Piñatas y posadas. Tradiciones históricamente mexiquenses. Fue en el municipio de Acolman donde surgió esta tradición

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Piñatas y posadas. Tradiciones históricamente mexiquenses. Fue en el municipio de Acolman donde surgió esta tradición

Viernes, 13 Diciembre 2024 00:05 Escrito por 
Juan Manuel Pedraza Velásquez Juan Manuel Pedraza Velásquez Ecos del pasado

Ha comenzado el maratón Guadalupe-Reyes 2024-2025, y con él muchas tradiciones, festividades y costumbres que año con año se hacen presentes en nuestro país multicultural. Las posadas navideñas y sus tradicionales piñatas, son uno de estos eventos significativos en las fiestas decembrinas, especialmente en México, donde se celebran del 16 al 24 de diciembre, emulando el peregrinaje de María y José previo al nacimiento de Jesucristo. Esta fiesta popular, ritual cargado de simbolismo, alegría y euforia, tiene su origen hace más de 400 años en nuestro bello Estado de México.

Para explicar el origen de esta tradición es necesario recurrir a la historia. La conquista de México-Tenochtitlán, ocurrida el 13 de agosto de 1521, trajo consigo la asimilación e imposición del catolicismo en los diversos pueblos indígenas del Valle de México. Muchos pobladores, fieles a su religión, se resistieron a profesar la fe católica y continuaron sus propios rituales religiosos. Una de estas celebraciones prehispánicas fue la fiesta llamada “panquetzaliztli”, que iniciaba el 6 de diciembre, y continuaba 20 días después, en ella se celebraba el renacimiento del dios Huitzilopochtli y se le honraba con comida, bebida, levantamiento de banderas y danza.

Para mediados del siglo XVI, el dominio colonial español se estaba asentando en la Nueva España, pero festividades como la anterior descrita seguían en el imaginario de las comunidades indígenas. Debido a lo anterior, los frailes evangelizadores idearon diversos métodos para promover el catolicismo y la asimilación de una mejor forma el dogma y las enseñanzas católicas por parte de los nativos novohispanos. Y precisamente, uno de estos métodos que implementaron, fueron las posadas navideñas y su principal actividad lúdica, el rompimiento de la piñata.

Todo comenzó con los frailes agustinos, quienes arribaron a la Nueva España en 1533. Rápidamente, los agustinos se dedicaron una ardua difusión del catolicismo entre la población indígena. Uno de estos esfuerzos lo hizo Fray Diego de Soria, prior del convento de San Agustín en el actual municipio de Acolman, mediante una carta al papa Sixto V, Fray Diego pidió un permiso para celebrar “misas de aguinaldo” en el interior del convento. Estas misas tenían una duración de nueve días y previo a su desarrollo se leían pasajes bíblicos, se efectuaban representaciones y se les regalaba dulces a los niños, muy pronto esta celebración sustituiría poco a poco al “panquetzaliztli”.

Años después, los padres agustinos introdujeron el elemento de la piñata, una artesanía de barro en forma de estrella, a la cual se le añadirían siete picos que representan los siete pecados capitales. Asimismo, los nueve días de las misas de aguinaldo poco a poco se convirtieron en las tradicionales posadas, que simbolizan la pureza, la humildad, la caridad, la generosidad, la justicia, la confianza, el desapego, la fortaleza y la alegría. Prontamente, la conmemoración se convirtió en toda una costumbre en todas las capas de la sociedad, donde nunca faltaba la generosidad, la diversión y la caridad religiosa.

Gracias al catolicismo difundido en el siglo XVI, las piñatas y las posadas están cargadas de varios símbolos religiosos tales como los colores intensos y brillantes de las piñatas, que representan la tentación; los dulces y colaciones significan la riqueza del reino de los cielos; el vendaje en los ojos representa la fe ciega con la que se vence al pecado y el palo de madera representa a su vez la virtud y la fuerza de voluntad con la que se vence al mal. De igual manera, otros simbolismos más son los aguinaldos, representantes de los buenos deseos, y las luces de bengala, que representan las estrellas que guiaban a María y José en su peregrinar.

En el México independiente la tradición de las posadas se fue perdiendo en las iglesias y conventos mexicanos. A tal grado de casi desaparecer, sin embargo, esta práctica fue rescatada por los fieles mexicanos, quienes hicieron suya la celebración y la mudaron de los conventos a los barrios y colonias populares, adquiriendo un cariz festivo y religioso. Para fines del siglo XIX las posadas mexicanas junto con las piñatas eran ya una tradición única y reconocida a nivel mundial, incluso fueron retratadas y descritas en la película de Walt Disney Los Tres Caballeros (1944).

Actualmente, el municipio de Acolman sigue siendo fiel a su tradición de más de 400 años, celebrando las posadas y haciendo de la piñata una tradición, un arte, pero sobre todo un elemento característico de la identidad mexicana. El ex convento de San Agustín, testigo de la historia nacional, nos dio un pedazo de cultura mexicana y una festividad que hasta el momento es la alegría de millones de niños mexicanos quienes cada diciembre piden su aguinaldo navideño de dulces y frutas mientras beben un delicioso vaso de ponche caliente.

Hoy en día, las posadas forman parte de nuestra identidad como mexicanos, son un puente entre el presente y el pasado que recuerda la fe de millones de mexicanos y a su vez le da momentos de alegría a la infancia de los niños mexicanos. Cada año, los mexicanos recuerdan la importancia de la fe, la caridad y la solidaridad, en cada canto, en cada piñata rota, en cada rezo en cada plato de comida repartida, los mexicanos construyen su identidad y forjan su historia a través de aquella tradición mexiquense que surgió hace más de 400 años.

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