Un legado de sangre. Luis Echeverría y la creación de “los halcones”
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Un legado de sangre. Luis Echeverría y la creación de “los halcones”

Viernes, 06 Junio 2025 00:10 Escrito por 
 Ecos del pasado Ecos del pasado Juan Manuel Pedraza Velásquez

Cada 10 de junio, nuestro país evoca con tristeza y amargura la masacre del Jueves de Corpus en 1971, en donde un grupo paramilitar, “Los Halcones”, reprimió y asesinó con violencia a decenas de manifestantes, en su mayoría estudiantes indefensos, quienes solo protestaban en apoyo a sus compañeros de la Universidad Autónoma de Nuevo León. El principal responsable de esta infamia, señalado como uno de los autores intelectuales, fue el expresidente Luis Echeverría Álvarez, fallecido en el año 2022; el crimen aún continúa impune a más de 50 años de haberse cometido.

Todo comenzó a principios de la década de 1940. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue consolidando todo un aparato estatal y burocrático en donde los principales aspectos de la vida política y económica del país recaían en las manos del partido oficial, mientras que la participación de partidos políticos contrarios se limitaba solamente a ser adversarios nominales del PRI en cada elección. En este contexto, los presidentes del PRI crearon y consolidaron un aparato estatal y burocrático controlador para reprimir y silenciar toda protesta social contraria a los intereses del régimen.

En el año de 1947, el gobierno creó la temible Dirección Federal de Seguridad (DFS), órgano adscrito a la Secretaría de Gobernación, encargado de investigar y perseguir actividades subversivas, comunistas y terroristas. Paulatinamente, la DFS se convirtió en el principal instrumento de espionaje y represión del Estado priísta. Sin embargo, fue a partir de la década de 1960 cuando los gobiernos de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz se auxiliaron de este organismo para detener a líderes guerrilleros, sindicales y opositores contrarios a las ideas que pregonaba el partido en el poder.

Es en este momento cuando toma relevancia Luis Echeverría, principal artífice de la violencia política ejercida por el Estado. Echeverría comenzó su carrera desde muy joven, a los 24 años de edad. En 1958 ya era subsecretario de Gobernación durante la presidencia de López Mateos. Al triunfar Gustavo Díaz Ordaz en las elecciones de 1964, Echeverría fue recompensado como titular de la Secretaría de Gobernación. Al frente de ésta se agudizó la represión, la desaparición y las detenciones arbitrarias de sospechosos de actividades ilícitas contra el gobierno. El hecho más lamentable de este período fue la violenta masacre del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco.

En 1970, Echeverría ganó las elecciones para la presidencia de la república. Aunque en un principio su discurso quiso un acercamiento con la juventud y limar asperezas, en la práctica la represión creció más, al grado de que fue su gobierno quien inauguró la llamada “Guerra Sucia”, campaña feroz donde se encarcelaba, asesinaba y desaparecía a disidentes políticos. En este contexto muchas universidades públicas consiguieron su autonomía, sin embargo, ésta le fue cancelada a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Los estudiantes protestaron por esta medida y por la reducción del presupuesto. Asimismo, el comité de estudiantes de esta universidad pidió apoyo a las distintas universidades del país para defender su autonomía y legalidad.

El llamado fue atendido por la mayoría de las universidades públicas de la república. En la Ciudad de México, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y otros colectivos convocaron a una manifestación pacífica el 10 de junio a las afueras de las instalaciones del IPN en el Casco de Santo Tomás. De manera casi simultánea, el gobierno de la república encabezaba una operación secreta para reprimir brutalmente todo movimiento y expresión opositora al gobierno; el encargado de esta violencia fue el grupo paramilitar “Los Halcones”, concebido dentro de las estructuras más profundas del Estado Mayor Presidencial.

Los Halcones fue un grupo paramilitar creado a fines de 1968 como una medida para contrarrestar toda protesta estudiantil, creado por el regente Alfonso Corona del Rosal con la autorización del entonces presidente Díaz Ordaz. En su máxima época de apogeo, este grupo llegó a tener más de 1000 miembros. Entre los reclutas se encontraban policías y militares dados de baja por mal comportamiento, vagos, pandilleros, grupos porriles universitarios y exconvictos. La inmensa mayoría con un alto grado de resentimiento social y un muy bajo nivel de escolaridad.

