Lo realmente mío no es la narración deportiva, pero sé de deportes, de casi todos –dice el periodista mientras sorbe de su café americano sin azúcar-. Ciertamente se equivocó en sus pronósticos. Vaticinó que México regresaría con tres medallas: dos de bronce y una de plata, en clavados y tiro con arco. No presupuestó las platas de Prisca Awiti en Judo y de Marco Verde en boxeo. Así que no fueron tres, sino cinco que debemos valorar y atesorar. Y no fue tampoco la peor participación de México, esa se quedó en Tokio 2020 con las 4 de bronce en clavados, futbol, halterofilia y tiro con arco, pero, Ana no debería colgarse triunfos ajenos. Mire, ya pasado el fervor olímpico, debemos hacer cuentas.
Que no nos engañe la pasión guadalupana ni el falso fervor patriótico. Se superó lo de Tokio pero sigue siendo Londres 2012 la última edición en la que se escuchó el himno nacional con el oro en Futbol. En París se ganó la misma cantidad de medallas que hace ocho años en Río de Janeiro y solo ocho atletas, de 107, en su deporte, pueden ser ubicados entre los mejores del mundo. Los demás ¿qué le digo? Sólo fracasos. Se incursionó en muchos deportes, pero sólo para justificar el despilfarro de los dirigentes. Tuvimos participación en Atletismo (Tan buenos que éramos y ahora solo van de vacaciones), aguas abiertas, bádminton, boxeo, ciclismo, equitación, esgrima, gimnasia artística, gimnasia rítmica, golf, halterofilia, judo, lucha olímpica, natación, nado sincronizado, remo, surf, taekwondo, tenis de mesa y tiro con arco, pero, rezando para “pegarle” a alguna medalla y suplicando para que esos juegos no fueran los peores y seguir disfrutando del dinero público. Eso se llama estafa y las víctimas somos los mexicanos.
Y no es nuevo, y es que la CONADE, desde su creación en 1988 se convirtió en la caja chica de muchos gobiernos. Un nido de corrupción en la que se involucró a deportistas. En muchas ramas deportivas, a las que ni a presea se ha llegado, el derroche financiero ha sido mayúsculo.
No son culpables los deportistas
Yo creo que la mediocridad y el conformismo político en materia deportiva en este sexenio quedó demostrado cuando se nombró a Ana Gabriela Guevara, con preparatoria trunca, al frente de la CONADE.
En 2020, la Secretaría de la Función Pública y la Auditoría Superior de la Federación detectaron irregularidades de la CONADE por 377 millones de pesos. No pasó Nada. Ana es consentida del presidente. Y luego llegaron sus actitudes contra medallistas olímpicas: a la esgrimista Paola Pliego la acusó falsamente de doping para negarle su participación en los olímpicos de Río 2016. Tras esta “jugarreta”, Pliego se nacionalizó uzbeka para seguir compitiendo. La clavadista Paola Espinosa la culpó de dejarla fuera de Tokio 2020 por venganza al exponer la corrupción en la Natación. Son puros “pataleos”, le respondió Ana Gabriela. A la campeona mundial de raquetbol, Paola Longoria, le retiró la beca al postularse como candidata a diputada en Nuevo León por sus opositores de Nueva Alianza y después calificó de “mentirosas” a las integrantes del equipo de nado artístico por denunciar falta de respaldo económico de la CONADE.
Desde 2019, Ana Guevara ‘recortó’ las becas a los deportistas condicionándolos a resultados para seguir subsidiándolos, pero excluyó a entrenadores, nutriólogos y psicólogos de las becas ahora limitadas. En este sexenio, en el que se nombró a esta tipa, se redujo el presupuesto y se condicionaron los apoyos, era obvio que el fracaso en Tokio y París estaba asegurado… Tristemente. Mi X @raulmandujano
