¡Ahí viene el tigre!

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Publicado en Opinión

¡Ahí viene el tigre!

Lunes, 24 Junio 2024 00:04 Escrito por 
Hugo Antonio Espinosa Hugo Antonio Espinosa Sin riesgos

En la construcción social del riesgo existen dos fuerzas concurrentes y dependientes entre sí. Por un lado, están las amenazas o peligros que rodean a las personas; del otro, las vulnerabilidades presentes en su entorno y sus condiciones de vida. El riesgo al que una población se enfrenta depende de una combinación compleja de ambas, pero si una de las dos fuerzas no está presente, la posibilidad del riesgo se extingue. Una amenaza no genera riesgo si la vulnerabilidad de la comunidad amenazada es nula. Del mismo modo, una comunidad vulnerable no está en riesgo si no hay eventos catastróficos que la amenacen.

Una amenaza o peligro es un evento natural, o creado por el hombre, que puede afectar un lugar, durante un tiempo determinado, con una intensidad y una severidad variables, dependiendo de la cantidad de personas expuestas y de sus diferentes grados de vulnerabilidad –se conoce como Nivel de Exposición–. Un desastre ocurre cuando la población afectada es grande y sus condiciones de vulnerabilidad son muy acentuadas, lo cual, combinado con la intensidad destructiva del fenómeno perturbador, provoca daños o pérdidas tan grandes que, para recuperarse, la comunidad afectada necesita de ayuda externa.

La ONU, a través de la Oficina para la Reducción de Riesgos de Desastre (UNDRR, por sus siglas en inglés), en su informe de 2017, actualizó su terminología y definió al Riesgo de Desastre como la “posibilidad de que se produzcan muertes, lesiones o destrucción y daños en bienes en un sistema, una sociedad o una comunidad en un período de tiempo concreto, determinados de forma probabilística como una función de la amenaza, la exposición, la vulnerabilidad y la capacidad”.

Siguiendo este orden de ideas, una población o grupo con alta exposición (mucha gente vulnerable) a causa de la pobreza, marginación, corrupción, impunidad, carente de infraestructura y medios de subsistencia; sin capacidad suficiente para prevenir, responder y recuperarse ante una amenaza  (sin organización, ni información, sin sistemas de alerta, sin hospitales, ni cuerpos de emergencia suficientes), cuyo impacto propicie pérdidas de vidas y severos daños al entorno, esta comunidad estaría bajo un constante riesgo de desastre.

Cada temporada de estiaje, de ciclones tropicales y ante los infortunios del movimiento abrupto de la corteza terrestre (sequías, incendios forestales, ciclones tropicales y sismos), la condición de muchas poblaciones en nuestro país está bajo un constante riesgo de desastre y merced de un error humano, una falla tecnológica, o accidente industrial (explosiones, contaminación del aire y del agua, epidemias).

Imaginar a un cazador, a bordo de un vehículo todo terreno, mirando detrás de sus binoculares a un tigre que quiere devorar un siervo, en plena sabana. El tigre (amenaza) tiene la posibilidad de comerse, además del siervo, a un conejo y una serpiente que habitan en dicho medio. Los tres animales son susceptibles (vulnerables) de ser devorados por el tigre. Sin embargo, el siervo posee el nivel más alto de vulnerabilidad, pues a pesar de ser más grande, más fuerte, y quizá más veloz que la serpiente y el conejo, su tamaño le impide esconderse de la vista del tigre con la facilidad de los otros dos; por ende, será devorado.

Los tres animales tienen diferentes niveles de riesgo frente a la amenaza que representa el tigre. El humano, que mira desde su vehículo a la distancia, con una escopeta en la mano, no corre ningún riesgo, pues no se encuentra ni vulnerable, ni desprovisto de capacidad para enfrentarse ante la amenaza del tigre. Por lo tanto, el riesgo es nulo. Por el contrario, si el hombre, careciera de escopeta, anduviera a pie, sin vehículo y sin habilidad para correr, trepar, ni esconderse del tigre, sus vulnerabilidades se incrementarían y estaría en riesgo inminente; sería devorado brutalmente, antes que el siervo.

Evaluar las condiciones de nuestro entorno, analizar las amenazas y vulnerabilidades que están detrás de los riesgos que generamos todos los días, son tareas a las que debemos comenzar a habituarnos. Recordar la máxima consigna del evolucionismo tiene hoy gran vigencia. No sobrevive el más fuerte, ni el más rápido, sino el que mejor se adapta a las condiciones del entorno. Esto es también protección civil. ¡Que su semana sea de éxito!

Hugo Antonio Espinosa Ramírez

Funcionario, Académico y Asesor en Gestión de Riesgos de Desastre

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