Adscritos al Departamento del Distrito Federal y con la venia de Luis Echeverría, Los Halcones fueron dirigidos y entrenados por el teniente coronel Manuel Díaz Escobar “El Zorro”, quien coordinó los entrenamientos en tácticas de combate, artes marciales, manejo de armas de fuego y armas blancas, prácticas de sabotaje y contraguerrilla. De la misma forma, se les sometía a un proceso de adoctrinamiento cultural donde se explotaba su bajo nivel socioeconómico, creando de esta manera un odio a la comunidad estudiantil por sus mejores oportunidades laborales y mejor condición social. En pocas palabras, los estudiantes eran los “causantes de su desgracia”.

Previo al año de 1971, Los Halcones ya habían participado encubiertos en otro tipo de operaciones de carácter secreto, pero fue el 10 de junio de 1971 cuando por primera vez estuvieron en el ojo público de la ciudadanía. Ese día, Los Halcones llegaron en camiones grises, vehículos de la policía, camiones de granaderos e incluso a través del Metro de la Ciudad de México. Armados con varas de bambú que se usan en el kendo (lo que demuestra su preparación en artes marciales), Los Halcones interceptarían y disolverían la manifestación.

La tarde del 10 de junio, “Los Halcones” comenzaron a atacar a los manifestantes con sus varas de bambú. Al verse superados en número, algunas fuentes confirman que fueron repelidos. Posteriormente, los paramilitares se dirigieron a vehículos policiales, en donde consiguieron armas de fuego de grueso calibre. En un contraataque, Los Halcones cargaron contra la multitud estudiantil indefensa, disparando de manera aleatoria a los estudiantes, muriendo muchos de ellos en este ataque. El tiroteo continuó por unos minutos, lo que desató una persecución feroz en calles, colonias y negocios aledaños. Algunos testimonios afirman que miembros de Los Halcones se introdujeron al hospital Rubén Leñero y remataron a algunos alumnos aún en el quirófano.

Esa misma noche, el ejército resguardó el Palacio Nacional. La primera declaración del presidente fue negar cualquier tipo de responsabilidad de las autoridades en este hecho. Al día siguiente, los periódicos del país difundieron la versión de que la masacre fue perpetrada por un grupo de agitadores quienes dispararon contra los estudiantes indefensos; el presidente Echeverría prometió una investigación exhaustiva y castigo a los culpables. El número exacto de muertos hasta la fecha continúa siendo un enigma.

Ni la investigación ni el castigo, ni los responsables que prometió el presidente llegaron, y fueron periodistas e investigadores independientes quienes descubrieron a este grupo secreto y su relación con el gobierno de la república. El único “castigo” inmediato fue la renuncia del regente Alfonso Martínez Domínguez, quien tiempo después ocupó varios cargos políticos como una senaduría y la gubernatura de Nuevo León. Hasta hoy, 2025, historiadores, investigadores independientes y periodistas señalan como principales responsables y autores intelectuales de este crimen a Luis Echeverría, Díaz Escobar, Martínez Domínguez y otros funcionarios quienes nunca pagaron las consecuencias. Algunos incluso fueron promovidos y premiados por el gobierno capitalino.

Fue hasta el año 2002 cuando se creó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, organismo encargado de investigar los crímenes de la llamada Guerra Sucia en México. Varios funcionarios fueron llamados a declarar por su presunta participación en la matanza del 10 de junio, siendo Echeverría, Martínez Domínguez y Mario Moya Palencia los principales. El proceso tuvo sus altibajos. Finalmente, en 2006 el expresidente de México fue acusado de genocidio y se le dictó una sentencia que, por su avanzada edad, tuvo que cumplir en arraigo domiciliario. En 2009, Echeverría fue exonerado de todo delito.

La última aparición pública de Luis Echeverría fue en abril de 2021, cuando recibió su segunda dosis contra la vacuna del COVID-19. Echeverría falleció en su residencia de Cuernavaca, Morelos, un 8 de julio de 2022, sin haber cumplido su irrisoria sentencia, impune con el apoyo de su partido político, sin asumir su responsabilidad en los asesinatos de 1968 y 1971. La matanza del Jueves de Corpus o “Halconazo” es un hecho lamentable que nos muestra la vileza de las autoridades y del gobierno contra su pueblo. Sin embargo, es un punto de inflexión en nuestra historia y en los movimientos sociales, quienes se radicalizaron, abandonaron el pacifismo e iniciaron una auténtica lucha de alta intensidad, que a la postre desprestigió a un obsoleto partido que decía ser heredero de una revolución iniciada en 1910, pero que en la práctica ya no lo era.

Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM

 

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