (Sólo para frívolos)

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Divagaciones: Sobre la calle y los automóviles de detectives, espías, inspectores de policía y otros personajes de ficción (Sólo para frívolos)

Domingo, 04 Marzo 2018 04:32 Escrito por 

Decíamos, o más bien escribíamos en el artículo anterior, que el Comisario Salvo Montalbano, personaje de la serie italiana Montalbano, inspirada en las novelas de Andrea Camilleri, que tienen lugar en Sicilia. El apellido del comisario es un homenaje al escritor español Manuel Vázquez Montalbán, creador del detective Pepe Carvalho, investigador también aficionado a la gastronomía y la literatura como el propio Salvo Montalbano (en Italia hay varios libros de cocina gourmet que recopilan las recetas de los platos típicamente italianos que saborea el popular comisario, durante todos los capítulos y su favorito es la “Pasta nasciata”, una lasagna con pasta y berenjena).

Montalbano conduce un relativamente nuevo pero modesto carro italiano, perteneciente al Gobierno y no muy diferente de los que manejan sus oficiales.
Normalmente maneja él pero ocasionalmente sus asistentes lo llevan y traen de su casa, que no es nada modesta puesto que está a la orilla de una hermosísima playa del Mar Mediterráneo.

Sus colaboradores principales son: el subcomisario Domenico Augello, los inspectores Fazio y Gallo, el telefonista Catarella como el secretario chusco, una especie de Cantinflas italiano, que improvisa raros neologismos “macarrónicos” con mezcolanzas del dialecto siciliano y lengua italiana. Por contraste, Cataré (como lo llama el comisario) resulta bastante ducho en manejar nuevas tecnologías e internet, siempre en forma chusca, por supuesto. El equipo constituye prácticamente un colectivo bastante igualitario, a pesar de que sí existen los rangos, o al menos de gran compañerismo a diferencia de la mayoría de las frías series anglosajonas.

El comisario Montalbano es un personaje peculiar, funcionario celoso, representante de la Policía estatal, respetuoso con la ley —aunque no duda en romperla cuando se trata de resolver sus casos—, lector voraz, y gran amante de la gastronomía y de su propia tierra siciliana. Su poca ortodoxia a la hora de resolver los casos le trae importantes problemas con su jefe superior y con el tampoco nada ortodoxo forense, el eficiente pero impaciente y gruñón malhablado Doctor Pasquano, muy diferente de la hermosa joven soltera forense que trata de atrapar al casi siempre escurridizo inspector Morse.

Montalbano ama a su novia Livia aunque la ve poco, pues ella vive en Génova . Así las cosas, es frecuente que chicas guapísimas se planten en su oficina para solicitarle ayuda y algunas traten de seducir al a veces complaciente comisario. Esos romances revelan a un Montalbano de carne y hueso, pero no lo distraerán de su objetivo primordial que es dar siempre con los culpables.

Observador profundo como Colombo o Morse, Salvo Montalbano parece distanciarse de sus fríos colegas cuando cede al erotismo femenino y sucumbe ante los encantos de hermosas mujeres. Eso se nota más en las precuelas inventadas para la televisión, donde aparece un joven y más seductor Salvo -con abundante cabellera- que el calvo pero todavía atrayente Montalbano maduro. En cambio, la precuela televisiva de Morse lo pinta aún más austero (aunque no más sobrio) que en su edad madura.
¿Y Los Misterios de Kveta? Creo que dejaremos a la abuela detective para una próxima entrega...hasta entonces, amigas y amigos.

(Marzo-2018)

 

 

 

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Javier Ortiz de Montellano

Articulista invitado