La música ha formado parte de mi vida. Desde pequeña, me sumergí en un abanico diverso de géneros musicales, desafiando incluso las expectativas de lo que se consideraba apropiado para mi edad. La influencia del gusto musical de mis hermanos ha dejado una huella duradera en mis preferencias actuales, las cuales abarcan desde lo popular hasta lo clásico, pasando por el pop, el rock, la trova e incluso la música de protesta. Este eclecticismo musical ha enriquecido mi experiencia, brindándome una apreciación amplia y diversa de la expresión artística a través del sonido.
Durante mi adolescencia, la trova cubana encontró en mí una caja de resonancia. Pasaba horas aguardando con entusiasmo a que alguna de mis canciones favoritas se incluyera en la programación radial. En esos momentos, me dedicaba a grabarlas cuidadosamente en cintas de casete, implorando que no hubiese ninguna interrupción de promociones radiofónicas. No se pueden imaginar cuánto me emocioné cuando tuve la oportunidad de presenciar en vivo por primera vez un concierto de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.
Al igual que muchos de ustedes, he tarareado en múltiples ocasiones canciones icónicas como "Ojalá", "El breve espacio", "Canción del elegido", "Yolanda" y "Te doy una canción". Sin embargo, apenas he explorado las fascinantes historias que se esconden detrás de estas cautivadoras melodías. Sabía que se rumoreaba que "Ojalá" había sido escrita para Fidel Castro, aunque luego el propio Silvio reveló que la canción está intrínsecamente ligada a su primer amor.
Hace unos meses, tuve la oportunidad de visitar El Salvador, donde exploré la plaza inspirada en El Principito y me acerqué a la poesía de Roque Dalton gracias a la recomendación de un amigo.
Ya conocía la conexión entre Consuelo Suncín, la salvadoreña que inspiró a Antoine de Saint-Exupéry, y La Rosa en El Principito, siendo de alguna manera un homenaje al propio personaje de la esposa de Exupéry, Consuelo Suncín. Desconocía que “Canción del elegido” que hace referencia a la “historia de un ser de otro mundo, de un animal de galaxia, que tiene que ver con el curso de la Vía Láctea”, estuviera inspirada en El principito, una obra trascendental en la literatura universal. Ahora que la escucho, todo tiene sentido, y comprendo que siempre que se hace un “historia se habla de un viejo, de un niño o de sí.”
Intenté acercarme a la poesía revolucionaria de Roque Dalton, lo busqué en alguna librería, la respuesta fue que no contaban con literatura nacional disponible. Esto cobra sentido en la era de Bukele. Hasta donde sé, la poesía de Dalton sigue siendo una herramienta de resistencia y conciencia social, un medio para otorgar voz a los sin voz, desafiar el status quo y cuestionar las estructuras de poder establecidas. Escribo estas líneas mientras escucho "Mi Unicornio Azul", la canción que Silvio Rodríguez dedicó a Roque Dalton, el poeta revolucionario que perdió la vida en 1975, luchando por la liberación de su pueblo. Así que “cualquier información, bien la voy a pagar, las flores que dejó, no me han querido hablar. Mi unicornio azul ayer se me perdió, no sé si se me fue, no sé si se extravió. Yo no tengo más que un unicornio azul, si alguien sabe de él, le ruego información. Cien mil o un millón, yo pagaré…”