El riesgo constante

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Publicado en Opinión

El riesgo constante

Lunes, 19 Mayo 2025 00:00 Escrito por 
Sin Riesgos Sin Riesgos Hugo Antonio Espinosa

Nueve de cada diez desastres están relacionados con el cambio climático. Una combinación de fenómenos ambientales de múltiple dimensión y factores socioeconómicos está casi siempre detrás de un desastre en todo el mundo, pero todo el mundo no es América Latina, Asia y África, ya que el 95 % de las muertes asociadas a estas circunstancias ocurren en los países en desarrollo. ¿Sorprendente, verdad? Pues son datos de 2015 y la tendencia no baja desde hace una década, según la Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres de la ONU (UNDRR, por sus siglas en inglés).

¿Cómo estarán las cosas hoy? Cada vez que una autoridad en materia medioambiental, de desarrollo social, o un panel de expertos se pronuncia al respecto del deterioro de las condiciones de vida, del ecosistema y de las prácticas humanas cada vez más devastadoras, se incorpora algún dato escabroso, o un aspecto pernicioso más que enrarece o complejiza el panorama hacia un futuro indeseable, agregando una preocupación más a la conciencia global, como la desaparición de especies, los deshielos, los fenómenos atmosféricos extremos y la intensa radiación solar.

Bueno sería que tal preocupación impulsara acciones decididas y concretas para contrarrestar estas tendencias que parecen atroces. Paralelamente, hoy se cuenta con el conocimiento teórico y práctico suficiente para encauzar propuestas sencillas pero contundentes de preparación y planificación en el manejo de emergencias y el desarrollo de políticas públicas para responder a los efectos del cambio climático y los desastres, pero ese nexo catalizador entre la teoría (ciencia) y la práctica (conocimiento empírico) es cada vez más frágil y necesita de nuevos entendimientos y análisis de corte multidisciplinario.

Ordenar y aclarar conceptos en torno al fenómeno del desastre ayuda a su mejor entendimiento por parte de los ciudadanos y de los servidores públicos a cargo de la administración de emergencias, ya que sus saberes, hábitos y costumbres se encuentran distantes de la producción de conocimientos técnicos y científicos en la materia, los cuales parecen no trascender el aula y los cubículos de los investigadores. Como si sus efectos no fueran percibidos por todos al ser parte de la misma comunidad.

Ese sesgo, o imposibilidad de integración y homologación conceptual, es una de las principales barreras de comunicación y entendimiento entre ciudadanos, sea el funcionario, el científico o el comerciante; los tres, indistintamente de su discurso y su práctica, están expuestos a los mismos riesgos si viven dentro de la misma comunidad. Sumarse o comprometerse, cada quien desde su ámbito y desde sus respectivas vulnerabilidades, además de ayudarse mutuamente, ayudaría invariablemente a los principales afectados de siempre: los más pobres.

La lógica económica del sistema de producción dominante actual (dinero, dinero, dinero…) no respeta la estabilidad y esencia de los sistemas naturales, por eso la relación entre la sociedad humana y la naturaleza no humana está cada vez más disociada y ha generado desequilibrios ambientales –muchos ya irreversibles– que tienen bajo riesgo la viabilidad de la especie humana en un mediano plazo, y esto parece haber pasado desapercibido por todos.

Un horizonte posible es encauzar y habituar a los ciudadanos a gestionar sus propios riesgos, compartir sus experiencias y conocimientos de forma horizontal, desde los vividos en casa hasta los que se comparten en la calle como transeúntes, conductores, pasajeros y usuarios de cualquier tipo de servicio, ya que en todo comportamiento o actividad humana siempre están presentes los riesgos.

Vivir bajo riesgo constante es una condición a la que, con mayor frecuencia, se irá habituando el ser humano, dado los niveles de vulnerabilidad que se manejan hoy; por eso, desarrollar estrategias de autocuidado y participar en las acciones colectivas de restricción y mesura de lo que comemos hasta los enseres que usamos para la vida cotidiana serán quizá obligatorias en un futuro no muy lejano. Esto es Protección Civil. ¡Que su semana sea de éxito!

Hugo Antonio Espinosa
Funcionario, Académico y Asesor en Gestión de Riesgos de Desastre
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