Un 4 de diciembre se conmemora el Pacto de Xochimilco, día que en los dos grandes líderes revolucionarios se vieron por vez primera.
Pancho Villa y Emiliano Zapata en Xochimilco. Imagen del Archivo General de la Nación.
Los nombres de Pancho Villa y Emiliano Zapata son muy conocidos en la Historia de México. Grandes líderes populares quienes sentaron las bases de las reformas sociales de la Revolución Mexicana. Si bien su movimiento fue derrotado, es innegable la influencia que sus ideas tuvieron en la construcción del Estado Moderno mexicano. Tanto Pancho Villa como Emiliano Zapata se unieron a la lucha revolucionaria desde el comienzo de ésta. Incluso Zapata lo hizo desde antes al ser nombrado jefe de la junta de defensa de las tierras de Anenecuilco y pueblos aledaños.
Con la caída de Porfirio Díaz, Francisco I. Madero subió al poder por la vía democrática; sin embargo, su presidencia estuvo plagada de obstáculos y dificultades políticas sociales y económicas. Madero fue derrocado en febrero de 1913 mediante un Golpe de Estado, posteriormente Victoriano Huerta subió al poder mediante una fachada legaloide. Huerta pretendió restaurar el antiguo régimen porfirista sin éxito.
Con la derrota de Victoriano Huerta, las facciones revolucionarias trataron de zanjar sus diferencias y llegar a un acuerdo en la Convención de Aguascalientes. La convención se declaró soberana, es decir, que era independiente y no obedecía a una facción en particular. La convención ordenó dejar el mando a Carranza, lo cual el jefe coahuilense no aceptó. Ante la necedad de Carranza y la falta de acuerdos, Villa avanzó junto con sus tropas a la ciudad de México para que sus demandas populares fueran escuchadas.
Debido a lo anterior, el 2 de diciembre de 1914, Roque González Garza, George Carothers, Juan Banderas y Alfredo Serratos viajaron a Cuernavaca para convencer al general Zapata de tener una entrevista con Pancho Villa en la ciudad de México, a lo cual Zapata accedió, pero puso como condición que la reunión se diera en Xochimilco, territorio controlado por tropas zapatistas y cercano a la gran urbe. Villa también aceptó y de esta manera los principales jefes populares de la revolución se verían las caras.
La reunión se dio, como estaba pactado, en el pueblo de Xochimilco un 4 de diciembre de 1914. Villa arribó a medio día, lo esperaba una comitiva zapatista; el profesor Otilio Montaño dio el discurso de bienvenida al Centauro del Norte. Posteriormente los dos generales comieron ante la mirada de varios periodistas, fotógrafos y curiosos quienes presenciaban algo único: los dos líderes más carismáticos de la revolución por fin se veían las caras. Tras media hora de silencio, fue Villa quien por fin habló y Zapata le siguió la conversación, ambos tenían la misma opinión de la personalidad de Carranza.
Gracias a diversos testimonios y periodistas, entre los cuales el más valioso es de Roque González Garza quien a través de la taquigrafía transcribió el contenido de esa reunión, sabemos exactamente de qué hablaron los dos líderes revolucionarios. Los temas principales fueron la anarquía del país, la vileza de Venustiano Carranza y la situación del pueblo. Pero un contenido particularmente interesante es el siguiente, donde se muestra su falta de ambición política y su compromiso con el tema agrario:
“Zapata: Por eso yo se los advierto a todos los amigos, que mucho cuidado, si no, les cae el machete (…) Nosotros nos hemos estado limitando a estarlos arriando, cuidando, por un lado, y nosotros, a seguirlos pastoreando.
Villa: Yo muy bien comprendo que la guerra la hacemos nosotros los ignorantes, y la tienen que aprovechar los gabinetes, pero que ya no nos den quehacer.
Zapata: Los hombres que han trabajado más son los menos que tienen que disfrutar de aquellas banquetas. Nomás puras banquetas. Y yo lo digo por mí: de que ando en una banqueta hasta me quiero caer.
Villa: Este rancho [Ciudad de México] está muy grande para nosotros; está mejor por allá afuera. Nada más que se arregle esto, para ir a la campaña del Norte. Allá tengo mucho qué hacer.
Villa: Ya verán cómo el pueblo es el que manda, y que él va a ver quiénes son sus amigos.
Zapata: Él sabe si quieren que se las quiten las tierras. Él sabe por sí solo que tiene que defenderse. Pero primero lo matan que dejar la tierra…
Villa: Pues hombre, hasta que me vine a encontrar con los verdaderos hombres del pueblo.
Zapata: Celebro que me haya encontrado con un hombre que de veras sabe luchar.”
Posterior a esa conversación ambos líderes acordaron unificar sus programas de lucha, Villa prometió artillería y armas al ejército zapatista y el compromiso de llevar a civiles preparados a la presidencia de la república. No obstante, más qué útil, el pacto fue simbólico porque distintos obstáculos hicieron que fuese imposible unificar objetivos militares y el envío de armas de las tropas villista al ejército del sur.
Dos días después, ambos ejércitos ocuparon la ciudad de México, lapso en el que se dio la emblemática foto de Villa y Zapata en Palacio Nacional donde Villa se sentó en la silla presidencial ante la mirada atónita de muchos fotógrafos. Años después la suerte no favoreció a los líderes populares, ya que las tropas zapatistas fueron anuladas por el ejército del general Pablo González mientras que Villa fue derrotado por Álvaro Obregón en las míticas batallas del Bajío.
El 4 de diciembre, si bien es un día casi olvidado por la historia patria presente en los libros de textos, fue un punto de inflexión en la Revolución Mexicana, no sólo por la reunión de Villa y Zapata, sino porque el país conocería a los dos líderes revolucionarios y sus propuestas; empero, diversas circunstancias hicieron que estos planes y programas no se concretaran del todo, ya que la facción que encabezó Carranza y Obregón salió victoriosa.
Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM.