El ideal de bienestar, como discurso oficial
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El ideal de bienestar, como discurso oficial

Jueves, 10 Julio 2025 00:15 Escrito por 
Agenda Sindical Agenda Sindical Carlos Carral

Durante los años mozos del pri-gobierno, fueron varias las estrategias que, de manera ideológica, se utilizaron para su consolidación; desde el gobierno se empujó la conformación de una narrativa histórica creada desde el oficialismo, en torno a los héroes que impulsaron, desde el movimiento de Independencia, esa idea de un fuerte sentimiento nacionalista. De la mano de esa estrategia, se gestó el discurso de la familia revolucionaria, donde el espíritu de los artículos 3, 27 y 123 constitucionales era defendido y materializado solo desde el partido en el gobierno.

Otra estrategia fundamental fue la de la “política social”, que atendía a los sectores campesino, popular y en alguna medida obrero, que, a través de una política realmente clientelar, garantizaba que estos grandes sectores votaran por el pri-gobierno y, con ello, le cerraban la puerta a cualquier posibilidad para que la oposición, cuando menos, pintara un poco en las elecciones. Pues la primera acusación contra los incipientes partidos de oposición era que ellos eran enemigos de los ideales de la revolución, ya que el único camino para honrarlos era a través del partido oficial.

En Estado autoritario, un libro del que hablo recurrentemente en varios espacios —incluyendo este—, su autor, Marx Horkheimer, describe los elementos en los que descansaron los Estados liberales, que se gestaron, en mucho, detrás de lo que consideró un capitalismo avanzado, fincado en lo que conocimos como el Estado de bienestar, donde precisamente los apoyos sociales fueron descritos por el líder de la Escuela de Frankfurt como políticas clientelares que permitirían detonar niveles de corrupción en el gobierno sumamente preocupantes.

López Obrador no tuvo que quebrarse la cabeza tanto para concluir que su concepto de la 4T necesitaba su propio discurso legitimador, y lo encontró precisamente en el término bienestar, que fue el calificativo con el que conocimos el modelo económico, político y de gobierno de gran parte del siglo pasado.

Pero, ¿qué es el bienestar? Realmente, nada. Es, como todos los conceptos de la actualidad, un concepto tan impreciso que puede significar cualquier cosa. Y, bajo él, todas las acciones que se llevan a cabo desde el gobierno federal, estatales y municipales adquieren un halo que, solo a nivel de la percepción, hace creer a la población que son medidas que algún día les dejarán sentir algún beneficio. Pues hasta ahora es claro: las promesas no se han cumplido, y la verdad es que ni se cumplirán.

Frente a la imprecisión en el contenido de cualquier concepto, es necesario hacer hasta lo imposible por delimitarlos. Teóricamente, esa debería ser la función del conocimiento, pero hoy, a pesar de los adelantos científicos y tecnológicos, estamos varados en un estado del conocimiento inverso, donde la percepción es la realidad. Una percepción que se ha sembrado y que nos está haciendo retroceder en el tiempo a pasos agigantados, al grado de que incluso me atrevo a hablar de un tecno-oscurantismo, como el que vivimos en el medioevo.

Como ocurrió con el priismo del siglo pasado, la política clientelar que fluyó a través de ese Estado de bienestar —o Estado social, como también lo conocimos— no fue el camino. Y peor aún: lo que hoy se pretende vender como política social, encarnado en todas las becas y apoyos a diversos sectores de la sociedad, lanzados también como programas clientelares en un abierto afán del nuevo partido en el poder para mantener el control electoral, será, más rápido que tarde, la hecatombe económica de un Estado que gasta más de lo que genera.

Los estragos se empiezan a sentir. El gobierno no tiene recursos y se mete cada día más en un callejón sin salida, donde, en todo momento, busca cómo recortar el gasto público, sobre todo con la desaparición de plazas en la burocracia. Incrementa todos los conceptos posibles para recaudar más recursos vía impuestos, productos y pago de derechos, generando con ello desempleo y una bola de nieve que tarde o temprano tendrá que desgajarse.

¿Qué es el bienestar? Para la población, actualmente, una ilusión; en el futuro, será crisis económica, recesión e inflación. Para el partido en el poder, es solo un discurso de control social. Es la llave para que incruste la corrupción en sus filas a paso constante y la condena de la muerte de este sistema, que está siendo dirigido por los vándalos que decían estar haciendo la revolución política en el siglo pasado, y que se siguen comportando como oposición, una oposición que no está preparada para el ejercicio del poder.

ADDENDA

Lady racista

Aunque el video esté editado, como dice la mujer de origen argentino que está involucrada en el video que circuló en redes sociales —en el que se muestra una escena desagradable en la que una mujer se indigna y se pone violenta por el intento de un policía capitalino de poner un inmovilizador al automóvil de la mujer por estar estacionada en un lugar que requería el pago del parquímetro—, nada justifica que una mujer de mundo, de clase alta como se siente ella, seguramente con una serie de viajes por todo el mundo y un roce social de alto nivel, se comporte de esa manera, más cuando está en casa ajena.

La verdad es que realmente sí se justifica: quienes le dan demasiado valor a lo material, a su imagen, y le rinden un culto casi desenfrenado a la apariencia, se comportan así. Pareciera que es una regla que tiene muy pocas excepciones. Como lo digo muy seguido, es un problema de clases sociales. Y no me refiero al de la posible contraposición entre los miembros de clases diferentes, sino al comportamiento de una clase media ignorante, que por el trabajo que realiza vive confundida creyéndose clase alta, viviendo eternamente fuera de la realidad, para llegar a una vejez llena de conflictos y problemas emocionales cuando se da cuenta de que nunca tuvo realmente fortuna y de que su físico se ha ido para nunca volver.

¿Doble traición en el conflicto del Poder Judicial de la CDMX?

El conflicto terminó de manera muy extraña. No sabemos realmente qué ganaron los trabajadores; ni ellos mismos lo saben. Pareciera que quienes firmaron el convenio lo hicieron sin el conocimiento de los trabajadores, logrando la confrontación entre ellos. Algunos ya querían iniciar labores y otros mantener el paro, ante el hecho de no entender qué fue lo firmado.

La primera traición: la del peor presidente en la historia del tribunal de la Ciudad de México, que realmente le fue leal a la jefa de gobierno de la capital del país. La segunda, la generada por los liderazgos que conformaron la coalición de trabajadores, que no han explicado qué fue lo que acordaron.

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Abogado postulante y miembro de la Escuela para la Formación Política y Sindical A.C.

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Carlos Carral

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