El origen histórico 10 de mayo en México ¿amor familiar o reafirmación conservadora?

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El origen histórico 10 de mayo en México ¿amor familiar o reafirmación conservadora?

Viernes, 09 Mayo 2025 00:00 Escrito por 
Ecos del pasado Ecos del pasado Juan Manuel Pedraza

En nuestro país, los festejos del 10 de mayo han permanecido por más de cien años en la memoria colectiva de los mexicanos. Año con año se conmemora a las madres mexicanas en una fecha que también permite a las escuelas, sobre todo las de educación básica, fomentar la convivencia escolar entre los alumnos y sus familias. Empero, detrás de los miles de festivales, efemérides, conmemoraciones, flores y buenos deseos, emerge un trasfondo histórico más complejo, el cual forma parte de la lucha de las mujeres por conseguir igualdad jurídica, política, social y económica, una lucha que incluso hoy en nuestros días continúa.

Todo comenzó a finales del siglo XIX en el estado de Yucatán. En 1870, la maestra y poetisa Rita Cetina desarrolló un incipiente movimiento feminista a través de la asociación La Siempreviva, en donde se promovía la educación femenina y, a la par, se discutían los problemas que aquejaban a la mujer mexicana dentro de la sociedad. Posteriormente, en 1884, Laureana Wright creó la primera revista feminista de México, Violetas de Anáhuac, en la que promovía el desarrollo cultural de la mujer mexicana. Sin embargo, durante el Porfiriato la situación de la mujer mexicana no mejoró mucho.

Con el estallido de la Revolución Mexicana, la mujer ocupó un papel trascendental en el proceso. Más allá de las típicas “soldaderas” presentes en los archivos fotográficos, la mujer mexicana también desempeñó otros roles, como periodistas, intelectuales, activistas y enfermeras, formando bases de apoyo a los distintos bandos y colectivos revolucionarios de Emiliano Zapata, Venustiano Carranza y Francisco I. Madero. Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la revolución también fue posible gracias al inmenso esfuerzo de la mujer mexicana.

En 1916, desde el remoto estado de Yucatán, se preparaba un auténtico vendaval político para la época. Elvia Carrillo Puerto impulsó desde su pequeña trinchera la igualdad y los derechos de las mujeres. Sus esfuerzos se vieron cristalizados en el Primer Congreso Feminista en enero de 1916, donde se debatieron temas respecto a la participación de la mujer en la vida pública, su derecho a votar y ser votadas, la igualdad jurídica frente al hombre y la apertura de oportunidades laborales y educativas. Paulatinamente, el feminismo echaba sus raíces en México para derrocar una ideología obsoleta y un ideal femenino rebasado por la realidad. Pese al éxito de este congreso, es evidente que las ideas feministas tuvieron más de un opositor en la Cámara de Diputados.

No obstante, Elvia Carrillo Puerto fue más allá. En 1922, Elvia comenzó a promover la idea de que la mujer mexicana puede “elegir ser o no ser madre”, detener la concepción y decidir sobre los derechos de su cuerpo. Con apoyo de su hermano, el gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, se fue impulsando una campaña para fomentar en la mujer mexicana esta idea de emancipación. Incluso llegó a repartirse un folleto de la enfermera estadounidense Margaret Sanger, activista en pro de los derechos reproductivos y el control de la natalidad de la mujer. Evidentemente, este movimiento fue atacado desde la capital y desde todo el aparato político encabezado por el gobierno del presidente Álvaro Obregón.

Fue en el diario Excélsior, en aquel momento promotor y difusor de las ideas revolucionarias, donde se inició una virulenta campaña contra toda idea que hablara de derechos políticos, educativos o reproductivos para la mujer mexicana. Decenas de periodistas ridiculizaban esta idea y atacaron a toda aquella activista o gobierno que apoyara este atentado contra la “familia y buenas costumbres”. Sin embargo, el trabajo del Excélsior no terminó allí. Para promover el ideal de la mujer abnegada, sumisa, obediente y buena esposa, el periódico propuso un festejo que enalteciera las dotes femeninas antes mencionadas: el Día de las Madres, y el día para este festejo fue el 10 de mayo.

Apoyado por el régimen, el 10 de mayo fue secundado en la mayor parte del país y, de esta manera, un movimiento social que pretendía otorgarle igualdad jurídica a la mujer fue eclipsado por un festejo que promovía los valores más conservadores e idealizados que debía tener la mujer mexicana, sobre todo en su rol de madre y esposa. De esta manera, se comenzó a celebrar en 1922 por primera vez el 10 de mayo, entre otras cosas para “responder a la necesidad cada vez más urgente de detener el avance disolvente que amenaza desintegrar las sociedades modernas”, esto último de acuerdo con el diario antes mencionado en su edición del 11 de mayo de 1922.

El 10 de mayo se enraizó de manera gradual como una tradición mexicana, fomentando los valores tradicionales de la madre y su idea de ser lleno de “amor y compasión”. Con el pasar de los años, este festejo fue aprovechado por empresas y tiendas departamentales, quienes promovieron la venta de sus productos como “regalo” para la madre mexicana, principalmente electrodomésticos, los cuales en vez de emancipar, promovían el ideal de la mujer mexicana como administradora del hogar y sujeta al trabajo de casa.

Con el pasar de los años, la mujer tuvo más derechos políticos. En 1953, durante el mandato del presidente Adolfo Ruiz Cortines, se le concedió el voto femenino en elecciones federales a la mujer mexicana. Con el tiempo, las mujeres lograron avances importantes en diversos ámbitos como la política, la educación, la ciencia y la cultura. Esto les permitió acceder a espacios que antes estaban vedados por la misma sociedad; sin embargo, en pleno 2025 hay un largo camino por recorrer para lograr una verdadera igualdad de género.

Históricamente, el 10 de mayo es una fecha significativa. Originalmente concebido como una estrategia para detener los avances del movimiento feminista, actualmente el Día de las Madres es un festejo fijado en la memoria colectiva de México para reconocer la labor de la madre mexicana, lo cual es bastante loable; sin embargo, el autor de estas líneas considera que, asimismo, puede ser una fecha que nos incite a la reflexión para lograr una verdadera igualdad de género y, a futuro, erradicar problemas que aquejan a nuestra sociedad como la violencia hacia las mujeres. Después de todo, como diría el historiador italiano Benedetto Croce: “Toda historia es historia del presente”.

Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM.

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