Mientras camina por calles del centro histórico, el periodista observa cómo agentes de la policía protectora del ciudadano someten a comerciantes de la Plaza Izazaga 89 y los despojan de cajas con mercancía que argumentan, es de “dudosa procedencia”, aunque al amanuense le parece que sí saben su procedencia pero bueno. Se trata de dar “golpes” a los mercaderes pobres por instrucciones de Trump.
El periodista bebe de su café americano sin azúcar mientras escucha de fondo musical: Tan choncho como una chinche, más chueca que la fayuca, con fusca y con cachiporra, te pasa andar de guarura. Mejor yo me echo una chela, y chance enchufo una chava, chambeando de chafirete, me sobra chupe y pachanga… Recuerdo –expresa el escribano- que por allá de 1986 u 87, la calle de Juárez, desde Lerdo hasta Instituto Literario en Toluca, en ambas banquetas, lucía pletórica de ambulantes colgados de los postes de luz. Vendían fayuca a montones. Invadían el centro de la ciudad hasta que en 1994 fueron reubicados al Mercado Hidalgo –al “mercado de la fayuca” le decían-, y que por cierto, hoy luce casi abandonado, sometido a “rentas” de malandros.
Lo que es claro es que la mercadería ilegal no aparece por obra de magia en las calles de las ciudades de México, no, ingresa por las aduanas desde China, Japón, Hong Kong, incluso de Estados Unidos, No tienen freno, la embestida de “productos de dudosa procedencia” se convirtió en el negocio más lucrativo del siglo XX, sobre todo en países pobres.
Específicamente en México, los precios de los productos básicos de vestido y los de bienestar en el hogar, como eran equipos de sonido, televisiones, hoy pantallas, juguetes, teléfonos celulares, relojes, en fin…eran carísimos para los bolsillos de una sociedad laboral en su mayor parte obrera o campesina, atacados por la situación económica que sólo enriquecía a políticos y empresarios.
Por eso existen Tepito, plazas como la Izazaga, o mercados como el de la Merced o el Hidalgo, pero en cada entidad, incluso, en cada municipio, la venta de fayuca proveniente de las aduanas de Cancún, Tabasco, Veracruz, Puebla o Yucatán, le genera a los contrabandistas “hormiga” una derrama económica de 300 millones de dólares mensuales. Un cálculo adicional realizado por la Secretaría de Marina Armada de México, considera que el 80 por ciento de los mexicanos consumen estos artículos y gastan, por visita a esos lugares, alrededor de tres mil pesos por ciudadano. Hagan sus cuentas
Y no es un problema que se oculte, como el fentanilo, que decía el gobierno que no existía hasta que Estados Unidos comprometió a México a combatirlo. Hoy vuelve a ocurrir. Donald Trump condiciona a México para evitar que sean los chinos los “ganones” del trasiego fayuquero porque, además, estos mercaderes también dominan el comercio en línea con empresas como Temu o AliExpress.
El periodista entiende que no se trata solamente de cerrarles negocios a los comerciantes que hallaron así una forma de vida. Esto va más allá. Los quiero ver haciéndole la extinción de dominio al Cártel de Tepito. No es con golpes mediáticos y pequeñitos como se puede combatir la delincuencia. Tendríamos que viajar a las fronteras y frenar al crimen pero, no creo que ocurra. Los productos piratas ayudan al bolsillo de millones de mexicanos… Paga su cuenta y camina hacia la puerta, en el fondo se escucha: bienvenidos sean todos a ese barrio famoso yo los invito. Gente muy trabajadora descendencia azteca no somos un mito. Aquí somos mexicanos orgullosamente paren el oído, si me preguntan de qué hablo, hablo de mi barrio bravo de Tepito… Mi X @raulmandujano.
