“No mentir”, “no robar” y “no traicionar”, consignas que pasarán a la historia como controversiales y ridículas, a menos que uno sea fiel seguidor de las mañaneras y entonces serán la máxima memorable del todo poderoso y supremo creador de la 4t.
El domingo hubo “informe” del presidente, admito que no puedo decir cual número le correspondía porque al principio del sexenio hacía tantos, y luego repetía incansablemente el contenido en muchas mañaneras, que francamente perdí la cuenta. Como sea, situémonos en el primero de septiembre de este año. El texto que leyó mostró que el presidente vive en un país diferente. En su país, la economía es brillante, tal como prometió, en el nuestro, según el Banco de México, el crecimiento promedio no llega al 1%; en su país la inversión llega sin temor y la violencia está controlada, el crimen organizado no hace de la suyas, no hay masacres, no hay desaparecidos; también en su país sus obras emblemáticas funcionan de maravilla, no hay corrupción, no se persigue a los periodistas independientes, todo funciona la mar de bien… pero la frase con la que me quedo, la que considero emblemática del sexenio, vaya, la que no tiene desperdicio: “…el sistema de salud pública ya es el más eficaz del mundo, es mejor que en Dinamarca” . Así, el espejismo lleno de mentiras en el que vive López Obrador contrasta con la realidad.
Y aquí van los datos que muestran cómo vivimos el resto de los mexicanos, aunque muchos no lo admitan. En México, y otros países de América Latina, el dinero de los contribuyentes no se invierte en beneficio de ellos y en los últimos 17 años, esa inversión, se redujo a menos de la mitad, ¿lo han notado estimados lectores y lectoras? Todavía peor, durante los últimos años, México es considerado como un país hostil a la inversión pública y privada. Y los datos no los inventé, son de la OCDE y del G20. Echemos un ojo a seguridad pública. En homicidios, este sexenio registra, hasta el momento de escribir estas notas, 197,061. Resulta que eso representa 26% más que el sexenio anterior y 64% más que el de Calderón. Y si hablamos de personas desaparecidas, en este gobierno son casi tres veces las registradas respecto al de Calderón. Ante todo, no podemos olvidar que cada uno de esos números era una vida. Parece cierto que, en México, la vida no vale nada.
Dos mundos, dos realidades en contraste. Un México confrontado y dividido por Andrés Manuel que hereda una de las peores circunstancias en el proceso de cambio de gobierno. Y tiene razón cuando afirma que veremos la radicalización del populismo y la destrucción institucional del andamiaje que llevó décadas construir para detener al partido hegemónico y sus gobiernos autoritarios y que en un corto periodo se derrumba. Como ciudadano, difícil es admitir que hay muchos que se aferran al populismo para presentarlo como lo mejor de este mundo. ¿Y quienes queremos un país de libertades e instituciones democráticas donde fluya la información y se respeten nuestros derechos?
¿Alguno de ustedes tuvo oportunidad de conocer de primera mano lo sucedido el domingo pasado? Y no me refiero a los actos políticos, que conste. Porque ese día, tuvimos la oportunidad de ver la otra cara de la moneda. Primero en Ciudad de México, y al día siguiente también en Toluca, miles de jóvenes marcharon en defensa del poder Judicial, convirtiéndose así en la gran esperanza de este país.
Decidí acompañar a estos jóvenes en Toluca y tuve oportunidad de platicar con algunos. Para empezar, gritaban consignas muy ilustrativas: “No hay futuro sin justicia”, “la justicia no se vota”, “la autonomía no es tómbola”, “poder Judicial contrapeso nacional”. Los jóvenes que formaban este contingente mostraban que leyeron la reforma y la cuestionan. Quienes aceptaron hablar conmigo, estudiantes de la Facultad de Derecho de la UAEMéx, citaron algunos relatos sobre justicia que refiero brevemente: Jesucristo fue condenado a muerte y Barrabás fue liberado por un juzgado popular; Sócrates, el sabio griego, fue acusado, sin el debido proceso, sin juez imparcial ni jurado, y más bien fue linchado por quienes tenían poder político.
Ver la determinación de estos jóvenes para defender una causa justa. Verlos con valor en las calles, a pesar de que están mucho tiempo en redes sociales, escucharlos expresar sus ideas y reflexiones a voz en cuello, me llenó de ilusión y de entusiasmo. Aún son pocos, y tal vez esta ocasión no sean escuchados. La decisión de salir a la calle enaltece su condición de ciudadanos. Estos jóvenes sí son la esperanza, son la semilla que dará frutos y podrían encontrar nuevos caminos para México. Eso representa su activismo. ¡Que vivan los jóvenes! Y que pronto se enriquezca su liderazgo con causas sociales para bien de todas y todos.
Permítanme una última observación. López Obrador y Claudia pasarán a la historia como verdugos del poder Judicial. Y a ambos les recuerdo, desde estas líneas, que, a Evo Morales, un populista similar, lo persiguieron jueces electos por voto popular. No olviden que Robespierre inventó la guillotina para matar a quienes pensaban diferente, y al final también le cortaron la cabeza. No vaya a ser que los líderes de la 4t acaben víctimas de su propio invento.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
