Un factor, entre otros, que convierte en única a la actual campaña electoral en la época moderna de nuestro México, es que por primera vez aparece en la competencia por la Presidencia de la República la figura de los candidatos independientes.
Este molde ya se había utilizado con poco éxito en algunas elecciones estatales, como la que los mexiquenses acabamos de vivir hace casi un año, con Teresa Castell, de quién después se supo que tenía de independiente lo que yo de ruso.
Hasta hace unos días, en el eslabón de independientes competían por la presidencia dos personajes: el gobernador con licencia de Nuevo León, Jaime Rodríguez “El Bronco” y la ex primera dama, Margarita Zavala; esta última dejó la contienda y solo quedó el empresario nuevoleonense.
Él, en su particular y ornamentada forma de expresarse, trata de ser dicharachero, franco, mal hablado, en pocas palabras, muy al estilo del mero mero mexicano, y así conquistar la simpatía de millones de mexicanos que se pueden identificar con esa imagen.
Justo ahí recae el tema de este comentario: el Bronco no es más que imagen, un producto.
Una marca creada y orquestada desde el poder presidencial para restarle votos a López Obrador en la próxima contienda.
Esta ecuación no es novedosa, ya se ha practicado en otras competencias y ha funcionado; tampoco son pocos los que sospechaban de esta bien actuada candidatura; sin embargo, en Nuevo León, cada vez es más de dominio público la camaradería entre El Bronco y el presidente Peña y de cómo por instrucción de este último, se han inyectado importantes recursos económicos para solventar la campaña del “independiente”.
Lo más probable es que El Bronco no logre un porcentaje significativo en las urnas, pero lo que sí es un hecho es que las candidaturas fantasma vulneran la democracia y juegan cínicamente con la expectativa del electorado que espera una contienda legal y legítima.
Lamentablemente, existen personajes como El Bronco, que a cambio de popularidad y “unos cuantos” miles de pesos, se prestan a estas puestas en escena que nada abonan a construir un México plural y democrático. Hasta la próxima.
