No es casualidad que la candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” despliegue la mayor cantidad de su propaganda apoyada en los programas sociales del gobierno federal; es así, porque en realidad no tiene más nada qué ofrecer que lo que ya existe constitucionalmente.
Como en antaño; como lo hizo el Revolucionario Institucional por muchos años, hoy Morena se resguarda en los programas sociales y amenaza a los más necesitados con retirarles, en el caso de no verse favorecidos con su voto, su registro de los programas sociales, inventando cualquier cantidad de historias en contra de sus opositores.
El PRI, durante décadas logró controlar la “voluntad” de los electores ocupando los programas del Estado como herramienta para “convencer” a los más necesitados. De la misma forma opera ahora Morena; lo que deja en claro la falta de visión para impulsar un proyecto de nación acorde al tiempo actual.
El descubrimiento de nuevas tecnologías que facilitan las actividades materialmente en todas las áreas, deberían ser aprovechadas por la humanidad entera, y desde luego, México no podría ser la excepción, ya que muchas de ellas apuntan al uso de energía limpia; sin embargo, el gobierno lopezobradorista insiste en el uso de energía sucia, y de herramientas que hace tiempo quedaron obsoletas.
Muchas cosas que antes se tornaban indispensables quedaron rezagadas o fueron tomadas por el aún titular del ejecutivo federal para apoyarse en un discurso vacío y sin la menor intención de impulsar al país hacia un futuro prominente y de plena competencia con las demás naciones del orbe.
La utilización del trapiche, por ejemplo, como en alguna ocasión lo propuso el mandatario, evidentemente puede explicar que al gobierno de López Obrador no le importa pasar de lo moderno a lo antiguo y en plena decadencia. Una forma de ver al mundo como dejó de verse en los años 70’s, pero así fue y es el pensamiento de quien maneja los hilos de la política nacional.
En este contexto, la candidata del oficialismo está instalada en repetir hasta el cansancio lo que viene promoviendo el tabasqueño, con la promesa de realizar lo que le ha encargado como tarea, asegurándole que lo cumplirá al pie de la letra; así, sin propuesta propia alguna, sin una visión alterna.
Al respecto, es obligado reflexionar sobre el desempeño de los diversos gobiernos; no se puede presumir que las políticas públicas aplicadas en su momento estuvieron mal por completo, pero tampoco se puede aceptar que no existan las que pueden mejorarse. Lo mejor sería aprovechar lo realizado y en su caso, revitalizarlo, como el Seguro Popular.
Ningún gobierno está en la condición de presumir que cuenta con toda la sabiduría y que su administración fue perfecta, siempre hay algo por adecuar, cambiar o sustituir. El ejercicio del poder desgasta, y el tiempo demuestra que las ideas son susceptibles de perfeccionarse, por muy buenas que pudieran parecer.
Sin embargo, para hacerlo, en primer lugar, se debe aceptar que algo no funciona como se esperaba, y que se cometieron errores, que la política pública aplicada en tal o cuál tema no funcionó, para modificar. Pero es algo que este gobierno y el partido en el poder no están dispuestos a aceptar.
De esta forma, si la candidata morenista no endereza el rumbo, pese al deseo de su mentor, las cosas no se subsanarán, cayendo en más de lo mismo; es decir, en la promesa de una transformación que, a decir verdad, nadie entiende cuál es, tal vez sea porque únicamente está apoyada en lemas y mensajes de campaña sin un fondo firme, y sin aceptarlo, navega a la deriva.
Claudia Sheinbaum apoya sus propuestas de campaña en las mentiras que se han escuchado desde hace cinco años y que se dictan todos los días desde palacio nacional. Es por eso que son los programas sociales, y no el impulso de un proyecto verdadero que la secunde, los que distinguen sus propuestas; todo se resume en la entrega de recursos del erario, penosamente.
El presidente y demás morenistas insisten día y noche que están llevando a cabo una administración exitosa en todos los sentidos, ocupando datos maquillados para dar la impresión que lo están logrando; además de presumir avances en los que no tienen la mínima intervención. La implacable realidad descubre que detrás de su aparente progreso se encuentran intereses personales que han sumido al país en la mediocridad.
No es tanto que hayan llegado con ideas nuevas y revolucionarias para hacer de la dinámica nacional una potencia mundial capaz de entrar al mercado y competir con las demás naciones para conquistar un entorno más equilibrado y con la riqueza mejor repartida, a pesar de “sus otros datos”.
La deuda nacional; no obstante, ha crecido como nunca, y el recurso con el que se contaba se destinó a obras que han demostrado que lo que no se planea correctamente no garantiza un buen resultado, y que corren el peligro, además, que en unos cuantos años queden en medio de la sala como los elefantes blancos que diversos analistas presumen será su inevitable destino.
Sheinbaum únicamente promete continuar con un segundo piso de un gobierno que sólo reparte dádivas; pero tal vez, lo más triste, sea escuchar la cantidad de mentiras con las que refiere será su gobierno; hablando cínicamente de honestidad, habría qué escucharlo para creerlo.