Como todos sabemos, que nuestra bella Toluca a partir de la década de los 60´s se volvió una capital industrial, es por ello que hoy hablaremos de la llegada de la General Motors; así como de una excelsa dama que se dedicó en cuerpo y alma a la farmacopea en un referente negocio ubicado en el centro histórico de Toluca, doña Bertha Peña Becerril.
Es así, como la empresa GM inaugura el importante complejo de motores y fundición en Toluca en 1965 (administración estatal del estimado licenciado Juan Fernández Albarrán 1963-1969 y como presidente municipal de Toluca don Jaime Pons Hernández, también dueño del referente y conocido Hotel San Carlos), destinado principalmente a proveer de motores de 6 cilindros y partes de fundición a la planta localizada en la ciudad de México (avenida Ejército Nacional) hoy en día el gran complejo Museo Soumaya. La extensión del terreno de este complejo industrial es de 430 mil metros cuadrados, dentro de los cuales la planta de motores ocupa cien mil 584 y la fundidora 71 mil 933.
La inversión de esta compañía generó abundantes fuentes de trabajo para los habitantes de la ciudad de Toluca y zonas circundantes. Entre los logros que ha tenido esta empresa, destaca la exportación de monobloques para motores diésel a Detroit, la capital mundial de la industria automotriz. En marzo de 1987 esta planta había de rebasar la cifra de un millón de motores destinados al comercio exterior. Entre julio y septiembre de 1972, ya en la administración estatal del profesor Carlos Hank González y como presidente municipal de Toluca, don Alfonso Gómez de Orozco, el vehículo lunar fabricado por la Corporación General Motors fue exhibido en la sede de la Embajada de los Estados Unidos en México, en el museo Tecnológico de la Ciudad de México, en las plantas de GM del DF; hoy CDMX, y Toluca, así como en 21 ciudades de la República. Más de 500 mil personas concurrieron a admirar al que fue automáticamente el primer automóvil extraterrestre.
Toda una vida en la farmacia, doña Bertha Peña Becerril
Entrecerrando los ojos, doña Bertha comentaba que entonces los propietarios eran los señores Prócoro Moreno y José Rodríguez, también mencionó que en aquellos tiempos en la parte posterior a la botica estaba el laboratorio en donde se preparaban las medicinas que le solicitaban, elaborando unas fórmulas con polvos, aceites e infusiones con los que, auxiliadas por el mortero y otros implementos como el matraz, elaboraban los ungüentos, jarabes y tónicos. Doña Bertha, explicó que así se hacían los remedios ya que todavía no había medicinas de patente, que hoy en día después de más de 70 años de su vida y con la labor en la farmacia todo ha cambiado. Sus clientes la siguieron hasta donde se pudo, para que les siguiera surtiendo sus medicamentos, principalmente para que los inyectara, porque según afirmaban, lo hacía con tal suavidad que no se sentían los piquetes.
Desde su juventud siempre fue la dedicación y fidelidad para la atención a la farmacia, así como la amabilidad para la clientela, y eso no le permitió tiempo para un noviazgo y menos para un matrimonio, podemos decir que se casó con la farmacopea (libro en que se describen las sustancias químicas, los fármacos y otras sustancias, y la forma en la que se usan como medicamentos).