Ayer jueves, en la mayoría de los países del mundo, estuvo dedicado a recordarnos que aún faltan muchos tramos por recorrer en materia de igualdad entre mujeres y hombres, pues a ellas nuestro sistema machista no solamente las confina a desventajas en diversos aspectos, sino que las tenemos viviendo en condiciones de riesgo, de violencia, acoso e inequidad, generadas por un milenario sistema patriarcal que evidencia ceguera, sordera y tozudez.
En España, así como en otras naciones europeas, para seguir en la lucha por la igualdad y el respeto a las mujeres, este jueves 8 de marzo, la mayoría de las españolas lograron efectuar una amplia huelga, para hacer notar que, sin ellas, el mundo se detiene. Mediante el lema: “Si nosotras paramos, se para el mundo”, dejaron claro que así es.
Desde hace más de cuatro años he participado, junto con mi colega Juan Carlos Suárez, como co-director del Congreso Internacional de Género y Comunicación; esta ocasión ha sido su IV edición. La Facultad de Psicología y Filosofía de la Universidad de Sevilla, España fue la sede. Así que, si bien hemos puesto en marcha este congreso desde el pasado 7 de marzo, dimos muestra de solidaridad y acompañamiento al Día Internacional de la Mujer, al detener totalmente las actividades; las retomamos desde las primeras horas de este viernes.
Los congresos son de gran valía no sólo para el ámbito eminentemente académico, sino que ayudan a dar visibilidad a una serie de problemas que pueden ser comunes o claramente diferenciados.
En el IV Congreso Internacional sobre Género y Comunicación, se dieron cita 148 ponentes; se expusieron 132 trabajos de investigación, la presentación de dos libros de reciente edición y, logramos congregar a especialistas procedentes de 18 países. Los temas más recurrentes gravitaron alrededor de: violencia de género hacia las mujeres, desigualdad laboral, acoso sexual, inequidad en la participación política de las mujeres, diversidades sexuales, acceso de personas trans a la salud y la educación, violencia familiar, intersexualidades, transexualidades e identidad, análisis de filmes y series desde la perspectiva de género y, nuevas masculinidades.
Desde la mañana del jueves, en las principales calles de Sevilla, se dieron cita amplios contingentes de mujeres (algunas acompañadas de sus parejas o familiares masculinos), mediante arengas, pancartas y trozos de canciones modificadas, hicieron saber que la lucha por la igualdad debe continuar. Que nada, todavía, hay que celebrar.
He aquí algunas consignas que gruesos contingentes lanzaban con firmeza y a voz en cuello: ¡La calle y la noche, también nos pertenece! ¡Feminismo libertario en tu casa y en el barrio! ¡Sevilla será la tumba del machismo! ¡Si no te digo Sí, también es No! ¡Si tocan a una, nos lesionan a todas!
En programas de televisión, radio y en espacios de la prensa, distintas académicas, activistas y funcionarias, insistieron que es necesario distinguir la enorme brecha que subsiste entre lo que dice su Constitución, así como las leyes y su (in)correspondencia con la realidad.
Cuando me vino a la cabeza lo que sucede en México, es evidente que la desigualdad es aún mayor y por distintos ángulos. Está claro que un amplio espectro de asuntos sobre igualdad, equidad y protección hacia las mujeres, niñas y ancianas ha quedado en la formalidad jurídica y todavía no llega a la vida cotidiana de muchísimas de ellas.
Todas las personas podemos hacer algo para que este mundo al que arribamos sea mejor mientras estemos en él, para que cuando nos marchemos a la nada, sea menos gris o un poco menos triste. Y, me gustaría que fuese realidad lo que decía una pancarta: ¡Que todos los días sean 8 de marzo!
