¿Hasta dónde nos sentimos satisfechos con un gobierno en particular? ¿Qué es lo que determina la confianza que sentimos o que otorgamos a determinada administración, federal, estatal o municipal? ¿Qué define la forma de percibir a un gobierno?
La percepción es la información que se recibe por los sentidos, se almacena en la memoria y a partir de ahí se genera una respuesta, por ello, todo lo que comunica un gobierno (información, imágenes, videos, eventos) contribuye a formar nuestra valoración hacia él. En comunicación “percepción es realidad”.
La manera como se conducen los funcionarios, su forma de hablar, cómo llegan a los eventos, si saludan o no, si se acercan a la gente o nos mantienen a distancia, si tenemos información oportuna de sus actividades, su manera de reaccionar ante una catástrofe, todo lo que hacen… o dejan de hacer, nos genera la percepción –buena o mala– de quienes integran ese gobierno.
Todos los “servidores públicos” –desde quien tiene la función más sencilla hasta el titular del gobierno– están involucrados en construir la percepción, la “imagen pública” de su administración.
El error que frecuentemente se comete es pensar que solamente el área de comunicación social –si existe- es la responsable de esa percepción.
Martin Linsky, especialista en liderazgo por la Universidad de Harvard, señala: Aquellos que quieran que el gobierno funcione mejor, deben promover administradores públicos con capacidad para comunicar y manejar las relaciones con los medios y deben valorar a aquellos funcionarios que tengan esas habilidades.
Y advierte que los líderes más efectivos en poder establecer su agenda han sido aquellos realistas con respecto a los medios, porque no funcionaban “en la ilusión de cómo debería ser la relación entre la prensa y el funcionario en un mundo perfecto”, entendieron básicamente cómo funciona y lo hicieron funcionar para ellos.
La reflexión viene a cuento, porque cuando surgen noticias “negativas” que evidencian errores o mal desempeño de una administración, la reacción natural es afirmar: “es la prensa que golpea”, “es un encargo de alguien”, “son los periodistas tendenciosos”. En pocas, muy pocas ocasiones, se revisa si algo se hizo mal –o dejó de hacerse- y debe corregirse. Incluida una relación profesional con los propios medios de comunicación.
Es fundamental que los políticos se hagan conscientes de que el ejercicio del poder ya no se da en las circunstancias de hace 30, 20 o apenas siete años. La entrada al escenario mediático de las redes sociales ha generado presión adicional a las estructuras gubernamentales y ahora más que nunca se requiere una comunicación institucional realista. Una comunicación que advierta los errores y los riesgos, que reconozca las fallas y contribuya a que la política –la buena política– se fortalezca y tenga margen de maniobra para generar condiciones de bienestar para todos, empezando por las mayorías.
PERCEPCIÓN
Ayer miércoles, el gobernador Eruviel Ávila rindió –en el formato televisivo que instituyó hace algunos años– su sexto informe de gobierno y este jueves realizará la dinámica de “Eruviel te responde”, con la participación de periodistas nacionales y estatales. La percepción que ha generado su gestión ya está definida. La valoración será de los mexiquenses.
