La Batalla de Chapultepec. Niños nunca héroes siempre.
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La Batalla de Chapultepec. Niños nunca héroes siempre.

Viernes, 12 Septiembre 2025 00:00 Escrito por 
Ecos del pasado Ecos del pasado Juan Manuel Pedraza Velásquez

En nuestro martirologio histórico, uno de los hechos que más se menciona es la hazaña de los Niños Héroes de Chapultepec. Durante décadas, la visión histórica del priismo creó toda una narración apoteósica en la cual seis cadetes del Colegio Militar dieron su vida para detener el avance incontenible del ejército estadounidense. A la postre, la batalla de Chapultepec se convirtió en el hecho histórico más conmemorado y conocido de este conflicto bélico que terminó en la pérdida del territorio nacional.

Más allá de enaltecer o demonizar la historia del Estado y los hechos heroicos o míticos construidos alrededor de este evento, es necesario esclarecer cómo se desarrolló la batalla de Chapultepec, qué actores intervinieron en ella y cuál fue el papel —si es que lo hubo— de los famosos Niños Héroes, los seis cadetes del Colegio Militar que defendieron la plaza con un heroísmo poco antes visto.

Para septiembre de 1847, prácticamente todo el país estaba en manos del invasor norteamericano, y el ejército comandado por Winfield Scott se había hecho de victorias importantes en su camino a la Ciudad de México. La Ciudad de México estaba desprotegida, Antonio López de Santa Anna preparaba su huida y las instituciones políticas estaban en una total orfandad. En ese momento, el Castillo de Chapultepec, en ese entonces sede del Colegio Militar, era de los pocos reductos que quedaban antes de la toma de la Ciudad de México.

Para defender la plaza, y por ende una vía de acceso a la Ciudad de México, se disponía de 837 hombres, entre los cuales había poco más de medio centenar de cadetes alumnos del Colegio Militar, jóvenes cuya edad oscilaba entre los 12 y 20 años. El encargado de defender el castillo era el general Nicolás Bravo; lo acompañaba Mariano Monterde, quien en ese entonces fungía como director del Colegio Militar. Desde el día 12 de septiembre, los estadounidenses habían atacado con su artillería las posiciones defensivas del precario ejército mexicano.

Ante la inminente catástrofe, el general Bravo envió una petición de refuerzos y pertrechos al general Antonio López de Santa Anna; no obstante, éstos jamás llegaron al campo de batalla. El día 13 de septiembre, desde el amanecer, los norteamericanos iniciaron un cañoneo hacia el Castillo de Chapultepec, mismo que terminó aproximadamente a las 8 de la mañana, hora en que los soldados invasores avanzaron cuesta arriba para ocupar la plaza.

Pese a que muchos soldados mexicanos actuaron con valor y esfuerzo, el avance estadounidense fue incontenible, y para las cinco de la tarde los estadounidenses habían ocupado las garitas de Belén y San Cosme, principales accesos a la Ciudad de México. Los partes militares son algo imprecisos, mencionando entre 300 y 600 soldados mexicanos muertos. En cuanto a los cadetes del Colegio Militar, la mayoría de ellos fueron tomados como prisioneros, tres fueron heridos y seis murieron en batalla. La historia anterior fue rescatada por la historia patria de nuestro país y nombrada como la “gesta de los Niños Héroes”.

La historia de los Niños Héroes ha sido objeto de debate, polémica y discusiones entre divulgadores, historiadores y opinólogos de redes sociales. En fechas recientes, sobre todo en internet, se ha popularizado negar la existencia de los cadetes muertos, considerándola como “un mito más de la SEP”. Sin embargo, el historiador debe actuar con un sentido crítico y con estricto apego a un proceso de investigación y a una interpretación crítica de los hechos, sin afirmar o negar algo por el simple hecho de ser popular en medios electrónicos.

Si nos apegamos a los documentos históricos, el archivo histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional conserva documentos, entre ellos solicitudes de ingreso, de cinco cadetes que murieron en la defensa del castillo. En tales documentos se constata su fecha de nacimiento y, por ende, se pueden deducir las edades que tenían al momento de la batalla, las cuales rondaban entre los 13 y 17 años. Por lo tanto, sin temor a equivocarnos, tenemos certeza de la existencia de que cinco de ellos fueron estudiantes del Colegio Militar.

En cuanto a Juan Escutia, quizás el cadete más “famoso” de esta historia, existen fuentes que corroboran su participación en la batalla, pero no hay documentos que afirmen que fue alumno del Colegio Militar. Muy probablemente, Juan Escutia fue un voluntario del batallón de San Blas quien participó activamente en el combate. Por otra parte, la tradición histórica le atribuye el aventarse desde lo alto del cerro con la bandera de México para evitar que fuera capturada por el invasor, suceso que también es muy difícil de comprobar.

Sin embargo, un hecho similar se dio un 8 de septiembre de 1847 durante la batalla de Molino del Rey. Ante la imposibilidad de ganar la batalla, el soldado Margarito Suazo tomó la bandera nacional, intentando escapar con ella para evitar que cayera en manos enemigas, pero fue abatido por las balas y, al final, fue capturado. Muy probablemente, en algún punto de la historia, la anécdota de Margarito Suazo se integró a las crónicas de la batalla de Chapultepec, dando origen a la “hazaña” de Escutia.

Si bien es cierto que los seis cadetes que la historia rescató como los Niños Héroes de Chapultepec sí existieron, esto no significa que la batalla deba reducirse a esa simple anécdota. El Castillo de Chapultepec fue heroicamente defendido por cientos de voluntarios y medio centenar de cadetes, quienes dieron su vida intentando salvar a su país de una ocupación extranjera, nombres que poco a poco se fueron diluyendo entre miles de páginas de crónicas históricas.

La batalla de Chapultepec es un hecho histórico muy importante dentro de un proceso histórico que terminó por transformar no solo las fronteras de nuestro país, sino que sentó las bases de las futuras relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos. Batallas como las de Chapultepec, Churubusco, Padierna y otros hechos de armas deben ser vistas como parte de un proceso, de una serie de conflictos que terminó por consolidar la modernización de la nación mexicana. Si me lo preguntaran, diría que el 13 de septiembre de 1847 no hubo ningún niño, pero sí hubo cientos de héroes que dieron su vida en batalla.

Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM
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