Las dos Ferias del Libro más importantes del mundo son la Feria del Libro de Frankfurt y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Aunque comparten el objetivo común de celebrar la literatura, cada una tiene una identidad y un propósito bien definidos. La Feria de Frankfurt se consolida como un espacio de negocios, donde editores y agentes literarios se reúnen para negociar derechos de publicación y explorar alianzas editoriales. Por su parte, la FIL de Guadalajara prioriza el encuentro humano entre escritores y lectores, promoviendo el diálogo cultural y la pasión por la lectura.
Este enfoque en la conexión personal se manifiesta en los pasillos de la FIL, donde lectores y escritores caminan sin prisa, se conocen, se encuentran y reencuentran, en un ambiente que invita tanto al abrazo como al descubrimiento. Entre sus salones y stands, los visitantes exploran pequeñas editoriales y encuentran joyas literarias que amplían su horizonte lector. Este año, se espera que más de un millón de personas acudan a la FIL, reflejando un dato alentador: en México se está leyendo más. Según cifras de la industria editorial, el aumento de hábitos de lectura es especialmente notable entre los niños y jóvenes, una generación que, aunque integrada a la tecnología, encuentra en los libros un refugio contra las adversidades del mundo actual.
Un evento destacado de esta edición fue el encuentro de mil jóvenes con Mia Couto, Premio de Literatura en Lenguas Romances 2024. El escritor mozambiqueño compartió cómo el arte, la literatura y la naturaleza fueron su refugio en los momentos más violentos de la historia de su país, una experiencia que se refleja profundamente en su obra. En sus palabras resuena una verdad universal: leer es un antídoto contra la violencia, una herramienta que nos permite ampliar nuestra perspectiva y comprender al otro. Como menciona Juan Villoro, mientras la historia oficial suele estar dominada por visiones de poder y simplificaciones entre héroes y villanos, la literatura narra las historias de las "otredades", brindando una mirada más sensible y profunda al mundo.
Esta visión se complementa con la reflexión de Irene Vallejo, quien describe a los libros como un acto de resistencia frente al olvido. “Poseer libros es un ejercicio de equilibrio sobre la cuerda floja”, dice. “Un esfuerzo por unir los pedazos dispersos del universo hasta formar un conjunto dotado de sentido. Una arquitectura armoniosa frente al caos”. Los libros, entonces, son un refugio, un dique contra el inexorable paso del tiempo.
En México, esta necesidad de refugiarse en los libros cobra un significado especial frente a una realidad marcada por la violencia, la incertidumbre y la desesperanza. Para muchos jóvenes y niños, leer representa un espacio de paz, una forma de imaginar un futuro mejor y una oportunidad de construir una mirada más crítica, ética y empática hacia el mundo. Frente al cruento panorama de desapariciones y juvenicidios, la literatura ofrece no solo consuelo, sino también herramientas para cuestionar, resistir y transformar la realidad.
