La violencia que se vive en nuestro país ha creado incertidumbre y temor entre la ciudadanía. Quienes todos los días nos informamos a través de los medios de comunicación y, sobre todo, de las redes sociales no podemos dejar de lado las notas de crímenes y actos delictivos a lo ancho y largo de nuestro país que afectan sin distingo a todos los habitantes de nuestro México.
Pero este tema se convierte en horror cuando descubrimos que por irresponsabilidad, corrupción o simplemente por gran ignorancia, la autoridad realiza acciones que demeritan, verdaderamente, el servicio público y solamente demuestran una gran estupidez en su actuar. No es posible que un gobierno, una fiscalía o un encargado de servicios periciales, de uno de los estados más fuertes de nuestro país, acumule cadáveres en tráileres y los conviertan en Semefos rodantes que pasean por el territorio como si fueran transporte público.
Es inconcebible e inaceptable para quienes hemos desarrollado alguna función en la procuración de justicia o en la investigación de los delitos; es aterrador para la ciudadanía y es indignante para los familiares de quienes desafortunadamente terminaron en un ataúd rodante.
Ignorancia, falta de preparación o, como dije, es simplemente que no les importe el respeto a quienes fueron seres humanos. Esto demuestra lo vulnerable que es nuestro derecho y, sobre todo, lo mal capacitados que están los peritos y, en su conjunto, los servicios periciales.
¿A quién no le ha tocado ver un atropellado tirado por horas porque no llega el MP y los peritos?, el pretexto siempre es el mismo: “estábamos esperando al servicio médico forense.”
Creo que ésta debería ser una de las mayores preocupaciones de las procuradurías o fiscalías, transitar, como lo dice la ley, a las policías científicas y convertir a sus policías y peritos improvisados en verdaderos profesionales de la investigación científica.
Si queremos vivir en un verdadero Estado de Derecho, tenemos que cambiar la mentalidad de nuestros servidores públicos de la seguridad, transformarlos en verdaderos profesionales y no, como muchos piensan, en profesionistas de la seguridad que son aquellos que por tener un título universitario y trabajar de policías creen que son mejores.
Así, tenemos una gran gama de profesionistas que no se relacionan con la seguridad pública y que son policias por necesidad. No, queridos lectores, eso no es un profesional de la seguridad, para serlo, hay que tener el ánimo, el corazón, ponerse la camiseta, ser responsables y tener sentido de pertenencia a una sociedad a la que hay que servir sin límites.
Cuando todo esto falta, suceden hechos indignante como los de Jalisco, en donde alguien, sin un poco de sentido común, decidió guardar cadáveres en un tráiler con refrigeración y llevarlos a pasear.
Por cierto, los responsables no sólo deben ser cesados, deben responder penalmente por los delitos cometidos.
