Hoy, un niño de doce años, vestido de blanco, parado frente a la bandera nacional y cantando el himno —también nacional— ha escuchado en su casa, leído en redes sociales, visto y escuchado en los noticieros lo que pasa en su país. Su papá no tiene trabajo. Su mamá vende comida empacada a oficinistas que conservan su centro de empleo y que, en otro tiempo, fueron sus empleados. Su compadre cerró su tienda —ya no alcanzaba—, sus amigas, en las mismas.

Después de un sinnúmero de reformas sin ton ni son, al niño que canta el himno nacional frente a su bandera se le escurren las lágrimas porque sabe que a él y a sus hermanos les tocará pagar los errores, los déficits y los caprichos del cambio… el de un solo hombre. Aún no sabe que el Estado de Derecho afectará profundamente su vida de adulto, su propiedad heredada de los abuelos. Que no habrá justicia ni propiedad privada bajo reserva, ni libertad de expresión, entre otros temas.

Cualquier periodista podrá ir a la cárcel y perder su patrimonio por externar una opinión que difiera de la palabra única de la autoridad.

En mi opinión, los tratados celebrados con EUA están quedando en letra muerta. Tema de reflexión que haremos en su momento, pero que los halagos y reconocimientos del presidente Trump a la presidenta Claudia Sheinbaum siempre van por delante, lo cual deja ver su modus operandi.

Ahora, quienes nos expresamos públicamente hemos de aclarar qué es diferencia, qué es información u opinión. Se advierte complejo hacerlo, porque, de una u otra manera, es un freno a la libertad de expresión, de los pocos espacios de libertad que quedan en este sentido. Se empieza a ver en algunos colegas, y desafortunadamente lo veremos en más.

En el Salón de Presidentes de la Casa Blanca, el espacio que correspondería a Donald Trump como expresidente está vacío. El espacio de fotografías o cultural va quedando tan hueco como en nuestro país la Constitución.

Las lágrimas de la niña corren por su cara; ha esperado que su tío Juan, el periodista experimentado de un lugar de provincia, llegue a un nuevo lugar: la cárcel de los caimanes (una de las nefastas ideas de Trump), dedicada a los migrantes.